Otavio Alberola
Al terminar la guerra, Germinal tenía 13 años y tras la Retirada estuvo internado en la ciudad de Argelés (Francia), en donde una mujer, ciudadana inglesa, se ocupaba de asistir a los jóvenes refugiados. Luego se embarcó como polizón en un buque que zarpaba de Francia hacia América. Descubierto, consiguió seguir viaje hacia Nueva York gracias a que, por su dominio de la lengua francesa, pudo hacerse pasar como súbdito francés. Poco después volvió a Francia en donde comenzó a militar en las Juventudes Libertarias de París.
Anónimo, pero con una gran vocación por la solidaridad, el domicilio de Germinal estuvo siempre abierto para los compañeros que llegaban huidos de España. En algunas ocasiones, también el Quico Sabater utilizó el piso de la rue Lancry.
Precisamente por sus actividades solidarias fue deportado a Córcega en 1960 a la ocasión de la visita de Nikita Kheouchtchev à De Gaulle. En 1964, fue Stuart Christie quien pasó algunas noches en ese piso. Por ello y por su permanente disposición a servir al movimiento libertario, Germinal se ganó la simpatía de cuantos lo conocieron, de cuantos lo conocimos.
Ahora, tras su desaparición, nos queda la satisfacción de haberle conocido y el recuerdo de un buen compañero.