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Mano de obra esclava construyó la terminal civil del pujante aeropuerto de Málaga
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Hoy ocupa cuarto lugar en cuanto a volumen de tráfico entre los aeropuertos de España y el puesto 22 entre los de la Unión Europea, pero en plena Guerra Civil era sólo una base aérea, si bien sus orígenes se remontaban a 1919 cuando fue creado como aeródromo de enlace peninsular entre la metrópoli francesa y sus colonias del norte de África. El trabajo esclavo de los presos republicanos hacinados en el campo de concentración de Torremolinos contribuiría a convertir aquellas modestas pistas en un verdadero aeropuerto mediante la construcción de una estación civil de pasajeros. Iniciadas en 1938, las obras no concluirían, sin embargo, hasta pasados diez años.

¿Cuál era la situación en la Málaga vencida en la Guerra Civil? Hasta junio de 1940 habían sido fusiladas más 2.600 personas, entre ellas 55 mujeres, y en la ciudad estaban abarrotados los espacios carcelarios de la capital y de los municipios colindantes tras concluir la contienda. El investigador Manuel Morales Muñoz apunta que “ante el agotamiento de las cárceles se multiplicaron los espacios de encierro: campos de concentración para albergar a la población reclusa, castillos, conventos, cines o establecimientos fabriles”. Entre 1936 y 1937 se planea la construcción de campos en Antequera, Ronda, Alhaurín el Grande y Torremolinos.

La catedrática en Historia Contemporánea Encarnación Barranquero recuerda además que el hecho de que “la Junta Técnica del Estado pidió al gobernador civil de Málaga Francisco García Alted que sugiriera un lugar apto para construir un campo de prisioneros con una capacidad mínima para 2.000 personas, revela el problema que habían provocado las detenciones masivas” y, en consecuencia, la necesidad de habilitar nuevos lugares de internamiento.

4.000 PRESOS HACINADOS SIN BARRACONES

En el conocido Cortijo del Moro, en Torremolinos, se albergó a más de 4.000 presos republicanos que trabajaron como mano de obra esclava en la construcción de la terminal civil del actual aeropuerto de Málaga. Este campo es uno de los 13 de toda Andalucía que se encuentra en el inicio del trámite de expediente como declaración de Lugar de Memoria en Andalucía.

En un estado extremo de insalubridad, sin letrinas, sin espacios donde guarecerse del mal tiempo o donde contar con el más mínimo servicio de higiene, los presos comenzaron a llegar durante el mes de marzo de 1938 al campo de concentración de Torremolinos. Muchos de ellos morían de frío a causa de las malas condiciones. El propietario de aquel cortijo, José Ruiz Soldado, Conde del Peñón y de la Vega, no dudó en ceder los terrenos para la creación de un campo donde prácticamente todo faltaba. Era tal la escasez que inicialmente ni siquiera había barracones. Se sabe que la orden de trasladar presos hasta la zona de Torremolinos fue dada por el militar Arias Navarro. En la provincia aún se llegó a conocer al que fuera el último presidente del Gobierno de la dictadura con el sobrenombre de ‘carnicerito de Málaga’.

Vecinos de Torremolinos se acercaban a las alambradas a ofrecer comida a los presos, con el consentimiento de las autoridades franquistas que custodiaban el espacio. Las mujeres buscaban el favor de alguna elevada autoridad que salvara de una muerte segura a sus hombres. La historiadora Barranquero destaca que “varios testimonios de la Axarquía muestran cómo los alcaldes podían otorgar avales para sacar a los detenidos de los lugares de concentración, como ocurrió con Remedios Jiménez Martín y Francisco Yuste Gómez”. Uno de los personajes que hacía este tipo de gestiones era el cónsul italiano Tranquillo Bianchi, quién, según apunta Barranquero, “era asiduo visitante de los campos de detención de La Aurora, Torremolinos y Alhaurín el Grande y señalaba para condenar o salvar a los detenidos, que temblaban al verlo, fuera cual fuera finalmente su suerte”.

CONSTRUCCIÓN DE LA ESTACIÓN CIVIL

Tras la reanudación de los vuelos de pasajeros en 1938 con la toma de Málaga, el Ayuntamiento franquista plantea una solicitud a la Jefatura de Infraestructura del Aire para iniciar la construcción de la primera estación de viajeros en este aeropuerto. En junio de 1939 se aprobaba la compra de terrenos colindantes a la zona que circundaba el aeropuerto con un presupuesto de 169.034 pesetas, gracias a las gestiones del alcalde Luis Gutiérrez Soto. La elevada cantidad de gastos en aquellos tiempos obligaría al uso de mano de obra esclava, contando con casi 4.000 presos que se encontraban hacinados en el campo de concentración de Torremolinos. Sin embargo, la dificultad de las obras en plena posguerra hizo que la construcción de esta terminal se demorase hasta casi finales de la década, finalizando la terminal en 1948.

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