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 Caracterizar como revolucionario cualquier conflicto en el que interviniera
 
 la CNT es una de las características más extendidas sobre la
 
 Segunda República. Una idea que, nacida durante el enfrentamiento del
 
 anarcosindicalismo con el gobierno republicano socialista, ha pervivido
 
 e impregna gran parte de la historiografía. El planteamiento
 
 ha sido utilizado tanto para describir los años republicanos como de
 
 extrema conflictividad política y social, como para justificar, por la
 
 acción de extremismos violentos, que el golpe de Estado de 1936, y la
 
 guerra y revolución que siguieron a su fracaso, fue responsabilidad de
 
 todos. El resultado ha sido la pervivencia de mentiras convertidas en
 
 verdades y el permanente desconocimiento de acontecimientos históricos.
 
 El artículo analiza a la luz de estas premisas la huelga general
 
 que tuvo lugar en Cádiz en octubre de 1931 en demanda de rebajas en
 
 los alquileres. La conclusión, a partir de fuentes documentales militares,
 
 es que no fue un hecho revolucionario sino un conflicto con
 
 demandas sociales muy concretas y limitado en el tiempo. En consecuencia
 
 sus protagonistas fueron caracterizados como « revolucionarios
 
 permanentes » y, como tales, sufrieron la represión republicana
 
 y franquista y las políticas de amnesia de la Transición española.
															
