Isidro Guardia
Con diez años, a la muerte de su padre, comienza a trabajar. Toma parte en la Revolución española de 1936, como voluntario en la 1ª Columna Confederal de Levante, después denominada 82 Brigada Mixta.
Tras la pérdida de la guerra pasa por el campo de concentración de Utiel (Valencia) y el 15 de junio de 1940 es detenido por formar parte del Comité Regional de la CNT como Secretario de organización. Condenado a muerte en noviembre de 1941, es conmutada la pena a 30 años de prisión en enero de 1942 y puesto en libertad en 1950.
Continúa la lucha antifranquista y colabora con la prensa del exilio, España Libre (Toulouse), España Libre (EE.UU.), Frente Libertario (Paris) y Comunidad Ibérica (México).
Participa en la reconstrucción de la CNT, durante la Transición. De formación autodidacta tiene una gran producción periodística y literaria. En 1976 queda finalista del Premio Planeta, con su novela “Saca”, que no llega a publicarse por problemas con la censura. Finalmente, ese mismo año, gracias al editor Gregorio del
Toro aparece con el título “Otoño de 1941”. También es autor
de “Conversaciones con el movimiento obrero. Entrevistas a militantes de la CNT” que publica La Piqueta, en 1978.
En el año 2005, da a luz su libro “Escritos del silencio”, artículos escritos en el penal de San Miguel de los Reyes (Valencia) en los años 40. Últimamente, la Universidad de Valencia, en 2010, le publicó “Desde San Miguel seguimos en la lucha. Textos 1949-1971”.
Colaborador habitual del Diario Levante. El Mercantil Valenciano. Su vitalidad hacía que siempre tuviera un nuevo proyecto entre las manos.
Compañero de memoria prodigiosa y comprometido en la transmisión de la memoria libertaria, era socio de la Fundación Salvador Seguí.
Aquí tenemos su primer trabajo periodístico, con sólo 16 años, donde se destaca su compromiso con la causa de la libertad:
El heroísmo de las Brigadas Confederales
El heroísmo de las Brigadas Confederales ha quedado una vez más patente en el ataque de Albarracín. En él los hombres de la CNT y de la FAI han demostrado una vez más que no les importa morir con tal de ser libres.
El mando no ha tenido que decir más que adelante e inmediatamente todos han contestado: ¡Presente! Esto es lo que son los aguiluchos de la FAI, estos hombres que, de cárcel en cárcel se han forjado una educación social, son los que en todo momento no vacilan en dar todo lo que valen por un mundo nuevo, por un mundo sin distinción de clases, en el que todos nos respetemos mutuamente en el que todos vivamos sin esa opresión de que hasta ahora hemos vivido.
Así pues, adelante vanguardia de la Revolución. ¡Adelante! ¡Y a por la Victoria!