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Ramón Acín: 80 años del asesinato del “hombre bueno” que se gastó El Gordo en financiarle ‘Tierra sin pan’ a Buñuel
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Recordamos el artículo que eldiario.es sacó el año pasado en el aniversario del fusilamiento del “gran” Ramón Acín. Un militante destacado y poco conocido fuera del mundo libertario. El año pasado una exposición ilustró a los zaragozanos sobre este Leonardo Da Vinci de Huesca


http://www.eldiario.es/aragon/cultura/Ramon-Acin-financiarle-Tierra-Bunuel_0_551895068.html

Acín y su mujer, Conchita Monrás, fueron fusilados en agosto de 1936 en las tapias del cementerio de Huesca; su hija, Katia, esperó a la jubilación para expresar a través del arte su experiencia como víctima

La exposición ‘El arte contra la violencia’ en el Museo Pablo Serrano aúna por primera vez en Zaragoza la obra artística de Ramón y Katia Acín

Un cómic, ‘La bondad y la ira’, recrea las últimas horas del maestro y artista

Ramón Acín y su perro Tobi. Imagen cortesía del Museo Pedagógico de Aragón.

Ramón Acín y su perro Tobi. Imagen cortesía del Museo Pedagógico de Aragón.

Ramón Acín (Huesca, 1888-1936) tenía un perro, Tobi. Orgulloso ejemplo de esos canes de raza difusa pero inteligencia vivaz, al bueno de Tobi le entristecía que le pusieran el bozal, tal como exigía la normativa municipal. Por eso Acín decidió pintarle con una brocha un simulado correaje y sacarlo a pasear de esa guisa, para despiste de los guardias y felicidad de la mascota. Anécdotas como esta, relatada por Víctor Juan a los visitantes del

Museo Pedagógico de Aragón

, retratan a este creador y maestro, calificado por algunos como “el Lorca aragonés”, del que en este 2016 se cumplen 80 años de su fusilamiento por las fuerzas fascistas. Exposiciones, homenajes y hasta un cómic recuerdan su figura.

Aquel hombre asesinado hace ocho décadas fue un ser poliédrico. Escribió artículos y fue un notable humorista gráfico. Abanderó desde la periferia las vanguardias con una considerable producción artística. Fue profesor de la Escuela de Magisterio de Huesca e impartió clases particulares de dibujo en su propia casa a niños con pocos posibles; fue también un gran entusiasta de la imprenta Freinet, con la que los escolares de la época podían realizar sus propios libros. En su afán pedagógico, llegó a transmutarse en inventor y diseñó una mesa-caballete declarada de utilidad para la enseñanza del dibujo. Como ciudadano comprometido, mantuvo posiciones inequívocamente libertarias y pacifistas.

Se puede definir a Acín de muchas maneras, pero quienes se han acercado a su figura se quedan con una característica fundamental: era “un hombre bueno”. Su forma de ser queda reflejada en anécdotas como la relatada más arriba, pero no es la única digna de mención. Antológica es la historia de cuando en 1932 tocó el gordo de Navidad en Huesca, del que Acín llevaba participaciones. Muchos de los agraciados destinaron el premio a construir los chalés que todavía hoy jalonan la calle del Parque; el maestro, en cambio, lo invirtió en financiar ‘Tierra sin pan’, el documental de su amigo Luis Buñuel sobre Las Hurdes. Otra imagen icónica es su jaula con una pajarita de papel dentro: decidió soltar al pájaro y sustituirlo por una figura de papel por coherencia con su pasión por la libertad.

Sus ideas y su forma de entender la vida le pusieron en el punto de mira. Estuvo varias veces en la cárcel, y su implicación en la Sublevación de Jaca en diciembre de 1930 le obligó a exiliarse a París. Incluso tras proclamarse la II República pisó de nuevo el presidio por su solidaridad con las huelgas obreras. Durante aquella pena escribió una llanas pero emotivas líneas a sus hijas Sol y Katia: “…los que estamos aquí presos nos han traído porque queremos que los niños y sus papás y todos vivan más alegres y mejor y todos pasen el verano en sitios bonitos que hoy sólo pueden ver los que tienen perricas y eso no debe ser y muchos protestamos y a Galán lo mataron”.

‘El arte contra la violencia’: padre e hija comparten sala

Esta carta a sus hijas forma parte, entre otras piezas, de la exposición ‘El arte contra la violencia’, inaugurada el pasado 6 de agosto en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, coincidiendo con el 80 aniversario del fusilamiento de Acín, y que podrá visitarse hasta el próximo 20 de noviembre. La muestra reúne por primera vez en la capital aragonesa la obra gráfica y pictórica de Ramón y Katia Acín, padre e hija, y es un recorrido desde la “negra noche” que representaron los tiempos tenebrosos que ambos vivieron a “la luz” con la que Ramón quiso iluminar el camino hacia una sociedad mejor.

'Juego... Sucio', una muestra del humor gráfico de Acín que puede verse en el Museo Pablo Serrano.

‘Juego… Sucio’, una muestra del humor gráfico de Acín. FUNDACIÓN RAMÓN Y KATIA ACÍN

La parte dedicada a la obra de Katia Acín (1923-2004) lleva por título “Estética de la víctima”, y expone el arte gráfico con el que la primogénita del matrimonio Acín-Monrás plasmó el horror al que se tuvo que enfrentar apenas cumplidos los 13 años. Fusilado su padre primero, y luego su madre, Conchita Monrás (cómplice de su esposo hasta el final: imploró a los captores de Ramón que le dieran a ella el mismo destino que a su amado), Katia fue despojada de su nombre y obligada a responder por Ana María. Tras ejercer toda su vida como profesora, se jubiló a finales de los años 80 y se matriculó en Bellas Artes, emprendiendo ya en edad provecta una fecunda carrera artística. Su historia, contada por ella misma con mucho humor, está recogida en este

vídeo

realizado por Emilio Casanova.

Pintor de bozales y bigotes

La del Pablo Serrano no es la única exposición dedicada a Acín en este aniversario. El Museo de Huesca muestra, hasta noviembre de 2017, ‘Sobre el papel: retratos en torno a Ramón Acín’, una colección de esculturas, relieves y obra gráfica y pictórica que recrea el ecosistema familiar, afectivo y social del artista.

Acín era un gran cultivador de la amistad. Aunque se codeó con Lorca, Buñuel, Indalecio Prieto y otros destacados personajes de la época, siempre presumió de que su mejor amigo era Juan Arnalda, un zapatero de Huesca.

Con Arnalda se escondió en julio de 1936 en su casa de la calle Cortes, en el hueco detrás de un armario. Cansado de ver cómo los falangistas maltrataban a su mujer en busca de información sobre su paradero, Acín tomó la resolución de entregarse. Antes, como hiciera años antes con el bozal del perro Tobi, le dibujó a Arnalda un bigote para que pudiera escapar camuflado en la noche.

Arnalda murió en Francia en 1977; Acín, en las tapias del cementerio de Huesca en agosto de 1936. En ese mismo lugar, el pasado martes 23 de agosto, día en el que fue fusilada Conchita Monrás junto a otras 94 personas, se inauguró un monumento en memoria de los asesinados por el fascismo en la capital oscense.

Viñeta de 'La bondad y la ira'.

Viñeta de ‘La bondad y la ira’. GP EDICIONES

Las últimas horas de Ramón Acín, en cómic

Tras facilitar la huida de Juan Arnalda, Acín esperó a ser detenido detrás del claustrofóbico hueco de un armario en su casa de la calle Cortes de Huesca. Juan Pérez, guionista, y Daniel Viñuales, dibujante, han imaginado cómo fueron aquellas largas horas en ‘La bondad y la ira’, un cómic publicado por GP Ediciones. “No queríamos mostrar qué era, sino cómo era. Con este punto de partida, el argumento salió solo: todas sus facetas tenían origen y se podían explicar por su forma de ser”, cuenta Pérez. El tebeo, trazado en un expresivo blanco y negro a lápiz, recrea la intervención “crucial” de Acín en la Sublevación de Jaca, y recoge también anécdotas menos conocidas, como su afición por la práctica del naturismo. “Huesca tuvo una relación de amor-odio con Acín: fue muy querido, porque tenía muchos amigos, pero quizás no fue entendido”, reflexiona el guionista.

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