eldiario.es/Candela Canales
Josep Pimentel mezcla realidad y ficción en ‘La maleta’, a través de la cual recorre la Barcelona revolucionaria de 1936, el Frente de Aragón y las colectivizaciones.
Eliseo es un obrero hijo de migrantes del sur de España, que se trasladó con su familia a Barcelona en el primer tercio del siglo XX, primero en el barrio Chino y después en el barrio obrero del Poblenou. Es “un ejemplo de anarcosindicalista que se hace a través de las luchas obreras en la fábrica”.
La suya no es una historia real como tal, es un compendio de historias de diferentes personas que Josep Pimentel ha fusionado para hablar del anarcosindicalismo y las luchas obreras.
‘La maleta’ de Josep Pimentel
El recorrido de Eliseo va desde la fábrica de Barcelona donde comienza su lucha obrera hasta el frente de Aragón, al que llega formando parte de la Columna Ortiz. “Yo no quería hacer la guerra, quería participar en construir la revolución. Yo sabía que para ello era necesario aplastar al fascismo y por eso me decidí a ir a la Columna Ortiz con la intención de participar en las colectividades agrarias”, relata Pimentel en el libro.
También destaca la colectivización, que fue “muy importante” en Aragón, “sobre todo en las zonas que aparecen en el libro. Me he centrado en Oliete, Hijar, Alacón o Albalate porque han sido zonas un poco olvidadas y he querido darles la importancia que merecen”.
“El histórico suyo, el nacimiento y el origen familiar está inspirado en Pedro García Martínez, que es una persona que vivió hechos similares a los que vivió Eliseo. Su personalidad y parte de la historia que explica está inspirada en otras personas o situaciones en las cuales Pedro no participó, también en documentos de archivo. Tiene algo de mi madre, que falleció de cáncer de páncreas, enfermedad que padece Eliseo. Y también tiene un poco de muchas de las historias personales que he conocido y he leído a lo largo de mi vida, de esos obreros que lucharon por un mundo mejor y lo consiguieron, aunque fuera durante un pequeño período de su vida”, explica Pimentel.
El objetivo del libro era reconstruir la historia del anarcosindicalismo y de las luchas obreras, todo ello a través de diversos personajes que caracterizan algunas de las figuras o corrientes que componían el movimiento obrero y para mostrar la versión de “los olvidados de la historia, dar voz a quienes no habían tenido”.
Pimentel destaca lo costosa que está resultando la recuperación de la memoria histórica en el terreno del anarcosindicalismo. “Se había recuperado la parte republicana vinculada a partidos políticos pero la parte vinculada al anarcosindicalismo se había tocado mucho menos, teniendo en cuenta que el movimiento de la CNT había sido el movimiento obrero más potente de Europa”.
“Todos tenemos historias y muchas han estado guardadas en viejas maletas, que se han perdido a lo largo de la historia. Llamar al libro ‘La maleta’ es un recurso para hablar de la desmemoria, del silencio, que muchas personas lo que vivieron debido a la represión y al silencio ha hecho que esas maletas hayan estado silenciadas”, explica el autor.
Personas corrientes
Para ello, Pimentel centra sus estudios en personas de base, “que no habían tenido la oportunidad de que su voz se pudiera compartir, ese es otro de los objetivos, que fueran personas corrientes las protagonistas de la historia”.
No solo la historia de Eliseo, Pimentel crea tres personajes que encarnan los perfiles principales de luchadores obreros de la época. Flora es de origen aragonés, es de una familia de campo que se instala en otro barrio de Barcelona y sus padres y su familia tienen una implicación ideológica a través de los grupos excursionistas o las escuelas.
También forma parte de la historia Sebastián, una persona de origen de clase media-alta del interior de Tarragona que por los ideales decide renunciar a los privilegios de su familia para mantenerlos.
Aparece otra figura, Karl, un brigadista internacional que viene a España a luchar contra el fascismo, encarna a muchos de los luchadores por la libertad y contra el fascismo, el idealista romántico que viene por una ideas y que quiere participar en la revolución para frenar el fascismo. “Fue una generación de hombres y mujeres única e irrepetible. Eran nuestros hermanos. Entendieron que se estaba librando una crucial batalla contra el fascismo en el cuadrilátero peninsular y que había que combatirlo”, relata Pimentel.