FECHA

Localizado en un asilo el forense que hizo la autopsia al policía del ’caso Puig Antich’
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El forense Rafael Espinosa Muñoz, buscado desde hace meses para declarar como testigo en el proceso de revisión de la condena a muerte del anarquista Salvador Puig Antich, ha sido localizado en una residencia de ancianos de Cataluña y tiene 91 años de edad, según fuentes del Tribunal Supremo. El alto tribunal ha encargado un informe médico para averiguar si está en condiciones de testificar sobre la autopsia que él y otro forense ya fallecido practicaron al cadáver del subinspector Francisco Anguas el 26 de septiembre de 1973, y cuya muerte determinó la ejecución de Puig Antich a garrote vil.

Un médico afirma que el cadáver estaba cosido a tiros, pero la autopsia sólo refleja tres balazos

El resultado de esa autopsia, practicada en una comisaría, determinó que el subinspector Anguas murió de tres disparos que presentaba en el lado izquierdo del cuerpo. Pero hace unos meses el doctor Ramón Barjau, que se encontraba de guardia en el hospital Clínico de Barcelona aquel 25 de septiembre de 1973, declaró que cuando vio el cuerpo de Anguas le pareció que estaba “cosido a balazos” y que tenía “al menos cinco, en caudal, en el lado derecho del cuerpo”. Sobre la base de este testimonio, las cuatro hermanas de Puig Antich pretenden que el Tribunal Supremo examine por segunda vez el caso y autorice la revisión de la sentencia del consejo de guerra. Aseguran que la muerte del policía no pudo producirse por los disparos de Puig Antich.

Según la sentencia del consejo de guerra que condenó a muerte a Puig Antich, el 25 de septiembre de 1973 la policía tuvo noticias de que se iba a efectuar un contacto entre miembros del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), en la esquina de las calles Consell de Cent con Girona, por lo que montó el correspondiente servicio. Sobre las seis de la tarde apareció Puig Antich con otro miembro de la organización y, al ponerse en contacto con un tercero que les esperaba, fueron rodeados por seis policías. Salvador Puig Antich intentó darse a la fuga, pero fue detenido. Le quitaron una pistola que llevaba en el bolsillo de la americana y le metieron en un portal, el del número 70 de la calle de Girona.

Dentro del portal, tras diversos intentos de huida, Puig Antich “se arrojó de espaldas, cayendo sobre el inspector Bocigas, que le sujetaba, al tiempo que, sacando una segunda pistola Astra del 9 largo que ocultaba en la cintura, hizo cuatro disparos contra el subinspector Francisco Anguas Barragán, alcanzando tres de ellos su destino”, siempre según la sentencia. Ante estos hechos, el inspector Fernández Santorum hizo dos disparos sobre Puig Antich, alcanzándole uno en la región mesentérica izquierda del maxilar inferior y otro en el hombro izquierdo.

Nada más producirse el tiroteo, la policía llevó a Anguas y a Puig Antich al hospital Clínico de Barcelona, donde se encontraba de guardia el doctor Barjau. Al evocar los hechos ante la Sala de lo Militar, Barjau declaró que el policía parecía estar muerto y, tras desvestirle, comprobaron que, en efecto, Francisco Anguas era ya cadáver.

Los médicos se dedicaron entonces a Puig Antich, que también llegaba herido. Un adjunto a Barjau, el doctor Joaquín Latorre Martín, encontró una bala en la cavidad bucal de Puig Antich, correspondiente al primer disparo que recibió el anarquista.

Mientras atendían a Puig Antich, Barjau oyó que los agentes se referían a él como El Francés, porque portaba un pasaporte de esa nacionalidad. El médico, que conocía al herido porque había estudiado con un hermano de Salvador, les dijo a los policías que lo conocía y que se trataba de Salvador Puig Antich.

Pero lo que más asombró al fiscal y a los magistrados del Tribunal Supremo que asistieron a la declaración de Barjau fue lo que el médico dijo sobre el cadáver del policía Francisco Anguas. Ya al llegar al hospital le había parecido que el cuerpo de Anguas estaba “cosido a balazos”. Uno de los magistrados le preguntó si diría que el cuerpo estaba “cosido a balazos” si sólo tuviera tres. Barjau dio un respingo y respondió que nunca habría dicho eso por sólo tres balazos. “Eran más”, añadió. “Tenía al menos cinco, en caudal, en el lado derecho del cuerpo”. Cuando le pidieron que los situara sobre un dibujo, los puntuó alineados, -en caudal-, desde el lado derecho del pecho hasta el muslo.

Tras ser detenido, Puig Antich prestó su primera declaración en el hospital Clínico, pero al frente de la comisión de policías que le interrogaron iba un fiscal, Alejandro del Toro, hoy fiscal del Supremo. En medios forenses nadie cree que, en presencia de Del Toro, Puig Antich fuese torturado. Y Puig declaró que intentaron detenerle y que, en un momento dado, disparó para huir.

JULIO M. LÁZARO – Madrid / EL PAIS

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