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“Yo solo soy una obrera de la fotografía” (Kati Horna)
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Macarena Amores

Post de Macarena sobre su asistencia a la visita guiada a la exposición de “La Mirada de Kati Horna: Guerra y Revolución (1936-1939)


https://www.facebook.com/macarena.amores/posts/10211926688976877

Madriz, 23 de septiembre de 2017.

“Yo solo soy una obrera de la fotografía”

Qué fácil y cómodo habría sido para Kati haber aceptado las reglas del juego que la vida le ponía por delante en función de la condición social con la que había nacido un 19 de mayo de 1.912 en Hungría.

Kati, que llegó al mundo en el seno de una acomodada familia de banqueros judíos, tuvo claras las ideas desde bien joven. ¿Cómo era posible que una chica de tan solo 17 años, teniéndolo todo y sin necesidad de buscarse la vida lejos de su hogar tuviera las ideas tan claras? Se lo preguntaba esta mañana, después de volver a escuchar más detalles sobre la vida y obra de esta mujer, a Chema, el coordinador de la exposición “La mirada de Kati Horna” quien nos ha explicado su obra en Arganzuela. Chema, al responderme, no puede ocultar la profunda admiración que siente hacia la fotógrafa: “Es que Kati era una mujer… increíble. Pero debes tener en cuenta, Macarena, que fue precisamente su madre quien le regaló la primera cámara fotográfica. En su familia había cierto interés por la cultura y por el arte en general”. Y a mí me parece que si eso no lo dice todo, al menos explicaría una parte importante de la vida de alguien… el momento en el que aparece “el impulso” que recibe una persona para dedicarse a algo en la vida, para decidirse a vivir de una forma y no de otra.

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Decía Chema esta mañana que Kati sintió desde muy jovencita que debía transmitir la realidad de la época que le había tocado vivir a través de la fotografía. Y ese sentimiento la llevó de un lado a otro del mundo en un período convulso de nuestra historia como seres humanos. Conoció guerras y revoluciones, fue testigo de la llegada al poder del nazismo, vivió perseguida, supo rodearse de compañeros fotoperiodistas y ser considerada, por y entre ellos y a pesar de ser mujer, una más en una profesión a la que entregó toda su vida. Precisamente, esta profesión y sus ideas libertarias la conectaron para siempre a un anarquista andaluz, José, de quien se enamoró en plena revolución.

El trabajo de Kati, a diferencia del de otros y otras fotoperiodistas de la época, se caracteriza porque jamás lo comercializó. Kati se ganaba la vida haciendo fotografías por encargo, de ahí que ella misma se considerara “una trabajadora, una obrera de la fotografía”. Además, sus imágenes de guerra no muestran “la batalla”, el momento de la lucha. Más bien Kati se encarga de plasmar lo cotidiano en el frente. ¿Qué hacían los soldados cuando no empuñaban un fusil? ¿Qué hacían las mujeres y los ancianos en los pueblos mientras los hombres andaban luchando? Y los niños y niñas, ¿cómo era la vida de los más pequeños entre bombardeo y bombardeo? Kati consigue contarnos todo eso en su obra.

Kati puso su profesionalidad al servicio del movimiento libertario. Sus fotos ilustraron revistas de la talla de “Tierra y Libertad” y “Mujeres Libres”. Un rasgo inconfundible de Kati y que puede observarse en casi todas sus imágenes, es que ella siempre “pide permiso” a quienes fotografía. De ahí la tranquilidad que transmiten sus fotos… porque sus protagonistas “nos miran”.

Al finalizar la guerra, Kati tiene que huir rápidamente con José a Francia. Consigue llevarse en una pequeña caja de lata solo 270 negativos de su inmenso trabajo en España. Pero en Francia, ya como exiliados, las cosas no mejoran. José es detenido e ingresa durante algún tiempo en un campo de concentración. Kati centró todas sus fuerzas en lograr la libertad de su compañero. Una vez que lo consigue vuelven a huir a México.

Cuando la “democracia” (supuestamente) se instaura en el Estado español, aproximadamente entre 1982-1983, Kati decide entregar al Ministerio de Cultura las imágenes que había conservado de su trabajo durante los años en España junto a los anarquistas. Esas imágenes son las que hoy podemos disfrutar gracias al trabajo de investigación de personas como mi compañero Chema.

En cuanto a Kati… eterna Kati… GRACIAS.

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