Después de todo lo que costó iniciar el proceso de eliminación de las calles que homenajeaban a militares franquistas y hechos señalados por el franquismo en esta semana han dictado varias sentencias en contra de la decisión del pleno del Ayuntamiento de Madrid de cambiar el nombre de esas calles.
Para los especialistas no hay justificación histórica que exculpe al fundador de la Legión de su colaboración con el levantamiento militar contra la democracia, pese a que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid haya resuelto que no está demostrado
Francisco Franco y Millán Astray, abrazados mientras entonan cánticos legionarios. Cuartel de Dar Riffien”. Fotografía de 1926.
El autor del grito “¡Mueran los intelectuales!”, el 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, ante Miguel de Unamuno, no tuvo que ver con la Guerra Civil española, ni participó en la represión de los contrarios al golpe de Estado de Francisco Franco. Esa fue la interpretación del juez de lo Contencioso-Administrativo número 7, que ha sido confirmada ahora por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). Para los jueces, no hay pruebas de que José Millán Astray y Terreros (1879-1954) hubiera participado “de manera inequívoca” en la sublevación militar, ni en las acciones bélicas durante la guerra, ni en la represión de la Dictadura. De esta manera, la Justicia obliga al Ayuntamiento de Madrid a mantener en el barrio de La Latina la calle con su nombre al creador de la propaganda franquista durante la guerra. “Alemania nunca permitiría una calle dedicada a Heinrich Himmler [uno de los principales líderes del partido nazi y responsable de la propaganda del régimen de Hitler]”, explica el historiador Gutmaro Bravo. La Justicia salva la calle de Millán Astray al no probarse de manera “inequívoca” que participara en el golpe de 1936 Saber más
El hispanista Paul Preston apunta a elDiario.es que Millán Astray estaba en Buenos Aires (Argentina) cuando Franco dio el golpe de Estado contra la Segunda República, pero regresó de inmediato de su gira de conferencias. Indica que llegó a España al mes del atentado contra el Gobierno legítimo, en la segunda semana de agosto de 1936. Preston cuestiona la interpretación de los hechos históricos realizada en las dos instancias judiciales: “Es cierto que no participó en el golpe, pero sí en las consecuencias del golpe. No veo por qué esto merezca una calle a su nombre. Fue utilizado por Franco como propagandista. O sea, fue participante en la Guerra Civil española porque alentaba al bando rebelde, tanto en términos militares como justificando la represión”, indica el autor de ‘Las tres Españas del 36’ (Debolsillo).
Hasta el momento, este posicionamiento acerca de los hechos históricos en torno a la Guerra Civil provenía del lado más conservador de la historiografía, por lo que los especialistas se sorprenden de las resoluciones judiciales al respecto. “Es una interpretación restrictiva de la historia. Millán Astray jugó un papel esencial en la difusión de los mensajes de odio, importados de los lemas fascistas y nazis. Propagó desde la Oficina de Radio, Prensa y Propaganda el régimen ilegal y criminal que montaron”, zanja Antonio Cazorla, investigador y profesor en la Trent University de Ontario (Canadá) desde hace más de una década, y autor de ‘Franco: biografía del mito’ (Alianza). No tiene ninguna duda de la participación del fundador de la Legión, en 1921, en el golpe militar y en la masacre. Cazorla se pregunta, de manera retórica, si cuando alguien se une a un proceso delictivo ya no forma parte del delito. “¿Pero en qué cabeza cabe esto? El crimen del franquismo no acaba el 18 de julio de 1936, es continuado durante cuatro décadas”, añade.
El golpe se sostiene en el tiempo durante meses, dice María José Turrión, hasta que comienza la Guerra Civil. “El golpe no se produce, se inicia. No fue ni un día ni dos ni tres, igual que la guerra no terminó en abril de 1939, sino que continuó con los juicios y la represión. Reducir el golpe al 18 de julio es una falacia histórica”, argumenta la que fue primera directora del Centro Documental de la Memoria Histórica, creado sobre el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Cuenta, además, que Astray fue uno de los apoyos fundamentales del golpe: “Es indudable”. Los mensajes y las consignas que elaboró y difundió uno de los apoyos preferidos de Franco giraban en torno a la guerra como cruzada anticomunista, el sometimiento al caudillo como personificación providencial de la “nueva España”, el culto a los caídos y la unidad política y nacional de todos los españoles con el Movimiento.
De que Millán Astray fue una pieza clave en la Guerra Civil no duda siquiera una de las herramientas divulgativas más conservadoras y revisionistas, el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, al que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero congeló las ayudas hasta que rectificara su hagiografía franquista. En él se puede leer que Millán Astray “se puso incondicionalmente a disposición de Franco”, en un retrato enaltecido firmado por un comandante de Infantería y diplomado de Estado Mayor, llamado Manuel del Barrio Jala.
La historiografía, además, ha encontrado en Millán Astray el ejemplo de brutalización del Ejército y la exaltación de la violencia, creador de una fuerza reaccionaria como fue la Legión. En eso incide José Álvarez Junco, historiador y catedrático emérito, para quien la guerra fue tan “sangrienta”, entre otras cosas, por la violencia que introdujo la Legión. Para este historiador, Millán Astray participó en la guerra, con un cargo importantísimo en el gobierno rebelde y desde los primeros días. “Por supuesto debe aplicársele la Ley de Memoria Histórica”, aclara Álvarez Junco, para despejar las dudas que puedan plantearse ante la posición de estos tres jueces que han revisado la biografía del militar y del papel de la División Azul en apoyo al ejército nazi.
Eduardo Ranz, abogado de la familia Lapeña, que ha conseguido que la justicia ordene la exhumación de dos hermanos del Valle de los Caídos, explica que la retirada de calles, en aplicación del artículo 15 de la Ley de Memoria histórica, se fundamenta en un catálogo de vestigios previo. “En todo caso, habría que impugnar ese catálogo”, puntualiza, “porque si Millán Astray no es propaganda franquista según el TSJM de Madrid, entonces qué era, ¿afín a la Segunda República? ¿Defensor de los derechos humanos en el norte de África? Si tres magistrados defienden el franquismo, es porque son franquistas”, zanja Ranz.
Enrique Moradiellos, Premio Nacional de Historia 2017 y autor de ‘Franco: anatomía de un dictador’ (Turner), afirma: “Decir que (Millán Astray) no tuvo participación en la guerra es incierto porque falta a la verdad. Moradiellos recuerda que Franco fue el mayor valedor de Millán Astray y éste siempre le fue leal. Por eso se sorprende tanto con este nuevo capítulo en el que los jueces entran en conflicto con los historiadores. “La verdad histórica es elaborada en la comunión de los expertos, en procesos de debates donde no es fácil alcanzada la certeza absoluta, pero en este caso es una verdad de facto, es un dato objetivo y demostrable. ¡Claro que Millán Astray participó en la guerra!, me da la risa tener que discutirlo. Es una interpretación insólita y absurda”, dice Moradiellos, para resolver que no hay justificación histórica que exculpe al militar de su colaboración.