FECHA

Escot Bocanegra, Eduardo


Autor : Ángel del Río Sánchez

“Yo empezaba a aprender el oficio de zapatero, pero siempre con una afición terrible por estudiar mucho. Daba clases con un institutor muy interesante que se llamaba Don José Sepúlveda, este hombre daba clases de noche y este hombre fue fusilado el mismo día que entraban las tropas de Franco en Olvera, el mismo día fue fusilado cerca de su casa. Y el otro institutor que tuve, también fue fusilado. Así que de los dos maestros que yo he tenido en la escuela los dos han sido fusilados”

El otro maestro a quien se refiere es Antonio Juarino, y como el anterior, ambos de Izquierda Republicana. Este hecho no fue una particularidad local, pues conforme se iba extendiendo la sublevación militar, los maestros fueron uno de los principales colectivos destinatarios de la represión. El derecho a la cultura, a la formación humana e intelectual, había sido una de las reivindicaciones máximas de las organizaciones progresistas y revolucionarias que con tanta fuerza habían penetrado en las comarcas gaditanas desde finales del siglo XIX. La transformación social deseada empezaba por uno mismo. En este sentido, la instrucción era la herramienta más eficaz para combatir a la miseria que atrapaba a buena parte de la población andaluza. Eduardo Escot responde a ese perfil de personas autodidactas y comprometidas socialmente desde muy jóvenes que tan hermosamente detalla Juan Díaz del Moral, entre otros, en su impagable obra Historia de las agitaciones campesinas andaluzas. Personas con un enorme sentido de la dignidad humana, que surgieron en muchos pueblos andaluces bajo las influencias del ideario libertario.

“Yo leí ya en mi pueblo a Víctor Hugo con 15, 16 años… Y con esa edad, por las noches en la casa, en el comedor de la casa de mis padres, yo leía los periódicos y había por lo menos 15 personas para escuchar.”

Eduardo pertenecía a la CNT y, a pesar de su juventud, forma parte del Comité de Defensa local que se conforma el mismo día que los militares se sublevan contra el gobierno de la República. La guardia civil de Olvera se alinea con los golpistas y se enfrenta a los defensores de la legalidad republicana :

“Yo tenía dieciséis años y medio cuando empezó el movimiento, pero a pesar de ello, de los dieciséis años y medio, formé parte, el 17 de julio, cuando estalló todo ya, del Comité de Defensa del pueblo. Estaba en la reunión con el alcalde de Olvera, José María Sánchez Reviriego, alcalde republicano, para decidir que es lo que había que hacer contra el movimiento, y mientras estábamos reunidos, el jefe de la guardia civil telefoneó diciéndole al alcalde : mire usted, yo voy a sacar a las tropas por medidas de seguridad a los sitios estratégicos. Y él nos miraba con el teléfono puesto : No, no… que no salgan las tropas, yo no quiero las tropas. A pesar de que el alcalde dijo eso, salieron pegando tiros al aire.

Hubo unos tiroteos, tres muertos de nuestra parte ; en la guardia civil parece que hubo uno o dos heridos, eso no puedo saberlo. Hubo dos muertos que cayeron al lado mío y yo me escape de los tiros, yo me escapé, de los tiros yo me escapé…

Nosotros nos defendimos en los barrios obreros unos cuantos días pero luego nos tuvimos que marchar… Estuve escondido unos siete días en las montañas cercanas, en un ranchito, con un amigo socialista de Olvera hasta que nos fuimos a Ronda”

Tal como argumenta el historiador Fernando Romero la situación en la Sierra de Cádiz fue muy inestable, puesto que la mayoría de sus localidades fueron controladas por la guardia civil afecta a la sublevación militar. Sin embargo, una columna republicana procedente de Ronda ejerció cierta presión sobre estos núcleos, llegando a ocupar Olvera durante unas horas el día 27 de julio causando once bajas entre los fascistas. Un día después, la columna rebelde de Gómez Zamalloa entra en el pueblo. Se da inicio a un período de terror que se prolongaría durante algunos años dejando como saldo noventa y cinco víctimas mortales, documentadas hasta ahora, en el bando republicano.

En Ronda, Eduardo Escot, se incorpora al frente dirigiendo un pelotón de veinte hombres. Algunos caen en combate. De allí se traslada a Málaga y después hasta Almería andando. Ingresa en los batallones regulares con el grado de teniente de transmisiones en el 598 batallón que comanda Manuel Mora Torres. En Madrid estudia unos meses en la Escuela Militar en el Palacio Real. Se incorpora al frente del Jarama y después a la carretera de Extremadura. Los frentes de Aragón y Cataluña serán sus últimos escenarios de batalla antes de cruzar la frontera francesa en febrero de 1939 camino del exilio en compañía de una gruesa columna de hombres y mujeres desmoralizados : “El recibimiento al entrar en Francia fue catastrófico”.

El campo de concentración de Barcarès es su destino durante unos meses hasta que es obligado a alistarse en las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Con la invasión alemana de Francia en mayo de 1940, la compañía de Eduardo es apresada muy pronto en la ciudad de Belfort. Tras varios meses como prisionero de guerra, se produce la deportación a Mauthausen el 27 de enero de 1941, desde el Stalag XI-D cerca de Hamburgo. Hasta su liberación en mayo de 1945, Eduardo pasa por el campo central, el kommando Bretstein y Steyr respectivamente desempeñando diversas labores que va desde el duro trabajo en las canteras y la construcción de una carretera en área de alta montaña hasta la fabricación de automóviles, entre otros. Su estado físico se había deteriorado considerablemente a la par de la inmensa mayoría de deportados para pesar tan sólo 35 kilos en el momento en que entran las tropas norteamericanas a Steyr en mayo de 1945.

Eduardo rehizo su vida en el exilio francés, en la ciudad de Rosny sous Bois, cerca de París donde conoció a Aimée, su mujer, con la que tiene dos hijos. Se dedicó, en un principio, a su oficio de zapatero para terminar trabajando en la sanidad francesa. Estuvo vinculado a la CNT en el exilio y pertenece a la Federación Española de Deportados e Internados Políticos. Ha viajado en tres ocasiones a Mauthausen y ha sido uno de los impulsores del Memorial existente hoy día en la localidad de Bretstein, en la Estiria austriaca, donde se ubicó un kommando de triste y sentido recuerdo para los republicanos andaluces y españoles.

Para conocer con más detalle la biografía y el testimonio de Eduardo Escot y el contexto sobre su paso por el campo nazi de exterminio de Mauthausen, puede consultarse el libro de Sandra checa, Ángel del Río y Ricardo Martín Andaluces en los campos de Mauthausen. Centro de Estudios Andaluces, 2006.

Sobre la guerra civil en la sierra de Cádiz, véase Fernando Romero Romero : “Víctimas de la represión en la sierra de Cádiz durante la guerra civil (1936-1939)”, en Almajar. Revista de Historia, Arqueología y Patrimonio de la Sierra de Cádiz. Nº 2, 2005, Ayuntamiento de Villamartín y Diputación de Cádiz.


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