Fue un día como hoy, un 8 de septiembre pero de 1901, cuando empezaba a funcionar la Escuela Moderna. Lo hacía en el número 56 de la calle Bailén de Barcelona. Esta institución, de inspiración racionalista, había sido la gran idea del pedagogo libertario Francisco Ferrer i Guàrdia.
Durante el siglo XIX, los Borbones y los diferentes Gobiernos conservadores habían ido entregando el poder de la educación a la Iglesia Católica. Este hecho y sus consecuencias repercutirán en la población hasta nuestros días. Frente al modelo educativo, basado en la obediencia y en unas estrictas normas ética y morales, donde los niños y las niñas aprendían en silencio a no protestar, a no cuestionar lo dado y sobre todo a no buscar conflictos ante situaciones injustas, encontramos el modelo de Ferrer i Guàrdia, donde la educación se basará en el libre pensamiento, no habrá coacciones ni castigos para los niños y las niñas, y el maestro o la maestra será más bien un moderador o moderadora, un apoyo para estimular la curiosidad y las ganas de descubrir y conocer del alumnado. Esta escuela, como no podía ser de otra manera, sería laica y mixta. Niños y niñas se educarían en la libertad y el respeto. El aprendizaje sería libre, incluyendo el juego, el esparcimiento e incluso el contacto al aire libre, todo lo contrario a la educación tradicional en aulas. No existirían exámenes, se fomentaría la higiene y el ejercicio. Además, esta escuela contaría con una imprenta propia con la que los alumnos y las alumnas podrían realizar un boletín. También disponía de un laboratorio y un museo natural con material que había sido donado por destacados expertos de la época como Eliseo Reclus, Ramón y Cajal o Anselmo Lorenzo. Ellos incluso llegaron a impartir conferencias en esta escuela, que también disponía de una importante biblioteca. Desde la escuela también se fomentaban las excursiones tanto a las fábricas como a la naturaleza con el objetivo de que el alumnado conociera de primera mano la realidad social y física en la que crecían y se desarrollaban como personas.
Desde el primer día, la Escuela Moderna se convertirá en el blanco de la ira del clero y la burguesía que comenzó un hostigamiento hacia la misma desde el primer día. Por eso, tan solo 8 años después de que comenzara a funcionar, la Escuela Moderna se vio obligada a terminar su actividad.
De nuestro pedagogo, Ferrer i Guàrdia, tampoco se olvidaron. Fue acusado de liderar a los anarquistas durante los sucesos acontecidos en Barcelona a finales de julio, durante la Semana Trágica. Fue apresado, torturado… y finalmente el Estado español ejecutó a hombre bueno. Esta fue la venganza de sus enemigos que no soportaron que esta manera de educar tuviera tanta influencia en el Movimiento Obrero, entre otras cosas porque desde la propia Escuela Moderna también se llevó a cabo una pedagogía destinada a personas adultas de las clases sociales más desfavorecidas, con el fin de combatir la ignorancia entendida como una forma de opresión.
La experiencia de la Escuela Moderna, basada en la pedagogía planteada por Ferrer i Guàrdia, fue asimilada y surgieron centenares de experiencias similares basadas en ella a lo largo del mundo. Su método demostró que es posible enseñar de otra manera y que la educación, sin duda, es una de las armas más poderosas y peligrosas que pueden existir. Porque la semilla, los cimientos, de una nueva sociedad libertaria está sin duda en la educación de las futuras generaciones.
(Datos e imagen a través de ‘Anarquismos’ y ‘Memoria Anarquista’)