Angustias, que adoptó el nombre de
Maruja
en 1937, tiene 90 años y es la memoria desconsolada de lo que pudo ser y no fue, después de haber vivido ese tiempo revolucionario donde todo tenía cabida, donde las ilusiones se respiraban, donde el compañerismo y la solidaridad no se tenían que enseñar, porque era la forma normal de vida.
Angustias Lara, es granadina, nació el 11 de septiembre de 1917. Cuando contaba 6 años, la familia emigra a Brasil y posteriormente a Argentina. Proclamada la Segunda República regresan a España. Con 14 años se incorpora a las Juventudes Libertarias de Granada y se afilia a la CNT. De fuertes convicciones laicas, se convierte en un miembro activo de ambas organizaciones, lo que le supuso problemas en esa ciudad provinciana y caciquil de la época. En 1937 llega a Valencia, momento de creación de las distintas Agrupaciones de Mujeres Libres (MM.LL), la Federación Nacional, la Regional de Levante y su Casa de la Cultura.
Concha Miñana, Amparo Poch, Carmen Pont, María Eguinoa, Lucia Sánchez, Pura Pérez, América Barroso, Isabel Villamar, Amelia Torres y sobre todo Isabel Mesa Delgado, fueron algunas de sus compañeras y amigas. Todas ellas compartían las ideas de Hortensia Portales, militante anarquista de Mujeres Libres, que en un discurso radiado dijo : “El hombre revolucionario lucha contra el mundo que se opone a sus anhelos de libertad, igualdad y justicia. La mujer revolucionaria ha de luchar en dos terrenos ; por su libertad exterior, donde tiene al hombre como aliado, pero además, la mujer ha de luchar por su libertad interior, de la que el hombre disfruta desde hace siglos y en esta lucha, la mujer está sola.”
Maruja fue tesorera y secretaria de trabajo en el Comité Regional de MM.LL, ubicado en la calle de la Paz número 25, 3ª en Valencia. Por cercanía, cuando las sirenas anunciaban peligro de bombardeos, bajaba al refugio y distendía esos momentos, transmitiendo serenidad y alegría a las personas.
Cuando terminó la guerra tuvo que luchar por olvidar y esconder su hermoso pasado. Ya nada fue lo mismo. El Campo de Albatera, fue una experiencia demasiado dura, allí conoció la amargura, el llanto y la muerte de los compañeros inocentes.
Formó parte de esa minoría política activa, que en el franquismo supo luchar, manteniendo su dignidad desde la organización feminista clandestina Unión de Mujeres Demócratas. En la transición participó en la reconstrucción de la CNT, así como en la creación de espacios de libertad dentro de la sociedad valenciana. Su vida se ha fraguado a través de su pasión por la lectura, que hoy aun cultiva. Maruja es fiel testigo de un tiempo histórico del movimiento feminista.
Cristina Escrivá.
La Paz es nuestra, 30 mujeres de un infinito
. L’eixam edicions. Valencia 2007.