RMHSA CGT-A
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No está de más recordar, el día siguiente al “día de la mujer”, que sigue sin resolverse el episodio del asesinato (fusilamiento después de las “vejaciones” de las mujeres de Zufre en la vecina localidad de Higuera de la Sierra) en 1937. Al contrario que en casos similares (Grazalema (CA), La Puebla de Guzmán (HU), Fuentes de Andalucía o Guillena (SE)) no se conoce, públicamente, de ningún tipo de interés en intervenir (localizar, exhumar, inhumar,..) por parte de entidades (colectivos de mujeres), organizaciones políticas o sindicales (a la UGT pertenecían la mayoría de ellas) asociaciones o instituciones locales o provinciales, excepción de personas concretas vinculadas a la localidad. Nos dicen que la mayoría de las familias de esas mujeres se fueron de Zufre al igual que ocurrió en otros muchos pueblos. No huyeron del “hambre”, que también, sino de negarles el acceso al trabajo por rojos o por ser familiares de represaliados.
Teodora, Modesta, Josefa, Amadora, Felipa, Mariana, Dominica, Bernabela…
Entre las diez y las doce de la mañana del 4 de noviembre de 1937, las hoy conocidas como 17 rosas del pueblo onubense de Zufre murieron fusiladas en las tapias del cementerio de su pueblo vecino, Higuera de la Sierra. Nadie imaginó que aquella salida de la cárcel hacia la comandancia de la Guardia de Aracena les podía a costar tan cruelmente la vida….)
La fosa de las mujeres de Zufre no ha sido aún localizada ni sus cuerpos exhumados, aunque muchos lugareños la sitúan en unos jardines con una cruz a la entrada del cementerio de Higuera de la Sierra. Tampoco los que aún quedan con memoria olvidan las historias de aquellas vecinas inocentes que encontraron la muerte al subirse a un camión. Diego A Velázquez, periodista y autor del blog ‘Matanza en Higuera’, ha descrito con detalle todo lo acontecido en aquella trágica mañana. “Algunos de los que estaban allí confesaron que, cada vez que el guardia cogía aire para leer el siguiente nombre en la lista, podían escucharse los latidos del corazón en el espesísimo silencio. El trance duró lo que tardó el guardia en leer la lista y añadir: “!Vienen ustedes a declarar a Aracena!” destaca en una de las entradas.
LA COLUMNA MORTAL
En una columna de tristeza y desconcierto aquellas mujeres desfilaron lentamente sin querer pensar cuál sería su desenlace, cómo transcurrirían aquellos últimos momentos. A las siete de la tarde, paró un camión cargado de mujeres en el llano situado frente al bar”, cuenta Rosario, vecina de Higuera de la Sierra que presenció el episodio.
Santiago González, concejal de cultura del Ayuntamiento de Zufre, señala que “muchas bajaron a golpe de fusil muertas de miedo” y al llegar al estrecho camino que lo separaba de la cancela del cementerio, comenzó la más absoluta humillación. “En la entrada les cortaron el pelo, las purgaron con aceite de ricino, las desnudaron a la mayoría de ellas y es probable que violaran a dos según relatan los testimonios. Más tarden las fusilaron”. La crueldad de aquellos hechos llevó incluso a la “Junta Rectora franquista que mandaba en Zufre a una llamada de atención a los guardias que habían perpetrado aquellos hechos”, apunta González.
El concejal de Zufre señala que las causas del encarcelamiento de “estas mujeres no estaban relacionadas en ningún caso con un delito grave”, ya que la “sola pertenencia al sindicato de UGT o su parentesco con algún republicano las llevó a ser recluidas en prisión”, sin imaginar que aquel trance podía tener tan fatal desenlace.
TODOS LOS NOMBRES
Francisco Espinosa conoce al detalle los nombres y edades de todas ellas tras la investigación realizada en el Libro ‘La represión en la provincia de Huelva’. Teodora Garzón Núñez, 46 años, casada; Remedios Gil Cortés, 58 años; Modesta Huerta Santos, 30 años y militante de UGT, viuda; Josefa Labrador Arroyo, 40 años, casada; Elena Ramos Navarro, 55 años y militante de UGT; Bernabela Rodríguez Ruiz, 39 años, casada; Dominica Rodríguez Ruiz, 39 años, viuda; Felipa Rufo Alcaide, 40 años, casada; Amadora Sánchez González, 53, casada; Mariana Sánchez Vázquez, 51 años, militante de UGT y ávida lectora, casada; Antonia Padilla Blanco, 51 años; Encarnación Méndez Díaz, (UGT) 56 años, de 48 aós, Faustina Ventura Sánchez de 62 años; Amadora Domínguez Labrador, militante de UGT; Carlota Garzón Muñoz de 47 años; y Alejandra Garzón Acemel, de 62 años.
Del aquel total, solo siete de ellas, según destaca Espinosa, “fueron inscritas en el Registro Civil en 1937 y de las otras no se informó hasta los años 80”. En ninguno de sus expedientes se explicita que les estuviera aplicando el bando de guerra, ya que murieron antes de pasar a prestar declaración en la Comandancia de Aracena y ninguna de sus defunciones fue registrada dentro del plazo legal.
En los expedientes encontrados por Espinosa las profesiones de las mujeres, eran en todos los casos el de ama de casa, especificando en el informe “sus labores”. Además se especifica como causa de muerte “anemia aguda” aunque en los informes de los 80 ya pone “aplicación del Bando de Guerra”.
González apunta que desde el ayuntamiento de Zufre hay un “episodio pendiente con estas mujeres y harán todo lo posible por conocer su verdad para rendirles el homenaje que se merecen”.
http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/teodora-modesta-josefa-amadora-felipa-dominica-mariana-bernabela/
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Las “25 rosas” de Zufre esperan en una fosa común 77 años después
Efe / Fermín Cabanillas / 04/11/2014 18:30
El 4 de noviembre de 1937, 25 mujeres vecinas de la localidad onubense de Zufre eran fusiladas ante el muro del cementerio de la vecina Higuera de la Sierra, “Las 25 rosas de Zufre”, como se las conoce en la comarca, que hoy siguen enterradas en una fosa común.
Una historia que ha quedado grabada en la retina y la memoria de los vecinos que entonces eran unos niños, y que vieron cómo se alteraba la paz de esta pequeña localidad situada a 130 kilómetros de la capital onubense, y que ahora no llega a los mil habitantes, pero también la de Higuera, cuyo cementerio fue elegido para el fusilamiento y posterior inhumación de los cuerpos.
Santiago González, concejal del Ayuntamiento de Zufre, ha recopilado documentación sobre distintos hechos históricos de su pueblo, y recuerda que nunca se supieron las razones exactas del fusilamiento, ni los “delitos” que se imputaban a estas mujeres, sino que simplemente se les aplicó el conocido como “Bando de guerra”, sin ninguna sentencia.
La tarde del 4 de noviembre de 1937 estas mujeres fueron detenidas en Zufre y acusadas de auxiliar a fugitivos, aunque en algunos casos su única falta era ser familiar de alguna persona represaliada o encarcelada.
Con esta premisa, pasaron delante del pelotón de fusilamiento Ana, Dominica, Rosario, Gregoria, Dolores, María Manuela, Avelina, Dulcenombre, Antonia, Josefa, Sebastiana, Rosalia, Faustina, Rosario, Carlota, Remedios, Mariana, Amadora, Encarnación, Bernabela, Elena, Amadora, Alejandra, Teodora y Modesta.
En pocas horas, todas ellas fueron detenidas y llevadas a la cárcel de Zufre, aunque algunas ya estaban en prisión por una reyerta que tuvieron con otra vecina, al parecer por un robo a otra mujer que se llevaba comida a su marido a un campo cercano.
A todas las subieron a un camión que las iba a llevar a declarar ante el juez en Aracena.
La página web zufre.es ha recopilado testimonios de la época, para describir así aquel momento: “En la puerta del médico Don Ángel, junto a las viejas escuelas, aguardaba el funesto camión para el traslado. Eran las seis de la tarde, muchos niños jugaban a esa hora alrededor del pilar. Algunos de los peques vieron allí por última vez a sus madres. La primera mirada de aquellos angelitos era de sorpresa, pero cuando las vieron amarradas en collera, maniatadas con alambres y cuerdas, sollozando, los niños agacharon la cabeza, dejaron de mirar”.
Una vez a las puertas del cementerio, “las desnudaron, les arrancaron la ropa, las pelaron, las embadurnaron en aceite, las azotaron y las fusilaron”, para ser enterradas posteriormente en una fosa común en la que todavía siguen sus restos.
Eran mujeres de las más variopintas edades y dedicaciones, como Teodora Garzón Núñez (46 años), Remedios Gil Cortés (58), Modesta Huerta Santos (30), Josefa Labrador Ardillo (40) y Elena Ramos Navarro (55).
Entre las que tenía más edad estaba Alejandra Garzón Acemel, que contaba con 62 años, y cuyo delito pudo haber sido ser la suegra del concejal Benito Asensio, que estaba encarcelado.
De aquella funesta tarde quedan todavía algunas deformaciones en los barrotes del cementerio provocadas por los disparos, y una orden posterior que salvó la vida a un grupo de hombres días después, ya que el jefe local de Falange Española Tradicionalista y de las JONS rechazó que se realizasen más fusilamientos en el pueblo visto el escándalo que se había formado a raíz de ese suceso