Pensadores 2
Pensadores 2. Mijaíl Bakunin (Rusia, 1814 – 1876) y Piotr Kropotkin (Rusia, 1842 – 1921)

Panel dedicado a Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin


Mijaíl Bakunin



(Rusia, 1814 – 1876)



“La instrucción es la medida del nivel de libertad y de prosperidad, no sólo una instrucción sino toda la instrucción, integral y completa, para que no pueda existir ya sobre el pueblo, para protegerlo y dirigirlo, es decir, para someterlo, ninguna clase superior por sus conocimientos, ninguna aristocracia de la inteligencia.”

Para Bakunin, el padre del anarquismo y uno de sus teóricos más importantes, el ser humano es una realidad social. Es la sociedad la que según sus necesidades lo moldea a través de la educación. Por tanto, si la sociedad es desigual, los seres humanos serán todos diferentes y vivirán en la desigualdad y la injusticia, no por un problema de aptitudes, sino por una cuestión de oportunidades.

El objeto final de la educación es formar personas libres, llenas de respeto y amor hacia la libertad ajena. Si bien la autoridad del maestro es necesaria en los primeros años de la infancia, ha de ir dando paso paulatinamente a una progresiva libertad, y así,


“el último día de escuela ha de ser el de la mayor libertad y el de la abolición absoluta de todo vestigio animal o divino de la autoridad.”



Piotr Kropotkin



(Rusia, 1842 – 1921)



“Pervertidos por el mando militar o deformados por una educación religiosa, (…) habituados como estamos por hereditarios prejuicios, por una educación y una instrucción absolutamente falsas, a no ver en todas partes más que gobierno, legislación y magistratura, llegamos a creer que los hombres iban a destrozarse unos a otros como fieras el día en que el polizonte no estuviese con los ojos puestos en nosotros, y que sobrevendría el caos si la autoridad desapareciera.”

Kropotkin, otro de los padres del anarquismo, acusa a la educación tradicional de aparato propagandístico del estado. Esa educación es necesaria para el estado y el estado es necesario para esa educación. Achaca la mediocridad de la cultura general, en concreto la técnica, a que el individuo no tenía libertad para formarse.

Propone educar a los niños en el entorno, y no en los límites de un aula, a menudo concebida como prisión :



“enseñadle al aire libre, y no en los libros, la geometría, midiendo con él las distancias hasta los peñascos próximos ; aprenderá las ciencias naturales cogiendo flores y pescando en el mar ; la física, fabricando el bote en que irá de pesca.”

Kropotkin tampoco pretende adoctrinar, sino que rehúsa en absoluto modelar al individuo de acuerdo con una idea abstracta, como rehúsa mutilarlo por la religión, la ley y el gobierno. Deja la libertad plena y entera al individuo. Defiende la educación sin más barrera que la del saber humano.

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