Laura
Vicente
Artículo de la historiadora Laura Vicente que participó en el acto celebrado el domingo en Montjüic junto la hija de Durruti y un nieto de Federica Montseny
Como cada año, el 17 de noviembre de 2019, nos volvimos a reunir convocados/as por Antonina Rodrigo. En esta ocasión contábamos con la presencia de Colette Durruti y de Paul Gambier Esgleas, familiares de Buenaventura Durruti y Federica Montseny. Antonina Rodrigo presentó el acto e intervinieron Laura Vicente, Paul Gambier y Manel Aisa.
Todas las intervenciones giraron en torno a la idea de que lo nuevo nace del cascarón viejo y que estos homenajes no son solo una rememoración nostálgica del pasado, sino la constatación de que el anarquismo cambia con el tiempo y el contexto.
A pesar de nutrirse de la tradición anarquista en busca de inspiración, el movimiento anarquista actual difiere de la visión libertaria de hace cien años, incluso de hace cuarenta años, y así debe ser puesto que hacer de las ideas anarquistas algo monolítico es la antítesis del propio anarquismo. Desde esta mirada tienen vigencia los tres hombres (y con ellos miles de mujeres y hombres anarquistas del pasado) que recordamos en el cementerio de Montjuïc.
Ferrer y Guardia, Ascaso y Durruti murieron de forma violenta y esas muertes simbolizaron su lucha:
Francesc Ferrer y Guardia fue una persona consciente de que en el anarquismo era primordial el compromiso ético, es decir, que no se podían alcanzar unos objetivos acordes con los valores anarquistas tomando caminos que los contradijeran. Esa dimensión ética convertía la cultura y la educación en elementos fundamentales y, por ello, fue ejecutado Ferrer y Guardia, en 1909, en Barcelona.
La reacción de las clases populares contra el golpe de Estado de julio de 1936 llevó a Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti a actuar en su contra y a participar en la Revolución puesta en marcha el 19 de julio. Ascaso murió el día 20 durante el asalto al cuartel de Atarazanas en Barcelona. Las milicias, el «pueblo en armas», asumieron la lucha contra el bando insurrecto y entre quienes murieron estuvo Durruti el 20 de noviembre de 1936 en Madrid.
El movimiento anarquista ha cambiado mucho con el paso del tiempo, como se remarcó en el acto de homenaje Lo que no cambia es su compromiso contra la dominación, término que incluye una gran cantidad de expresiones y de formas de opresión, exclusión y control (entre las que podemos destacar hoy, por su actualidad, los nacionalismos y patriotismos de cualquier tipo o la construcción de nuevos estados). El rechazo a la dominación da lugar a incontables focos de resistencia individual y colectiva que implican la lucha contra la represión y la falta de libertad de cualquier sistema político, de cualquier gobierno (o govern).
Por todo ello, se recordó un texto de 2004 de una mujer norteamericana, conocida como Starhawk (su nombre real es Miriam Simos, escritora y activista anarquista, autodenominada bruja, que es conocida como teórica del neopaganismo y del ecofeminismo):
«Podría elegir no aplicar la palabra “anarquismo” a mis propias ideas, pero creo que usarla tiene un valor, el mismo valor y el mismo razonamiento que me han llevado a llamarme bruja todos estos años. Y es que cuando hay una palabra con una gran carga implícita, que suscita tanta energía, es señal de que transgredes un terreno que los árbitros del poder no quieren que pises, que empiezas a pensar lo impensable, a mirar tras la cortina […], reclamar la palabra “Anarquismo” sería como arrancarles el garrote que usan para golpearnos, con el mismo que no quieren que cuestionemos el poder en profundidad».