FECHA

Jiménez Soriano, (a) Los Estereros
Autor/a:

Fernando Romero Romero


Una familia de izquierdas represaliada en Alcalá del Valle

Los Jiménez Soriano, conocidos por el apodo

Estereros

, son una de las familias más castigadas en Alcalá del Valle (Cádiz) por los tribunales militares franquistas y el encarcelamiento.

José Jiménez Jiménez

, el cabeza de familia, había cumplido en 1936 los sesenta y cuatro años de edad y su esposa

Antonia Soriano Vázquez

tenía cincuenta y tres. La actividad sociopolítica de José se remontaba al menos a 1903, año en que fue detenido por causa de un enfrentamiento entre campesinos anarquistas y la Guardia Civil. Según el censo de la población de 1935, el matrimonio vivía en el número 34 de la calle

Pozo

con los hijos

José

(28 años),

Manuel

(n. 10-3-1908),

Francisco

(24 años) e

Isabel

(20 años). Independizados del hogar paterno estaban el mayor de los hijos,

Juan

(n. 8-1-1900), y la menor,

María

, que desde los dieciséis años convivía con

Manuel Saborido Racero

.

Los varones de la familia eran jornaleros que trabajaban por cuenta ajena, aunque en alguna ocasión habían arrendado una parcela que cultivaban entre todos, y se afiliaron a organizaciones de izquierdas durante la República. El más activo de los hijos fue Juan, el mayor, que en 1931 estuvo afiliado al sindicato socialista de Alcalá del Valle, pero luego fue uno de los fundadores de Sindicato Único de Trabajadores (CNT) en 1932. Uno de sus adversarios políticos lo describía diciendo que “

se destacaba propagando a su manera o sea dentro del alcance de su cultura y coaccionando a las personas de orden, haciendo uso de la libertad y tolerancia por el Gobierno de Izquierdas

”. Fue uno de los militantes anarcosindicalistas que en las elecciones de febrero de 1936 acudieron a las urnas para votar a la candidatura del Frente Popular. También estaban afiliados a la CNT el padre, Manuel, Francisco y Antonio. José era el único que en 1936 continuaba perteneciendo a la UGT. Y cuatro de los hijos varones –todos excepto Antonio– estuvieron detenidos en la Prisión del Partido de Olvera por causa del enfrentamiento entre militantes de organizaciones de izquierdas y efectivos de la Guardia Civil el 1º de Mayo de 1936.

Juan fue en julio de 1936 uno de los dirigentes del Comité de Defensa y Abastos que asumió la organización de los servicios de seguridad, vigilancia y actividad económica en Alcalá del Valle. Fue el responsable de organizar la recolección de la cosecha en el término municipal, y era el acompañante habitual del presidente del comité en los desplazamientos a Ronda (Málaga), que era donde se había establecido el mando militar de la comarca. Todos sus hermanos participaron en algún modo en las actividades de vigilancia del pueblo, registros domiciliarios, desarme de la derecha, racionamientos de víveres, etc. que organizó el comité. Manuel residía el 18 de julio en el cortijo

La Florida

, del término de Jerez de la Frontera (Cádiz), en el que había sido asentado por el Instituto de Reforma Agraria, pero al tener noticia del golpe regresó a Alcalá, se puso al servicio del Comité de Defensa y prestó servicios de armas con una escopeta de caza, interviniendo en los registros para la requisa de armamento en las casas de los derechistas Lucas Sánchez Romero, José Gavilán Molinillo, Antonio Bech y Antonio Montes Barroso. Antonio hizo servicios de guardia en

El Cristo

e intervino en la requisa de cosechas; según algunos vecinos de derechas, también participó en el desarme de la Guardia Civil, en la quema de imágenes religiosas y en el tiroteo contra la columna sublevada que los días 24 y 25 de agosto intentó ocupar Alcalá. Francisco hizo guardias armado con una escopeta en

El Cristo

,

El Tejar

,

La Colada

y

El Tejar Nuevo

y decían que también estuvo en el tiroteo contra los sublevados en agosto de 1936.

Todos los varones de la familia se marcharon hacia la provincia de Málaga poco antes de que los sublevados ocupasen Alcalá a finales de septiembre de 1936. El itinerario que siguieron no fue el mismo, aunque todos coincidieron en El Burgo. El padre se dedicó a trabajar en faenas agrícolas y los hijos prestaron servicios como milicianos. La madre y las hijas se quedaron en Alcalá y fueron encarceladas algunos días después de ser ocupado el pueblo por los sublevados. Las liberaron a final de octubre, el día de la fiesta de Cristo Rey, y fueron atendidas en el comedor de caridad que había organizado el Ayuntamiento, pero Manuel Saborido cruzó la línea de frente para decirles que el padre estaba enfermo en El Burgo y las tres se fugaron con él de noche a la zona republicana.

La ocupación de la provincia de Málaga por los sublevados en febrero de 1937 separó de nuevo a

los Estereros

. Juan, Manuel y el compañero de María consiguieron pasar a la provincia de Almería, pero los demás tuvieron que volver a Alcalá del Valle. Juan Gavilán Molinillo decía que el anciano cabeza de familia regresó “

sumiso como el que tiene que temer la acción de la justicia

”. Todos fueron detenidos y encarcelados en el depósito municipal; Antonia y María estuvieron presas durante más de cinco meses, pero sólo los varones fueron puestos a disposición de la Justicia Militar.

Los hermanos Francisco, José y Antonio fueron trasladados a la prisión del Partido de Jerez de la Frontera y los juzgaron en consejo de guerra el 26 de enero de 1938: los dos primeros fueron condenados a 30 años de cárcel y Francisco a 14 años 8 meses y un día. El padre también había estado preso en la Prisión del Partido de Jerez, pero tres días antes del juicio de sus hijos lo trasladaron a la Provincial de Cádiz y fue juzgado en esta ciudad el 9 de febrero. Las acusaciones de participar en saqueos, asaltos, quema de la iglesia, etc. que se hicieron contra él se habían venido abajo cuando los que declararon como testigos en la instrucción de las diligencias previas reconocieron que ellos no habían presenciado nada y lo que habían declarado lo sabían de oídas. Sin embargo el tribunal mantuvo como hecho probado que había excitado al pueblo a oponerse al golpe y a cometer actos violentos –aunque tampoco había testigos que certificasen esto– y lo halló culpable de Excitación a la Rebelión Militar, si bien le impuso la pena en grado mínimo en atención a que por su avanzada edad no se le consideraba peligroso: seis años y un día de cárcel.

Las protagonistas del siguiente episodio represivo en la historia familiar de

los Estereros

fueron Antonia y María. En 1938 se renovó la corporación municipal y los nuevos gestores, con el propósito de llamar la atención de vecindario haciendo ver que iban a gobernar con mano firme, promovieron la detención y procesamiento de catorce vecinos que no habían sido puestos a disposición de la Auditoría de Guerra por sus predecesores en el gobierno municipal. Entre los detenidos iban las dos

Estereras

, acusadas de ser de ideología extremista, participar en actividades políticas durante la República, de vivir de los racionamientos del Comité de Abastos y de huir a Málaga. Éste era ya el tercer encarcelamiento. Estuvieron presas en la Prisión del Partido de Olvera y luego las trasladaron a la Prisión Provincial de Cádiz. Fueron juzgadas en la capital de la provincia el 27 de enero de 1939, cuando llevaban ya casi ocho meses detenidas, y el tribunal las absolvió por estimar que lo único que podía imputárseles es que eran de ideología izquierdista y que se habían marchado a la zona republicana para reunirse con el resto de la familia que estaba huida.

Pocas semanas después empezaron a llegar a Alcalá los huidos que en febrero de 1937 lograron escapar de la

ratonera

de Málaga, sobrevivieron a los frentes de batalla y se vieron obligados a volver a partir de abril de 1939. Juan Jiménez Soriano regresó el mismo mes de abril. Había permanecido en Málaga hasta que fue ocupada por los sublevados en febrero de 1937, siendo uno de los miles de paisanos que huyeron por la carretera de Almería, “

a donde llegó después de tres días y tres noches de camino

”, y de allí pasó inmediatamente a Jaén. Estuvo trabajando en una colectividad agraria en

La Vega de la Reina

hasta que en septiembre de 1938 fue llamado su reemplazo y se incorporó a filas. Su primer destino fue un Batallón de Fortificaciones, pero solicitó el traslado al cuerpo de Carabineros e ingresó en la 3ª Compañía en Mora de Toledo. En marzo de 1939 se entregó a los sublevados en Ocaña (Toledo). Ingresó en la cárcel municipal del Alcalá del Valle el 20 de abril de 1939 y desde allí fue trasladado a la prisión del Castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda (2-12-1939) y a la Prisión del Partido de Jerez de la Frontera. Durante la instrucción sumarial contó con las declaraciones favorables de dos vecinos de derechas a quienes había auxiliado en septiembre de 1936, aunque el jefe de Falange lo señalaba como posible responsable de homicidio de un guardia civil. Fue juzgado en Jerez el 8 de marzo de 1940 y el tribunal militar lo condenó a 30 años de reclusión por Adhesión a la Rebelión Militar.

Manuel se había alistado en Málaga al batallón de milicias denominado Centuria Faro, con el que marchó al campamento de Viator (Almería) y a Perales de Tajuña en el frente de Madrid. Estuvo tres meses hospitalizado a consecuencia de una lesión en una pierna y al ser dado de alta se incorporó de nuevo a su unidad en Aranjuez, pasando destinado a los pocos días a un regimiento de Caballería de la 2ª Brigada en Alcalá de Henares. En marzo de 1939 se entregó en Puerto Llano (Ciudad Real), donde se le dio un salvoconducto para regresar a Alcalá del Valle. Ingresó preso en el depósito municipal de Alcalá el 17 de junio de 1939. Consciente de la mala fama que tenía entre el personal “

de orden

” del pueblo, no citó a nadie que pudiese avalarlo durante la instrucción de su sumario y los derechistas que declararon contra él lo calificaron como “

uno de los peores elementos de esta población

”, llegando a decir que “

no fue nunca bueno

”. Fue juzgado en Jerez de la Frontera por el Consejo de Guerra Permanente de Cádiz, presidido por el coronel Borbón de la Torre, el mismo día que Juan, siendo condenado a 12 años y 1 día de cárcel por Auxilio a la Rebelión Militar.

El último en regresar a Alcalá de Valle fue Antonio Saborido Racero (a) Juanete, el compañero de María. Era militante de la CNT. En 1936 se encontraba haciendo el servicio militar en el Regimiento de Infantería nº 35 en Alcoy (Alicante), pero en julio estaba de vacaciones en Alcalá. En Ronda se incorporó a un regimiento de Infantería y se retiró a la sierra tras la ocupación de la ciudad por los sublevados. María regresó a Alcalá tras la caída de Málaga en febrero de 1937, pero él continuó en la zona republicana hasta el final de la guerra y luego estuvo dos años exiliado en Francia. Regresó a Alcalá en agosto de 1941 procedente del campo de concentración de Reus (Tarragona). La Guardia Civil había recibido órdenes de detenerlo porque pesaban sobre él las acusaciones de formar parte del grupo de

caballistas rojos

, que actuó en Alcalá durante el verano de 1936, de intervenir en saqueos y llevarse a la familia a la zona

roja

después de la

liberación

del pueblo. El 29 de noviembre fue trasladado a la Prisión Provincial de Cádiz y el 13 de febrero de 1942 solicitó la libertad provisional o prisión atenuada en su domicilio por encontrarse su compañera enferma, pero le fue denegada por el informe negativo del juez instructor. El 13 de octubre fue juzgado y condenado a 30 años de cárcel, pero el auditor rebajó la pena a 20.

Respecto a los itinerarios carcelarios de los

Estereros

, sabemos que Manuel salió en libertad condicional de la Prisión del Partido de Jerez el 13 de agosto de 1941. Francisco fue trasladado el 23 de septiembre de 1938 a la Prisión Provincial de Sevilla y en diciembre de 1943 estaba destinado en la 1ª Agrupación de Colonias Penitenciarias Militarizadas (Dos Hermanas, Sevilla). Juan fue trasladado el 10 de agosto de 1942 al Penal del Puerto de Santa María, donde se acogió a la redención de penas por el trabajo y 1 de febrero de 1942 se le dio el empleo de leñador; el 17 de junio de 1942 fue puesto en libertad condicional provisional con destierro y se estableció en Sevilla, donde aún continuaba residiendo a finales de la década de los cuarenta. El cabeza de familia, José Jiménez Jiménez, vivió en prisión los tres últimos años de su vida: el 7 de agosto de 1940 recibió la libertad condicional en la Prisión Central de Figueirido, pero su salud estaba tan deteriorada que el día 22 falleció en el Hospital Provincial de Pontevedra

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