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Cecilio Gordillo es el coordinador del Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria Histórica de CGT-Andalucía y una persona que ha trabajado para que aquellos lugares que quedaron marcados por la Guerra Civil no queden en el olvido. Por eso, considera que es “lamentable” que junto a la fosa común del Cementerio de Dos Hermanas no figuren de forma oficial los nombres de los hombres y mujeres que fueron fusilados.
– ¿Por qué habéis colocado en la fosa común del cementerio los nombres de los asesinados durante la Guerra Civil?
– Al Ayuntamiento de Dos Hermanas se le viene diciendo desde hace bastantes años que era lamentable que una ciudad como ésta no tuviera señalizada la fosa común, con una lectura apropiada al hecho, y que no se reconociera en esa ubicación los nombres de las víctimas que se conocen que eran de Dos Hermanas, estén o no físicamente en ella. Hace un año y medio se publicó el libro de José María García Márquez, donde se aumentaba la cifra de las víctimas que habían hecho antes un grupo de personas mayores de Dos Hermanas, pasando de 114 a 220. Y el Ayuntamiento ni siquiera ha llegado a contestar. Esta petición la repetimos el 18 de julio del año pasado, sobre todo después del acuerdo al que habían llegado con el director general de la Memoria Democrática. Y este año, un poco ya cabreados, nos dijimos que si el Ayuntamiento no los ponía, lo hacíamos nosotros.
– ¿Y qué habéis hecho?
– Pues poner una serie de folios plastificados con el nombre, la causa de la muerte de cada uno de ellos, la fecha aproximada y la fuerza política a la que pudieran haber pertenecido. Los hemos colocado unos tras otros en el entorno de la fosa común. Lo ideal sería, porque eso no vale una gran cantidad, colocar un azulejo con cada nombre, que puede costar mil o dos mil euros. Nosotros no le pedimos al Ayuntamiento que nos dé el dinero, sino que lo haga. Tampoco le pedimos que coloque allí un muro de hormigón, de granito o mármol, ni siquiera los que han puesto en los bulevares de la zona de Entrenúcleos y que valen una pasta, sino algo sencillo, porque las personas que están ahí enterradas eran muy sencillas.
– ¿Se ha llegado a hacer una cata alguna vez?
– No. Nosotros teníamos esperanzas de que cuando hicieron el cerramiento, que por cierto se pidió que esa zona fuera laica y se acabó poniendo una cruz, que se llevaría a cabo, pero no fue, y además las obras se hicieron casi clandestinamente.
– Entonces, no se conoce con exactitud el número de personas que hay allí enterradas.
– No. Una cata es un cuadrado de uno por uno, que se le encargaría a un profesional, que puede tener una cierta profundidad y del que no quedan muestras de nada. Si se consiguen encontrar restos, lo que nos dirá es que ahí hay una fosa, porque esa es otra de las historias.
– ¿Puedes explicarte?
– Hace unos días, la Junta de Andalucía exponía en su página web una exhumación frustrada de una fosa común de mujeres en La Puebla de Guzmán, porque cuando se ha excavado, se ha encontrado que no había nada. ¿Por qué? Porque en los años 70 se movió todo aquello. Entonces, lo que quiero decir es que si nunca se hacen las catas, nunca sabremos si están allí o no. Lo que sí es importante es que si una fosa no se abre, nunca se sabe lo que hay.
– ¿Qué pasó con la cruz que tenía el monolito?
– Ese monolito es muy especial. Se puso en los años 60 por parte de una persona muy conocida, porque el padre de la mujer fue fusilado, y el fascismo le dio el visto bueno para construir ese monolito con una cruz, que por cierto se perdió hace unos cuantos años y no sabemos quién la habrá quitado. Por cierto, que ese año que la quitaron fue el único, que sepamos, que un representante del Ayuntamiento fue a la concentración del 18 de julio a manifestar que había recibido quejas de algunos ciudadanos por el hecho de que ya no estuviera la cruz.
– ¿En qué situación se encuentra la posible recuperación del campo de concentración de Los Merinales?
– Pues en este caso lo que parece es que todo el mundo se ha cachondeado de nosotros. La palabra de Chaves en su día de que ese campo iba a ser una referencia…, nada de nada. Nosotros propusimos que ese campo de concentración fuera declarado Bien de Interés Cultural. Dos Hermanas cuenta con tres campos de concentración, el de Los Merinales, el de La Corchuela y el del Arenoso. De éstos, sólo está señalizado el primero, que, por cierto, el monumento que allí se encuentra se iba a colocar en El Barranco, que era donde fusilaban a la gente. Nosotros propusimos que lo pusieran en el Cementerio, pero al final lo mandaron fuera del casco urbano.
– ¿Sigue siendo visitada esta zona por familiares de los presos que trabajaron allí?
– Cada verano llevo a Los Merinales a gente que me llama y que vienen de Francia, de Bélgica…, porque su abuelo o algún familiar estuvo allí. Y allí he sido testigo de las lágrimas que les caen, y, sobre todo, de la indignación que les produce el hecho de que aquello parezca un basurero, de que no haya ninguna señal… Y yo respondo que la culpa es de la clase gobernante.
– ¿Y qué fue del acto simbólico de colocar una pegatina con el nombre de Canal de los Presos en el Bajo Guadalquivir?
– El canal está declarado legalmente lugar de la memoria, y lo único que queda es señalarlo, pero la cosa es quién le pone el cascabel al gato porque lo que se puso provisionalmente en su momento fue una pegatina, que ya se ha caído, y que tenía su base porque en su momento llegamos a un acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente, cuando la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir pertenecía a la Administración central. Pero al transferirse la misma a la Junta, ésta dijo que ella no tenía nada que ver con lo acordado con el Ministerio.