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Abogado anarcosindicalista que defendió a los encausados de Casas Viejas y la Revolución de Octubre del 34
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Abogado anarcosindicalista Benito Pabón Suárez de Urbina (Sevilla, 1895 – Ciudad de Panamá, 1954)
Fue defensor de encausados por los sucesos revolucionarios más famosos acontecidos durante la Segunda República española, como Casas Viejas (Cádiz, 1933) o la Revolución de Octubre (Asturias, 1934).
Nuestra historia comienza cuando en 1937 es contratado como abogado defensor por los familiares de los encausados en el proceso contra el Comité ejecutivo del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), tras los hechos de mayo acontecidos en Barcelona durante la Guerra de España. En ellos se enfrentaron anarcosindicalistas y comunistas antiestalinistas del POUM, de un lado, contra socialistas y comunistas del Partido Obrero Unificado de Cataluña (PSUC) y republicanos catalanistas (ERC).
Don Benito es un buen letrado, en medio de un ambiente cada vez más asfixiante, donde su profesión y la militancia de sus defendidos se entremezclan deliberadamente. Acusado falsamente de espía y amenazado de muerte por los esbirros de Stalin, pronto abandona la causa.
Tras ser avisado de que lo van a ir a buscar con orden de fusilamiento, se dirige en coche oficial hacia Francia. Acompañado de su esposa embarazada, Amparo Ordóñez, y de Benito, fruto de una relación anterior, cruzan la frontera a pie rumbo a Marsella. Poco después deciden marcharse los tres a Filipinas, donde ella tiene lazos familiares. El 12 de noviembre de 1937 embarcan en Marsella en el Athos II.
En Manila pronto comienza a escribir y a dar charlas contra los franquistas. De nuevo se topa con los mismos enemigos que había dejado en España: de un lado, la derecha reaccionaria, hegemónica; de otro, el Partido Comunista de Filipinas, que se encarga de mancillar a Pabón entre la colonia de exiliados españoles hasta prácticamente aislarlo.
En julio de 1938, poco después de nacer su hijo Luis, regresa a Francia por un asunto profesional. Resuelto éste al cabo de unas semanas, vuelve a partir hacia Manila.
En el país insular logra trabajar en asuntos de abogacía. También trabaja en otros despachos redactando alegatos de pleitos y causas que le entregan, entre los cuales destaca la defensa del futuro presidente y dictador del país, Ferdinand Marcos, involucrado en 1935, siendo menor de edad, en el asesinato de Julio Nalundasan, candidato ganador en las elecciones para la Cámara de Representantes.
Condenado a la pena capital, la exitosa apelación a la Corte Suprema de Filipinas en 1940 –escrita en español— es preparada por Don Benito, aunque su autoría finalmente será usurpada por Marcos, a la sazón también abogado.
Alcanzada cierta prosperidad económica, las vicisitudes continúan para la familia Pabón. Su último hijo, nacido a comienzos de 1940, fallece pocos meses después. Al cabo de un año, Don Benito es nombrado consejero en la Oficina Legal de la Corporación del Gobierno; pero en diciembre de 1941 comienza la invasión japonesa de Filipinas.
Posteriormente, es denunciado por la agrupación falangista de Manila, cuyo jefe provincial es José del Castaño. La orden proviene de Madrid, en concreto de Ramón Serrano Súñer, viejo conocido suyo. Ambos se presentaron por Zaragoza a las elecciones de febrero 1936, siendo aquél compañero de Jesús, hermano de Benito, en la CEDA (coalición de derechas).
FICHA BIOGRÁFICA
Pasó su exilio en diversos países, entre ellos Panamá, donde vivió los últimos años de su vida
Nombre completo: Benito Pabón y Suárez de Urbina
Nacimiento: 25 de marzo de 1895, Sevilla, España
Ocupación: Abogado, político y anarcosindicalista
Cónyuge: Amparo Ordóñez
Resumen de su carrera: Diputado sindicalista en Cortes por Zaragoza (1936); organizador de la columna cenetista ‘Águilas de la Libertad’ en los primeros compases de la guerra y la revolución españolas; secretario general del Consejo Regional de Defensa de Aragóny, y, como tal, acompañante del cadáver del anarquista Buenaventura Durruti durante su traslado de Madrid a Barcelona; presidente de la Comisión Jurídica Asesora del Ministerio de Justicia dirigido por Joan García Oliver (1937).
Apresado por la policía militar nipona tras la ocupación de la isla de Luzón, es confinado junto a otros presos políticos de varias nacionalidades en el edificio Villamor Hall de Manila. Pabón pasará dos largos años de cautiverio, parte de ellos enjaulado en una estructura de bambú, ‘casi a oscuras, sin poder hablar con nadie, incomunicado del mundo, en poder de gente salvaje’, según una carta escrita a su hermano, Antonio Pabón.
Puesto en libertad a comienzos de 1945 junto con tres mujeres españolas, permanece un tiempo más en el país insular junto a su hijo mayor arreglando ciertos asuntos de letrados. En septiembre parte hacia San Francisco rumbo a Cuba. Aún recala unos días en Nueva York y Panamá para hacer unas gestiones antes de arribar a Cuba, en diciembre. En la isla caribeña permanece un año y medio, instalada la familia en el barrio de Vedado de La Habana.
Pronto le llegan dos ofertas desde Panamá: una para ocupar la cátedra de Derecho Civil en la Universidad de Panamá y otra de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas Juan Demóstenes Arosemena, donde se abre convocatoria solicitando educadores. Escoge la segunda, estableciendo su residencia, a finales de junio de 1947, en las casas ubicadas dentro de la pequeña ciudad-escuela.
Aunque el sueldo no es elevado, los gastos son pocos. La escuela les paga casa, comida y viajes. Logran ahorrar algunos dólares.
De vuelta a Panamá, la salud no lo acompaña desde mayo a Pabón ni a su hijo Luis y gastan su dinero en médicos y traslados a la ciudad.
En 1948 recibe un dinero de Filipinas que permite a la familia ir a descansar a Medellín (Colombia) durante los dos meses de vacaciones en las aulas. En este país serán testigos del ‘Bogotazo’, que consiste en una serie de disturbios que se inician con el asesinato del candidato presidencial del partido liberal, Jorge Eliecer Gaitán, de ideas socialistas.
Para el nuevo curso del año 1948, el matrimonio solicita el traslado a la Escuela Abel Bravo de la ciudad de Colón. Las horas de docencia, excepto una semanal dedicada a la filosofía, cada vez se le harán más largas, máxime cuando su tiempo es escaso por tener que dedicarse a otros asuntos, tales como la organización de actos con motivo del centenario de la ciudad de Colón, por los que recibirá una medalla al mérito ciudadano.
El exceso de trabajo propicia que no acuda a las revisiones médicas prescritas y cae enfermo en enero de 1954. Fallece en el hospital Santo Tomás de la ciudad de Panamá el 28 de agosto de 1954, a las diez de la mañana, víctima de un aneurisma en la aorta abdominal.
Sesenta y tres años después rescatamos la memoria indeleble de un hombre que buscó la justicia social lejos de dogmatismos y beaterías. Quizá por ello haya sido un olvidado entre los olvidados de la historia.
EXTRACTO REVISTA ES HUMANITAT NOVA, NÚMS. 3/4, 2018, MALLORCA (ESPAÑA); PP. 5-12.