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Una investigación de la Universidad de Alcalá revela las consecuencias, en ocasiones de muerte, para un colectivo profesional “que no asumía el rol asignado por el patriarcado”
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Entre las víctimas se encuentran varias castellano-manchegas. Los investigadores piden colaboración para completar una base de datos que sigue en construcción.
Habitación de maternidad con cama, cuna y lavabo en la Residencia de la Seguridad Social Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Albacete JUAN MIGUEL PANDO BARRERO (1915-1992). ARCHIVO PANDO. IPCE, MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE
Por
Carmen Bachiller
18 may 201919:34
Se llamaba María Magdalena Liñán Lozano. Era de Pueblonuevo del Terrible (Córdoba) donde nació en 1913 aunque desempeñó su carrera profesional en Puertollano (Ciudad Real). Era matrona y estaba contratada por la beneficencia municipal para atender a las mujeres sin recursos durante la Segunda República.
Su historia es una de las que han investigado los profesores de Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares, Alberto Gomis y Lola Ruiz Berdún. Y es que el colectivo profesional de las matronas fue uno de los damnificados de la Guerra Civil española y la posterior dictadura franquista.
De la matrona cordobesa que ejerció en la provincia de Ciudad Real, se sabe que era hija de José Liñán Castro y Consuelo Lozano Prieto y que vivió en la calle Cuadro, 9 de Puertollano. También que entró como matrona municipal en noviembre de 1934 y que estaba afiliada a la sección de matronas de UGT en Ciudad Real (en algunos documentos posteriores aparece como afiliación al Colegio de Matronas, quizá como forma de enmascarar que pertenecía al sindicato).
Sometida a un consejo de guerra por su profesión, en su juicio no tuvo ni un solo apoyo. No hubo testigos de descargo, ni siquiera aquellos a los que ella había pedido que hablasen a su favor lo hicieron. Médicos, practicantes, el farmacéutico… “Todos declararon en su contra y dijeron que era de izquierdas, atea y con mala reputación”, según explica Lola Ruiz Berdún.
¿Por qué esta persecución y castigo? Magdalena Liñán tenía todas las papeletas en contra con un régimen al que “asustaban” las matronas: mujeres profesionales, con formación por encima de la media, independientes y con capacidad de influencia.
“Al igual que maestras y maestros fueron personas consideradas especialmente peligrosas para la dictadura franquista por su posible influencia sobre las mentes infantiles, las matronas también podían encuadrarse dentro de este grupo de personas dañinas para la dictadura”, señala la investigación.
Mujeres influyentes durante la II República que pasaron al ostracismo
La Segunda República había supuesto la apertura de una nueva etapa para la historia de las mujeres en España, señalan los investigadores, que se truncó con la guerra y el triunfo del bando conservador.
“No se trataba de mujeres convencionales que asumían el rol que el patriarcado les había asignado”, explican. “Muchas ni se casaban”. No tenían dependencia económica. La de las matronas era entonces una profesión exclusivamente femenina, con colegios profesionales reconocidos, lo que les permitió participar en espacios sociales y de decisión tradicionalmente reservados a los hombres.
Para Lola Ruiz Berdún, las matronas “no fueron víctimas pasivas de la guerra civil. De las mujeres en general se decía que lo eran casi siempre por ser ‘mujer de’, pero en este caso había una razón política: al régimen franquista no le gustaban porque quería a las mujeres en su casa, que no fueran combativas”. Y es que era habitual que participasen en Ateneos Libertarios. “Algunas eran anarquistas, daban mítines…”, a lo que se sumaba que, al ocuparse de la salud reproductiva femenina, su influencia sobre las mujeres “podía constituir un riesgo para la moralidad de la población. Las matronas no eran el ejemplo de mujer sumisa que constituía el ideal del patriarcado”.
Por eso, su ostracismo se potenció en la postguerra, cuando los derechos en salud reproductiva y sexual de las mujeres eran nulos y “los abortos provocados o las técnicas de control de natalidad, eran consideradas aún más dañinas para la regeneración española buscada por el nuevo régimen que se instauró en España”.
En realidad, no era algo nuevo, recuerda la profesora Ruiz Berdún. “Las matronas siempre hemos asustado porque estamos muy cerca de la vida y la muerte” y, por eso, en épocas como la de la Inquisición ya eran señaladas por su ‘poder’, recuerda.
En el caso de Magdalena Liñán, “todo jugó en su contra”, dice Lola Ruiz Berdún. Fue condenada a seis años y un día de prisión. Se sabe que pidió una conmutación de pena coincidiendo con la saturación de las cárceles que le fue denegada. “En teoría tendría que haber salido en 1946 pero nos hemos encontrado con que fue liberada antes, en 1943, para ser nombrada matrona en Chamartín de la Rosa, hoy barrio madrileño de Chamartín que entonces era un pueblo”.
Carné de matrona de Magdalena Liñán, expedido tras la guerra civil IMAGEN CEDIDA POR ISMAEL PARRAS
Desde entonces se le perdió la pista. “Algo debió pasar. Quizá fuera depurada negativamente”. No es hasta 1979 cuando consta que reclamó reconocimiento profesional como matrona titular, algo que consiguió en 1980, año el que quedó “rehabilitada y libre de toda sospecha”. No hay más datos y se desconoce si existen familiares que puedan aportar más luz sobre su historia