Jesús Martínez Maluenda “el Maño”, enlace, guía y guerrillero de la CNT durante los años 40 y 50. Pinceladas de memoria a caballo entre dos guerras.
Jesús Martínez Maluenda “el Maño”, enlace, guía y guerrillero de la CNT durante los años 40 y 50. Pinceladas de memoria a caballo entre dos guerras.
Nacido en Calatayud en 1914, lugar al que recordaba como el bunquer de la religión, por la cantidad de iglesias que allí había, al principio estudiaba de noche y los días los echaba con su padre, que era tratante de ganado por los pueblos de la comarca. Después emigró con su familia a la Barcelona de las oportunidades, entrando a trabajar en un pequeño taller eléctrico, pasando posteriormente a la industria metalúrgica, allí empezó a conocer a jóvenes libertarios, quienes le dieron a conocer el ateneo libertario de Sants. En el ateneo había mucho movimiento y gran cantidad de gente joven que rápidamente aceptaron a aquel muchacho, poco después ya estaba afiliado, y según sus propias palabras, los mejores recuerdos que guarda, son de aquellos días anteriores a la guerra, las excursiones que realizaban y el ambiente bullicioso, agradable y de camaradería que allí se respiraba.
Jesús Martínez Maluenda en 1950.
Jesús empezó a militar seriamente y fue detenido en algunas ocasiones, entre ellas, le tocó cumplir un mes de cárcel por la insurrección libertaria de 1933 y otro por la huelga de transportes de 1936, estando en ambas ocasiones recluido en la Modelo.
Tras el alzamiento militar de julio de 1936, marchaba voluntario con la columna Solidaridad Obrera que partía hacia Pina de Ebro en el mes de septiembre. Durante la guerra recibió dos heridas, una en Fuente del Ebro en su pierna izquierda, que por suerte no le afectó para la práctica de caminar, que tanto le tocaría en el futuro, y otra en el frente del Montsec, en el brazo derecho.
Buenaventura Durruti en Pina de Ebro durante la guerra civil.
Partió con su hermano Vicente y muchos miles más de camino a Francia durante la trágica retirada republicana y sufrió la pésima atención gala en los campos de Argelers y Brams. Consiguió salir de los mismos gracias a trabajos diversos en el medio rural. Estas labores le duraron hasta 1943, cuando fue enviado a la isla de Jersey junto a su hermano, donde empezó a colaborar con la resistencia, para ser nuevamente trasladados en septiembre hasta el paso de Calais, para trabajar en las defensas costeras alemanas a cargo de la organización Todt. De allí escaparon dirección París para inmediatamente tomar el camino de Burdeos. En esta ciudad colaboraban con el servicio secreto inglés sacando información sobre la base de submarinos, aunque “el Maño” estuvo trabajando en una lampistería dirigida por un alemán disidente gracias a la mediación de José Mª Otto.
A mediados de 1947 empezó a actuar como guía confederal por la zona de Cataluña, y aprendió del mejor, ni más ni menos que de Ramón Vila Capdevila “Pasoslargos”, aunque para él, era simplemente “el Feo”. Una gran amistad unió fraternalmente a los dos pasadores desde que uno empezó a enseñarle los pasos al otro. “El Feo” le mostró las casas donde paraban los contrabandistas, que, como “el Maño”, hablaban castellano y así no llamaría la atención. Dos veces fueron suficientes, ya no necesitó más que le acompañaran, a partir de ahí empezó a crear sus propias rutas. No solo de Ramón aprendió, de su padre copió la estrategia de llevar azucarillos y galletas para los perros que se cruzaba en sus rutas más habituales, le ladraron las primeras veces, después ya lo recibían moviendo el rabo a la espera de la golosina.
“El Maño” fue preparando y escondiendo pequeños depósitos de comida a lo largo de sus rutas, así no tenía que entrar en los massos, ni siquiera en los de confianza, además, entre Sabadell y Terrassa tenía escondidas dos cajas de aluminio donde guardaba ropa de paisano. Andando siempre de noche, de depósito en depósito, esas eran sus jornadas. Se compró un reloj despertador para no perder horas útiles y bajaba pastillas de fuego para calentarse el café. Unos buenos y potentes prismáticos siempre ayudaban a evitar problemas. En invierno usaba bastón y crampones para quitarse de sustos con nieve dura o hielo. Entre sus medidas de seguridad cuando bajaba grupos, por ejemplo, era la de llevar un par de bombas de trilita de la medida de una caja de betún, que había utilizado la resistencia en Francia, hacia meterse al grupo en un barrando para dormir, y en la entrada del mismo colocaba las bombas, tapadas con tierra o hojarasca y como el propio Jesús decía “a dormir tranquilos”.
“El Maño” no perdió a nadie de la gente que se encargó de subir o bajar, gracias a su extrema discreción, no comentar sus rutas, a tener precaución máxima, a no coger trenes en estaciones importantes sino en las intermedias. Cuando tenía que hacerlo siempre buscaba si había sitio libre junto a los guardias civiles, se ponía a hablar con ellos y nunca tuvo problemas de identificaciones o registros en sus viajes. Se apeaba del tren charlando con ellos y así muchas veces esquivaba el control que solía haber en la salida de ciertas estaciones importantes. También consiguió comprar unas botas de las que usaba la benemérita, que le evitaron más de un problema pues a veces creían que formaba parte de las famosas contrapartidas y que bajaba de la montaña de buscar maquis. Estuvo realizando labores de guía hasta 1958.
Ramón Vila capdevila, guía y guerrillero confederal.
Aprovechaba cuando volvía camino de la frontera francesa si iba de vacío para dejar libros prohibidos en cruces de caminos, corrales o massías en las que sabía que había gente de izquierdas. Esta costumbre también la tenía Ramón Vila. Alguno de los libros que dejaron, siguió camino por su cuenta, en zurrones de pastores, en paquetes de contrabandistas y acabó a muchos kilómetros del lugar donde había sido dejado.
Jesús fue de los guías que no se quedaban solo en el monte, pues se le pudo ver asiduamente por Barcelona, e incluso algunas veces por Zaragoza, a donde llevó fondos de la organización por lo menos en un par de ocasiones. La verdad es que no era lo más normal el bajar con dinero hacia el interior, pues usualmente sus cargas eran más de documentos o armas que de ayuda económica. Por lo menos 3 veces bajó fondos a Barcelona destinados al comité de Zaragoza, otras a diversos grupos de compañeros, e incluso alguna vez, dinero para un grupo de la AFARE que había en Terrassa. Cuando traía dinero, nunca lo hacía usando las rutas habituales.
Entre sus apariciones por la ciudad, una de las cosas de las que se encargaba era de nutrir de explosivos a los grupos urbanos para realizar sabotajes. Había conseguido un garrafón de cristal, al que un cristalero le había hecho un agujero en la base, que después se tapaba con mimbre. Y así “el Maño” pasaba los explosivos por los controles que había en las estaciones de Barcelona. Por lo menos cuatro veces utilizó el garrafón, de su interior por ejemplo salieron los explosivos utilizados en 1949 contra las embajadas de Perú, Brasil y Bolivia, países que legitimaron el régimen franquista.
“El Maño”, “Face”, Enrique Martínez y Celedonio García cruzando los Pirineos en enero de 1948. Fotografía tomada por el guerrillero Domingo Ibars.
También empezó a acompañar a Ramón Vila en sus misiones de sabotaje, él le llevaba el explosivo (plastic) y veía la colocación y manipulación del mismo, no les llevaba más de 10 minutos el asunto en cuestión. Después se alejaban hasta un monte cercano a ver el resultado del petardo.
Como hemos dicho anteriormente, Jesús no solo actuaba como guía de grupos. Podemos encontrarlo junto a Cazorla, Adrover, Ramón Vila o Ibars participando en el frustrado intento de atentar contra Franco en la comarca de El Berguedá en mayo del 47 dentro de un gran grupo de unos 50 guerrilleros, que acabó desbaratado al perderse parte del grupo en la niebla, confundir a los perdidos con guardias civiles y entablar un tiroteo que por suerte acabó sin bajas personales. O también durante el verano de ese mismo año, pocos días después de la ejecución del confidente Eliseo Melís y también poco tiempo después de que Facerías saliera de prisión cuando el MLR decidió acabar con la vida del comisario Quintela. Se le vigiló con tenacidad durante una temporada, para ver sus itinerarios, sus rutinas, los lugares y horarios frecuentados y finalmente se decidió eliminarlo en la calle San Quintín e incluso se imprimieron unas tarjetas para distribuir después de su muerte.
El día elegido “Face”, Jesús Martínez y “José” se apoderaron de un taxi y esperaron el paso del coche oficial, pues aunque Quintela variaba sus itinerarios, esa calle la cruzaba todos los días para dirigirse a su hogar. Ese día no pasó. Y salvó la vida. Dos días después, el grupo al que se había unido Francisco Ballester sustituyendo a “José” alquiló una camioneta, fueron a llenar el depósito y ese día estaban las gasolineras cerradas por falta de combustible, otra ocasión perdida. Pocos días más tarde, “Face”, Jesús y un tercero se apoderaron de un taxi, realizaron la espera y cuando apareció el coche del comisario el taxi se negó a arrancar. Lo empujaron 200 metros e incluso unos guardias les ayudaron en su intento. El coche de Quintela había desaparecido para cuando lograron ponerlo en marcha.
A finales de noviembre de 1948 Jesús, “Face”, Celedonio García, Wenceslao Jiménez y otro compañero abandonaron Francia y se dirigieron a Barcelona, donde se unió a ellos Enrique Martínez, quien acababa de salir de prisión. El grupo, a excepción de “Wences”, se apoderó de un taxi el 21 de diciembre y asaltaron el Banco Hispano Colonial del que se llevaron 400.000 pesetas.
En mayo de 1949 procedentes de Perpiñán y con destino a la ciudad condal, cruzaban la muga Facerías, Jesús, Juan Serrano y Guillermo Ganuza con la intención de volar las torres de radio del Tibidabo. La policía franquista estaba informada de la incursión guerrillera y habían reforzado tanto las patrullas fronterizas como las del interior. En las cercanías de Sant Llorenç Savall, el grupo cayó en una emboscada, Serrano y Ganuza, que iban unos metros por delante recibieron una lluvia de balas, que dejaron al primero herido en una pantorrilla y al segundo muerto casi al instante. Gracias a una granada lanzada por Facerías, consiguieron rescatar a Serrano y poner tierra de por medio. Cuando pudieron pararse a recuperar aire, tanto Jesús como “Face” descubrieron agujeros de bala tanto en sus pantalones como en las chaquetas, pero milagrosamente, ellos dos habían salido ilesos.
Jesús Martínez aluenda durante su época como enlace y guía del MLE.
En 1951 fue detenido junto a otros muchos anarquistas españoles en Francia después del atraco de Lyon que acabó con el trágico balance de dos gendarmes muertos, un peatón fallecido y numerosos heridos. Estuvo un mes encarcelado pues tenía una carabina americana que era igual a una de las armas utilizadas en dicho atraco.
A principios de 1952 se encargó de la evacuación junto a Ramón Vila del recién fugado del castillo de Montjuich Luis Agustín Vicente “Metralla”, quien posteriormente formó parte del grupo de Facerías.
En 1958, uno de sus últimos pasos fue para convencer a su hermana Basislia, su cuñado y su hija de dos años de que pasaran a Francia, lo que hicieron poco después.
Una vez terminadas sus labores como guía y enlace, estuvo trabajando de marmolista en la ciudad de Toulouse hasta que se jubiló en 1981.
Belfort de Toulouse, la de ratos que pasó “el Maño”entre estas paredes.
Fuentes:
L’ombra del maquis (Jaume Serra Fontelles), Sabaté (Antonio Téllez), Facerías. Guerrilla urbana (Antonio Téllez), El maquis anarquista (Ferrán Sánchez) y La revolta dels quixots (Oriol Malló).