Con anterioridad, y después de 6 años de gestiones (06.06.2003), se consiguió que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (Gobierno de España) cediera –en principio al Ayuntamiento de Dos Hermanas- el solar donde estuvo ubicado el campo de concentración (55.757 m2. con un valor catastral de 1.945.027 €), para construir el Memorial Merinales, como homenaje a los miles de presos políticos que durante 22 años (1940-1962) construyeron como “esclavos” el canal del bajo Guadalquivir, ahora ya reconocido oficialmente, como “Canal de los Presos”.
La lentitud de las administraciones e instituciones públicas –y el desinterés de la mayoría de los firmantes del protocolo- están consiguiendo que los verdaderos protagonistas de esta historia (los presos políticos) no estén con nosotros el día que se ponga la primera piedra, y menos aún acudan a la inauguración de las instalaciones, donde se les recuerde y homenajee por sus esfuerzos y sacrificio (en algunos casos con su propia vida) para que hoy la sociedad en general pueda disfrutar de la libertad y de las aguas que dan vida a más de 80.000 hectáreas –y mucho dinero- a los propietarios de las tierras, a la industria trasformadora y a las “arcas” de los municipios que atraviesa.
Esos miles de presos pertenecían a todo el arco ideológico y asociativo de la época (republicanos, socialistas, comunistas, anarcosindicalistas, nacionalistas, masones, etc..) y dentro de las alambradas de esos campos de concentración mantuvieron vivas sus ideas, y sus organizaciones, para una vez en libertad (los que la consiguieron, a pesar de la represión y el seguimiento al que fueron sometidos durante la larga noche del franquismo), las pusieran en marcha. Esto, que para algunos ha sido un descubrimiento, ha venido a demostrar que “la memoria” hizo bien su trabajo, incluso electoralmente, sin embargo muchos aún no están dispuestos a pagar esta “deuda histórica” con aquellos que nos entregaron lo mejor de sus vidas.
Cecilio Gordillo Giraldo, Coord. “RMHSA”