FECHA

PREMIO PLACIDO FERNANDEZ VIAGAS. Discurso de Cecilio Gordillo
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En primer lugar, mi agradecimiento a la Asociación Derecho y Democracia, y a quienes tuvieron el valor de proponer a un “políticamente incorrecto” para este Premio.

Siempre hay que agradecer este gesto por lo que conlleva de esperanza en la sociedad civil y en su independencia de los poderes políticos, mediáticos y económicos. Y muy especialmente cuando lo que se reconoce, premia, es una labor como la de la Recuperación de la Memoria Histórica y Social de los marginados, perdedores, excluidos y olvidados de nuestra historia más reciente, aquella que tiene que ver con la larga noche del franquismo y de la eterna transición.

Me decía un amigo que está sentado por ahí, que el premio era algo personal, no colectivo, lamento llevarle la contraria, o al menos así lo considero yo. La labor de “destapar” a la sociedad, hechos como las existencia de un Convenio Colectivo que recogía la Jornada Laboral de las 36 horas semanales y el reconocimiento de la pareja de hecho en 1936, o la historia de “el Canal de los Presos”, que en realidad es de “los presos del canal”, y que ha logrado una importante repercusión política y mediática, pero sobre todo social, porque no en vano estamos refiriéndonos a un hecho que afectó, muy directamente, a miles de personas de toda España, pero sobre todo de nuestros barrios y pueblos más cercano.

O también “reconocer y homenajear” la vida, y también la memoria, de personas –sospechosas en todo momento- como las del Dr. Pedro Vallina o del maestro José Sánchez Rosa que tanto hicieron en materia de sanidad y educación por esta ciudad, y que tan caro pagaron por ello (la vida en un caso, el exilio en el otro).

Iniciativas como estas no se pueden poner en marcha de forma individual, sino contando con un grupo dinámico en su composición numérica, y heterogéneo en su diversidad ideológica y profesional, pero todos con valor y las ideas muy claras de que había que corregir –o al menos intentarlo- la dinámica de vivir el día a día, sin mirar al pasado, o al menos al pasado inmediato, tratando de saldar esta deuda contraída con los que nos precedieron. Nuestros padres y abuelos, pero también pensando en nuestra juventud.

En este trabajo que ya dura nueve años, aunque con anterioridad ya se había realizado alguna que otra actividad puntual a mediados de los ochenta, hemos intentado –el tema merecía la pena- no caer en sectarismos estériles -sin que ello signifique tener que perder nuestras señas de identidad o diluirnos bajo, el sospechoso, paraguas de la independencia – ya fuera con las fuerzas políticas o sindicales, entidades o instituciones, aunque las experiencias en esta materia han sido para todos los gustos.

Entendimos, y entendemos la memoria, como algo que nos pertenece a todos, más allá de ideologías u organizaciones, y conforme a este principio hemos actuado. Ver cómo el Parlamento Andaluz aprobaba (en algún caso por unanimidad) más de una sugerencia o proposición, tales como las del Banco Audiovisual para la Memoria Social de Andalucía o Los Merinales como lugar para la memoria, siempre le ponía a más de uno –al que os habla, por ejemplo- en duda ciertas opiniones sobre dicha institución.

De igual manera que descubrir que algunos de nuestros manifiestos (Canal de los Presos, Merinales, Casas Viejas contra la mercantilización de la Memoria, salvar de la piqueta la Tercera Galería de Ranilla, etc.) eran suscritos por personajes de la política, de los medios de comunicación, del mundo académico, y por muchas personas anónimas siempre ha sido una agradable sorpresa ; al igual que poder “montar” unas Jornadas en la Fundación El Monte, una exposición en el Museo de la Historia de Cataluña o en la UGT de Sevilla, dar una conferencia en la Fiesta del PCE en Madrid, o ante cientos de presos de la cárcel Sevilla 2 o de mujeres de Alcalá de Guadaira, en una casa okupa o en el Ateneo de Madrid, en la Universidad de Zaragoza o en un bar en Los Palacios, en varias decenas de Institutos y Centros de Educación de Adultos, etc…

De verdad, esto no ha sido nada fácil conseguirlo, si se tiene en cuenta el reparto de poderes en la sociedad actual, es decir, del reparto de cuotas de “representatividad institucional” que han establecido en nuestro país. O sea, aquello “del que se mueve no sale en la foto” que es lo mismo que decir que no existes para los medios de comunicación, ni para las instituciones. Y la verdad, moverse, lo que dice moverse, a algunos se nos ve venir desde lejos.

Afortunadamente nuestro trabajo está ayudando –al menos un poco- a que en esta ciudad, y también en Andalucía, ahora se pueda presentar públicamente un libro sobre Queipo de Llano, algo impensable hace solo siete años, o que se pudiera ampliar –sobre la marcha- una exposición sobre el Holocausto para dar entrada a los nombres de cerca de un millar de andaluces asesinados en Mauthausen, y que diéramos un “empujoncito” al Gobierno de España y de Andalucía, para hacer acto de presencia en esa localidad de Austria con motivo del 60 aniversario de la liberación de aquel campo de exterminio nazi ; o que por fin, en el cementerio de Sevilla se comience a escribir, en un muro, los nombres de los 3.500 fusilados en esta ciudad, aunque en los Registros Civiles solo haya inscritos –por ahora- poco más de 800.

Y en esto último, precisamente, la inscripción de los fusilados y desaparecidos en los Registros Civiles, una Asociación de Juristas como Derecho y Democracia, tiene mucho que decir, y que hacer. Ahí tenéis un reto del que, estoy seguro, se sentirían orgullos tanto Tomás Iglesias como Placido Fernández Viagas. Porque al igual que en otros mucho aspectos, el proyecto de Ley de “la Memoria Histórica”, para simplificar, no toca ni de “pasada” esta grave realidad, y es lamentable que setenta años después del Golpe de Estado y del asesinato de miles de personas, muchas familias se encuentren con graves dificultades para que aquellos que tuvieron una fecha de nacimiento, no puedan tener también una fecha de fallecimiento, y una causa de su muerte (la verdadera, y no la falsa como hasta ahora). Casos como el de la familia del parlamentario socialista malagueño Dorado Luque fusilado en Córdoba en 1936, o el de Vicente Almeida, intentando inscribir a su hermano desaparecido de la columna de los 8.000, o el de Marcelino Barragan de Cumbres Mayores intentando lo mismo con su padre.

Al igual que es indispensable que muchos ayuntamientos e instituciones puedan tener la opción, no solo de colgar una foto de su alcalde, diputado provincial, congresista o ministro fusilado, en su galería de personajes ilustres, sino también la de inscribirlos de oficio en los Registros Civiles, tanto a ellos como a sus vecinos desaparecidos o asesinados en estas circunstancias. Como sabéis, con la norma actual sólo las familias tienen la posibilidad de solicitar esta inscripción. ¿Y los que no cuentan con familiares, qué hacemos ? Si ya el “limbo” no existe.

Según creo, nadie del movimiento por la recuperación de la memoria (personas y asociaciones, entre las que nos incluimos) reivindicará, durante las muchas comparecencias ante la Comisión Interministerial, la elaboración de una Ley específica sobre la Memoria Histórica. Aunque muchos digan que esa es la manera de gobernar (dictar leyes, decretos, normas…).

Lo que trasladamos a esa Comisión y a otros muchos responsables institucionales, es la necesidad de una política diferente a la que hasta ese momento se había llevado a cabo (llena de silencios administrativos, vacías de intención política en el ámbito judicial o, incluso, el cultural, etc.), en el que la normalidad democrática hiciera acto de presencia, y, por el contrario, no se siguiera mirando para otro lado cuando se habla de la existencia de miles de fosas comunes.

Es decir, de enterramientos ilegales, como los califico yo. Fosas comunes muchas de ellas expoliadas por nuestros Ayuntamientos democráticos cuando hablamos de cementerios, o por Obras Públicas o Medio Ambiente cuando hablamos de obras en cunetas, montes o similares. Eso sin hablar de las que están (o estaban) situadas en propiedades particulares. Y Ahí, es la Guardia Civil la que tendría mucho que decir. ¿Algún Gobierno les ha preguntado ?.

¿Por qué esos temores a las exhumaciones ? Si ya las financiamos, y mandamos a nuestros mejores expertos, a Peru, Guatemala, Argentina, Chile o Rusia (en busca de los muertos, en combate, de la División Azul), e incluso a descubrir si son, o no, los restos de Colón los que están en Sevilla. Y en este sentido, la sociedad no puede consentir que un juzgado lleve pensándose, desde agosto de 2006, si terminar de exhumar o no, los restos de Francisco Caballero Gómez y Rosario Palmar García, fusilados el 30 de julio de 1937 en Zalamea la Real, para entregárselos a su nieto y enterrarlos decentemente.

Esas miles, cientos de miles, de personas asesinadas, represaliadas en las cárceles o campos de concentración de España, Francia, Argelia, Marruecos, etc. o deportados en Alemania, Austria o Polonia, exiliados por todo el mundo, depurados de sus puestos de trabajo, expoliados de su patrimonio personal y familiar, tenían y tienen nombres, vidas, rostros que aún hoy en la mayoría de los casos se desconocen por parte de la sociedad. No se puede seguir hablando de números sin más. No son datos estadísticos, detrás de cada número hay una persona. Es necesario conocer todos los nombres, y también todos los rostros de las víctimas, sus ideas y sus proyectos de vida. Esto no es un problema de números, es un problema, en muchos casos, de salud mental, pero también, y sobre todo, de salud democrática de nuestra sociedad, y entre otras cuestiones se tienen que hacer, de una vez por todas, que para acceder a una documentación sobre el Patronato de la Merced (entidad que controlaba a los presos políticos en trabajos forzados) no se tenga que esperar un año, o más.

Nos queda, lamentablemente, mucho trabajo por delante. Un ejemplo, conseguir que el último campo de concentración (algunos le siguen denominando al igual que el franquismo, Colonia Penitenciaria o también campamento) que se cerró en España, Los Merinales se convierta en un “lugar de la memoria”, un espacio donde se pueda homenajear a los miles de españoles que purgaron, en trabajos forzados, su pecado de luchar por un mundo mejor, construyendo carreteras, vías férreas, aeropuertos, canales y los pantanos que después Franco inauguraba, y que aún hoy algunos se atreven a apuntárselos en su haber, como agradecimiento por su existencia. Para ello, incomprensiblemente, aún existe el mausoleo de Cuelgamuros, o sea El Valle de los Caídos.

Al igual que no estaría de más, que muchas de aquellas grandes fortunas y empresas -que aún se cotizan en Bolsa- que se beneficiaron del trabajo esclavo de los presos políticos y “libertos” pidieran, al menos, disculpas, ya que pedirles lo que, por otro lado, les exigió el Congreso de los Diputados y el Gobierno de España, creo que en el año 2002, al gobierno alemán, y además consiguió (indemnizaciones económicas por el empleo de mano de obra esclava) es una utopía más.

Pero lo hasta aquí manifestado –que podría ser mucho más- lo dice un UTOPICO.

Gracias por la atención y nos veamos en este largo camino que aún nos queda por recorrer.

Cecilio Gordillo Giraldo.

Sevilla 31 de Mayo 2007

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