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La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX) organiza la presentación del documental “Los internados del miedo” dirigido por Montse Armengou y Ricard Belis, este martes a las 20 horas en el Aula de Cultura “Esteban Sánchez” de la Residencia Universitaria “Hernán Cortés”.
Esta proyección forma parte del programa paralelo dedicado a la temática de memoria histórica, dentro del Festival EXTREMADOC 2015, certamen cinematográfico dedicado en exclusiva al género documental, Selección de documentales en la sub-sede de Badajoz, realizada por la ARMHEX, que pretende divulgar y promocionar el género documental como vehículo de transmisión de valores y análisis crítico de la realidad
El documental habla de los miles de niños y niñas que fueron encerrados en internados durante el franquismo y hasta los primeros años de la democracia. Colegios religiosos, orfanatos, preventorios, casas cuna, o centros de Auxilio Social se convirtieron en una especie de cárceles para estos jóvenes.
Allí sufrieron abusos físicos, psíquicos, sexuales, explotación laboral o prácticas médicas dudosas. Hoy destapan este pasado oculto y silenciado.
A diferencia de países como Irlanda, que han reconocido los malos tratos a niños bajo su tutela, en España estos abusos no han sido nunca juzgados ni reparados.
Ser hijo de madre soltera, pobre, con padres en prisión por motivos políticos o con algún familiar enfermo de tuberculosis era motivo suficiente para que un niño o una niña fueran internados en un centro religioso o del Estado.
La duración de la estancia era variable, pero para muchas criaturas estos centros se convirtieron en auténticas cárceles donde estuvieron encerradas desde el nacimiento hasta la mayoría de edad.
Palizas, violaciones, trabajo esclavo y vejaciones convirtieron en una pesadilla en la infancia y la adolescencia de miles de criaturas, y no sólo durante los primeros años del franquismo.
La Transición llegó tarde (una vez más) a muchos de estos internados y los abusos continuaron hasta bien entrada la democracia.
El régimen franquista invirtió pocos recursos en asistencia, pero explotó la beneficencia con finalidad propagandística dando la imagen de una atención exquisita a estos niños. Pero la realidad era bien distinta.
Las criaturas recibían caridad a cambio de adoctrinamiento y a menudo sufrieron unos malos tratos que excedían lo que se pudiera considerar normal para los castigos de la época. Los malos tratos no eran, por suerte, una práctica generalizada, pero sí demasiado frecuentes. Tampoco tenían lugar exclusivamente en centros religiosos, ya que muchas víctimas sufrieron los abusos en centros dependientes del Estado.
A las tensiones morales y la hipocresía de la época, se añadía la impunidad de abusar de unas criaturas que difícilmente podían denunciar nada.
Las secuelas de los abusos han perseguido toda la vida aquellos niños. Ahora, ya adultos, han decidido abrir el cuarto oscuro de la memoria y denunciar unos hechos que en otros países, como Irlanda, han merecido la condena del Estado y de la Iglesia.