La Fundación Salvador Seguí ha participado en los actos de celebración del centenario de la realización del Congreso de Sants
Se ha instalado un panel informativo en el lugar donde se encontraba el Ateneo Racionalista
El Congreso Obrero de Sants, un centenario brillante del anarcosindicalismo catalán
Por
Joan Zambrana
A finales de junio se conmemora el centenario del Congreso Obrero de Sants que la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña (CRT-C) celebró desde el día 28 de junio hasta el 1 de julio del 1918 en el Ateneo Racionalista Obrero de Sants (Calle Vallespir núm. 12) de la ciudad de Barcelona.
La relevancia y trascendencia de este congreso del obrerismo catalán, de conocida orientación revolucionaria y libertaria a la vez, ha sido resaltada por diferentes historiadores catalanes y también por otros dentro del ámbito del Estado español, destacando especialmente que con él se inicia la sostenida e irreversible etapa de fortalecimiento del anarcosindicalismo ibérico, representada por Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
No nos equivocaríamos demasiado si afirmáramos que muchas iniciativas organizativas del anarquismo ibérico a lo largo de su dilatada historia estuvieron engendradas en el seno de los diversos movimientos libertarios catalanes. En el caso concreto del Congreso de Sants, las influencias y sugerencias fueron determinantes, tanto en las resoluciones organizativas aprobadas, como en el destacable grueso de asociados y militantes implicados en este proyecto colectivo.
Haciéndome eco –de una forma totalmente libre– del título del libro de Xavier Díez ‘El anarquismo, hecho diferencial catalán’, podríamos decir que el Congreso de Sants de la CRT-C formaría parte de esta narrativa plural alternativa al capitalismo proyectada y soñada por multitud de mujeres y hombres que (mal) vivían en nuestro país y que luchaban por una nueva sociedad sin ningún tipo de explotación.
En esta dirección de vibrante ansiedad revolucionaria, es necesario destacar la influencia positiva y alentadora que ejercieron los primeros tiempos de la Revolución rusa del 1917 para el conjunto de los movimientos obreros europeos, también para los de raíz catalana. Era la primera revolución de afirmación socialista, nítidamente popular y proletaria a la vez, y esto era fuertemente valorado por los sectores sociales con más voluntad y anhelo de emancipación social.
Cómo ha señalado el reconocido historiador Josep Termes, en un ensayo sobre los orígenes y repercusiones de la Revolución rusa en Cataluña, fueron los propagandistas anarquistas los primeros y mejores difusores de esta emergente revolución proletaria, al menos en su periplo inicial.
El Congreso de Sants se enmarcaría en ese momento de encrucijada histórica, esperando y deseando a la vez que muchos de los sueños proletarios de liberación social fueran exitosos. A guisa de ejemplo, en la Memoria del Congreso, redactada por el Comité de la CRT-C en diciembre de 1918, nos encontramos unas breves reflexiones de apoyo a estos anhelos: “Nuestras primeras palabras, nuestros deseos y nuestras admiraciones son para ellos. A todos os prometemos que nuestros actos estarán inspirados en vuestras gestas y que tendremos como honor propio proseguir el camino que nos habéis remarcado”.
El Congreso de Sants: elementos relevantes de reflexión y de análisis
De las muchas y útiles reflexiones que podríamos elaborar alrededor del Congreso de Sants, me gustaría destacar especialmente dos, que he considerado podrían ser las más relevantes a la hora de acotar un análisis más clarificador de esta cumbre del anarcosindicalismo catalán.
La primera de ellas, que según mi parecer ha sido poco reconocida, se fundamenta en la exitosa capacidad demostrada por los propagandistas libertarios para agrupar, de una forma más cohesionada y consistente, al movimiento obrero catalán. Esta era una de las carencias más recurrentes para intentar resolver de forma prioritaria. Los mismos protagonistas lo afirmaban a menudo en las páginas del periódico Solidaridad Obrera (órgano de la CRT-C) y el Congreso de Sants lo encaró y solucionó de una forma claramente satisfactoria.
En el Congreso estuvieron representados 73.860 asociados, con 164 delegados que pertenecían a 153 sociedades obreras y sindicatos de las principales comarcas de Cataluña. Unos datos bastante relevantes, que es importante hacer valer porque no se habían dado hasta aquellos momentos, certificando los inicios del crecimiento asociativo alrededor de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña.
Si bien la mayor parte de los afiliados provenían de la ciudad de Barcelona, con 54.572 asociados, es también bastante remarcable la participación de afiliados de muchas ciudades y pueblos de comarcas como fueron Sabadell, Terrassa, Badalona, Mataró, Manresa, Igualada, Reus, Tarragona, Lleida, Sant Feliu de Guíxols y Palafrugell, para enumerar algunas de las principales ciudades representadas en el encuentro.
Parecía, hasta estos precisos momentos, que la CRT-C era prioritariamente una organización vinculada al movimiento obrero de la ciudad de Barcelona, pero con una articulación sindical frágil en el resto de ciudades de las comarcas catalanas. Con la dinámica favorable puesta en marcha en el Congreso de Sants se empezarían a disipar algunas de las carencias recurrentes del obrerismo catalán en su conjunto, tanto en relación a las cuestiones de orden organizativo, como a las relacionadas con el ámbito ideológico que fragmentaban y paralizaban la posible cohesión de fuerzas sindicales en el Principado.
Después del Congreso de Sants la CRT-C se convertiría, durante mucho tiempo y por méritos propios, en la organización referente del movimiento obrero catalán. El sindicalismo libertario había hecho realidad, ahora ya sí de una forma más sólida y acertada, la indiscutible influencia ideológica que ejercía, por diversos medios, sobre las clases trabajadoras de nuestra tierra.
La segunda consideración a destacar, sin duda la más reconocida cuando hablamos del Congreso de Sants, sería la propuesta y aprobación de una nueva forma de articulación sindical colectiva mediante los llamados Sindicato Únicos de Ramo o de Industria que alcanzaban a toda la estructura organizativa de la CRT-C. Esta nueva herramienta sindical quería sustituir las viejas maneras de agruparse de los trabajadores catalanes, que provenían del último tercio del siglo XIX y se basaban en las antiguas Sociedades Obreras, donde se priorizaba el oficio como eje nuclear de su agrupamiento básico.
La reflexión colectiva desarrollada en el Congreso de Sants en cuanto a los Sindicatos Únicos fue bastante extensa y participativa. Las ideas-fuerza que se ofrecieron en el debate congresual, basculaban dialécticamente entre la prioritaria necesidad de englobar al mayor número de trabajadores en potentes organizaciones sindicales para luchar contra la burguesía, y por otro una posición de corte inmovilista que seguía defendiendo la validez del oficio como elemento prioritario de hermanamiento proletario. Un debate que mayoritariamente fue resuelto por los congresistas decantándose por la aprobación e implementación de los llamados Sindicatos Únicos de Ramo o de Industria, valorándolo como la mejor y más útil forma de agrupamiento obrero para luchar contra la burguesía.
Esta resolución congresual no suponía ni una centralización jerarquizada, ni tampoco una estructuración burocrática de los sindicatos, como algunos habían supuesto y criticado. Las asambleas de trabajadores asociados seguirían siendo los ejes distintivos de la renovada organización sindical, que mantendría los rasgos característicos más reconocidos de la filosofía sindical libertaría. Además, los delegados participantes en el Congreso de Sants, siendo conscientes del cambio sustancial a desarrollar, ofrecieron un margen de tiempo prudencial para que todos los sindicatos pudieran adecuarse a la nueva estructuración sindical aprobada.
Somos conocedores, por las diversas referencias aparecidas posteriormente en el diario Solidaridad Obrera, que en la mayor parte de los casos la transición organizativa fue eficiente y se resolvió favorablemente a finales de aquel mismo año. Después del Congreso de Sants, la CRT-C puso en marcha una extensa campaña en toda Cataluña con el nombre Excursiones de Propaganda, para dar a conocer los diferentes acuerdos y resoluciones y animar al resto de organizaciones obreras catalanas a sumarse al nuevo proyecto sindical surgido.
El historiador Manel Lladonosa, que es el autor del único libro dedicado exclusivamente al Congreso de Sants, nos informaba –de una forma muy documentada– de que el día 8 de diciembre del 1918 la CRT-C había celebrado una Asamblea Regional en la ciudad de Barcelona en la que participarían 254 entidades obreras de toda Cataluña, representando a 345.000 afiliados. Unas cifras de afiliación realmente destacables, tan sólo medio año después de la celebración del Congreso de Sants.
Posteriormente, a finales del 1919, la CRT-C llegaría a su cuota más grande de afiliación durante este periodo, agrupando un total de 427.000 asociados en el marco de su destacada participación en el II Congreso de la CNT celebrado en Madrid. Cómo han señalado algunos conocidos historiadores catalanes, esto suponía el agrupamiento mayoritario de las clases populares catalanas alrededor del anarcosindicalismo.