Rojoynegro.info/José Luis Gutiérrez
Casas Viejas ya forma parte del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, donde la brutalidad policial dejó para siempre marcada esta localidad por la Matanza de 1933
El BOJA número189 de 28 de septiembre de 2019, en su página 89, publicó una disposición de la Consejería de Cultura en la que anunciaba que la Dirección General de Bienes Culturales y Museos había decidido, ocho días antes, incoar procedimiento para la inscripción en el Catálogo General el Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico, a los Lugares de los Sucesos de Casas Viejas. No es la primera vez. Hubo un primer intento en 2009 que no terminó de cuajar de forma misteriosa cuando todo parecía indicar que iba a serlo. Después, pasado el plazo reglamentario tras el primer fracaso, el ayuntamiento de Benalup-Casas Viejas lo solicitó en febrero de 2013 y parece que se reinició la tramitación en abril. Después el silencio hasta la repentina publicación hace un año de la mentada resolución a instancias de no sabemos quien.
Tras los primeros parabienes por tan buena noticia nuevamente un espeso silencio ha regresado. Mientras, el tiempo pasa y si no se aprueba en los próximos seis meses, ¿estarán esperando al próximo aniversario?, nuevamente la declaración de BIC volverá al limbo, no precisamente al de los justos cristianos. Por tercera vez. En el fondo no es un tema tan importante. No son las administraciones las que a golpe de decretos y leyes determinan lo que forma parte de la cultura de una localidad, ni siquiera de la nación. Por fortuna, añado. En realidad, como suele ocurrir, leyes y actos administrativos suelen aparecer cuando ya la costumbre ciudadana, el impulso cívico ha asentado la cuestión o el hecho. Es entonces, solamente entonces, cuando aparecen leguleyos y burócratas y mediante el uso de los aparatos del Estado, incluido el arma en papel que son los BOE, BOJA y similares, sancionan e intentan apropiarse de lo que ya es del común.
Si hay un ejemplo de lo escrito es el caso de la recuperación de los sucesos de Casas Viejas como algo propia de una cultura, de la rebelión, de la utopía como patrimonio de una comunidad. Atrás quedan los tiempos en que eran un oprobio, un motivo de represión e incluso de vergüenza. Así habían corrido los tiempos hasta conseguir que lo que hubiera sido una llamarada de libertad, arrancada a base de fuego y violencia, fuera percibido como algo, no sólo de lo que había que retirarse, por ser peligrosa, sino asumida como sinónimo de incultura y, hasta, delito.
Para que así ocurriera fue necesario que grupos de vecinos se pusieran mano a la obra y terminaran obligando a las autoridades a seguirle la estela. Es cierto que con un precio, en ocasiones, muy alto. Gracias a eso se va normalizando la percepción de lo ocurrido en 1933, se va interiorizando con información, e incluso se va utilizando no como un mero recurso turístico sino como un continente atractivo que mantiene el contenido crítico, de conocimiento. Por lo menos de momento y, espero, que por mucho tiempo.
Declarar BIC los lugares de los Sucesos, y más la propuesta que se presentó que recogía elementos no estrictamente materiales, sería un paso adelante en consolidarlos como patrimonio local y, también, un triunfo para la ciudadanía activa.
Aunque no estoy de acuerdo, la ley de memoria histórica andaluza ha retraído el marco cronológico de aplicación a abril de 1931. No niego que haya sido con la mejor de las intenciones. Pero, pienso que desvirtúa por completo lo que, por lo menos para algunos, era el concepto de “memoria histórica” hace 15 años: recuperar la historia de la represión franquista, ocultada y prácticamente desconocida, en busca de la verdad, la justicia y la reparación. ¿Cabría aplicarle, como al franquismo, al gobierno republicano-socialista de enero de 1933 esos principios? Peliaguda cuestión como, no menor tampoco, si habría que registrar ante la administración andaluza una petición de exhumación y toma de muestras de ADN a los familiares de aquellos cuyos restos se encuentran en el cementerio benalupense, victimas de enero de 1933 y represaliados por el franquismo, en el nicho que preside una lápida con su correspondiente cruz.
Los sucesos de Casas Viejas se han convertido en un referente de las consecuencias de poner los intereses partidarios por delante de los colectivos. La razón de Estado por delante del estado de la razón. Por eso hoy seguimos recordándolos e, incluso, todavía son el centro de alguna polémica por ocupar una parte del espacio público en Benalup. Pero esa os otra historia.
José Luis Gutiérrez
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