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Francisco Delgado Cano

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Reorganizó la CNT de Navas de la Concepción, su lugar de nacimiento, en 1946

Francisco Delgado Cano, apodado el Bala,  nació en la localidad sevillana de Navas de la Concepción a finales del mes de diciembre del año 1918. Hijo de José y Trinidad, cuando en julio de 1936 se produjo la sublevación militar que acabaría con la Segunda República española, trabajaba de jornalero y estaba afiliado a las Juventudes Libertarias. Días antes de la entrada de las tropas golpistas en su pueblo abandonó este junto a su familia, pasando a residir durante los años de guerra en la localidad cordobesa de San Calixto. Finalizada la contienda, en 1939, regresaría a su domicilio en el número 17 de la rebautizada calle General Mola, sin que fuese molestado por las nuevas autoridades locales.

El verano de 1946 tomó parte en la reorganización del Comité Local de la CNT de Navas. Meses más tarde, a comienzos del otoño de ese mismo año, después de establecer un rancho de carbón en terrenos de la finca «El Águila» en la sierra del Alta, entraría a formar parte de la red de enlaces de la guerrilla de Palanco (Juan Aranda Nogales) que operaba en la zona. A mediados de febrero de 1947, tras la campaña de reclutamiento de nuevos guerrilleros lanzada por la jefatura del 150 Batallón de la 31 División Guerrillera y ante el temor a ser detenido por su actuación como enlace de la misma, se «echó al monte» junto a sus paisanos Antonio Vázquez Sabido, Tobalillo, y Juan Muñoz Fernández, Juan y Medio, pasando desde entonces a formar parte de la guerrilla que mandaba el referido Palanco, para el que actuaría como práctico del terreno y junto a quien permanecería hasta mediados de marzo de 1948, fecha en que este cayó abatido en el Chozo Becerra.

Tras la posterior reorganización de las guerrillas fue destinado por la jefatura del batallón a la columna que mandaba Eugenio del Real (Dionisio Habas Rodríguez). En los dieciocho meses que pasó al lado del guerrillero cordobés tomaría parte en un buen número de acciones de las que siempre salió bien librado. Junto su paisano Victorín (José Fernández Invernón) y los guerrilleros Rafaelito (Cándido Martín Benítez) y Ramillos (José Ramos García) pasaría los meses que transcurren entre diciembre de 1949 y agosto de 1950, después de que los cuatro se separaran —el día 10 del citado mes de diciembre de 1949— del grupo principal tras sostener un encuentro con la Guardia Civil en el término de Cazalla de la Sierra. En un principio el grupo se encaminó hacia el norte tratando de enlazar con las últimas guerrillas operativas en las provincias de Jaén y Ciudad Real. Durante aquella primavera anduvieron un tiempo por tierras de Villamanrique, La Solana y el Viso del Marqués (Ciudad Real), donde contaban con un enlace llamado Felipe. A principios del verano regresaron de nuevo a la parte de Sevilla, pegándose otra vez a la sierra del Alta, buscando el apoyo de algunos familiares y amigos de Navas.

El 21 de agosto de 1950, tras un nuevo enfrentamiento con fuerzas de la Guardia Civil en el Barranco del Águila del término de Navas de la Concepción, el grupo de cuatro quedó reducido a dos tras la muerte de sus compañeros Victorín y Rafaelito en una emboscada al sitio del arroyo de los Parrones. En los meses siguientes, Ramillos y el Bala deambulan por la provincia de Córdoba, primero por la parte de Villaviciosa y, posteriormente, desde primeros de 1951 por el término de Almodóvar del Río (Córdoba), donde, a primeros de febrero caería Ramillos. Tras la muerte de José Ramos García, su último compañero, el Bala, solo y sin enlaces que lo ampararan, decidió que la única salida que podía encontrar a su delicada situación era intentar contactar de nuevo con alguno de los grupos guerrilleros que él pensaba que quedaban aún operativos en las serranías de las provincias de Jaén y Ciudad Real, y hacia allí encaminó sus pasos. Pasos que Francisco Delgado ignoraba estaban siendo seguidos de cerca por la Guardia Civil. Apenas puso pie en la provincia de Jaén, diez días antes de su muerte, la Jefatura del Servicio de Persecución de Huidos de dicha provincia ordenó al teniente Federico Anguita Colomo, jefe de la Línea de Marmolejo, que estableciera un servicio permanente de apostadero en varios sitios de la demarcación bajo su mando, dado que los informes del Servicio de Investigación de la Comandancia alertaban del posible paso por la zona del guerrillero.

El último día que vio amanecer con vida el guerrillero Francisco Delgado Cano fue el 20 de marzo de 1951. Poco después de la salida del sol, sobre las ocho y media de la mañana,  cayó abatido en el lugar conocido como Peñón de Ambró, junto al curso del río Jándula que discurre por el fondo del Barranco de Santa María del término de Andújar, a unos diez metros del camino que se dirige hacia la aldea de Hoyo de Mestanzas en la provincia de Ciudad Real. Según consta en el atestado incoado por el teniente Federico Anguita, la mañana del día 20, la patrulla formada por el cabo del cuerpo Vicente Algaba Felguera y el guardia Pedro Sánchez Guerrero, adscritos al Puesto de Marmolejo, “vio subir río arriba por el Barranco de Santa María en que se encontraban apostados un individuo que desde el primer momento, les infundió sospechas.[…] Cuando este se aproximó al sitio en que se encontraban intimaron al sujeto para tratar de identificarlo o capturarlo, pero lejos de obedecer contestó sacando la pistola que, al parecer, llevaba debajo de la manta que le cubría al mismo tiempo que huía, contestando la fuerza con energía y rapidez hasta comprobar que a los diez metros del camino que conduce al Hoyo de Mestanza había caído muerto”.

En el informe que los forenses de Andújar Pedro Sánchez García y Lamberto García Vicente consignaron tras practicar la autopsia consta que “el cadáver presentaba treinta heridas de bala por subfusil automático, estando todos los orificios de entrada en la espalda o región posterior, y los de salida en región anterior, estando también pasados por las balas los dos brazos, el izquierdo fracturado por el húmero; la mayor cantidad de heridas lo están en el tronco, algunas en extremidades toráxicos, muy pocas en extremidades abdominales y una sola en el cráneo. Las direcciones de los proyectiles lo ha sido en todos los sentidos pero siempre ha estado el agredido de espaldas a la Guardia Civil y unas veces ha recibido los disparos por el lado derecho y otras por la izquierda”.

Al día siguiente, el cadáver de Francisco Delgado Cano, el Bala, fue enterrado en la fosa común nº 13 del paño 9 del Cementerio Municipal de Andújar.

Nota: El presente artículo forma parte del libro, de próxima aparición, ¡A vida o muerte! Guerrillas antifranquistas en las sierras del norte de Sevilla, de José A. Jiménez Cubero.

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