La Plaza Gavidia es el centro de las concentraciones en Sevilla de las víctimas del franquismo todos los primeros sábados de mes
Esto no es memoria histórica, es historia. Y vamos a contar la historia de verdad de este país de una puñetera vez
-“¿De lo de Argentina se sabe algo?”, pregunta un hombre.
-“Los abogados han solicitado a la jueza que pida también que se enjuicie a los que están implicados”, responde Paqui.
-“En Público venía que se habían a admitido a 12 personas para que declarasen”, añade Santi.
-“¿Doce testigos?”, pregunta Paqui.
-“Sí, sí. Venía en Memoria Pública. Serán doce las personas que declaren ante la justicia argentina”.
Esta conversación se produjo el pasado marzo en la Plaza de la Gavidia, en Sevilla. Como todos los últimos sábados de todos los meses desde hace cinco años, familiares de víctimas del franquismo, historiadores y defensores en general de los derechos humanos se reúnen frente al antiguo cuartel de Queipo de Llano -desde donde hacía los llamamientos a la represión- para escucharse, para entenderse, para seguir sumando fuerzas, para pedir justicia. Medio año después, hay un auto dictado por una jueza argentina que pide la extradición de cuatro altos funcionarios franquistas. Aquel sábado llovía a cántaros. Y en el huequito de la acera, con los paraguas abiertos, Juan recordó a Virtudes, una mujer a la que le mataron a su padre, a su madre, a la hermana de su abuela… Y recomendó ver la obra de teatro de las mujeres del Aguaucho, supuestamente arrojadas a un pozo en Fuentes de Andalucía. Y Eduardo propuso los actos para conmemorar el 14 de abril, que estaba ya a la vuelta de la esquina. Y Paqui, incansable, avisó de una próxima reunión de la Comisión para la Verdad a la que no sabían aún si acudiría Garzón. Y Cecilio, tan anárquico como siempre, contó que hubo quien se comió con papas algún que otro monumento.
Y así enlazan unas historias con otras. Hasta que llega la hora de comer, y Antonio, de Marchena, que ya tiene los años y el dolor de toda una vida machacada por quienes quisieron reeducarlo, abandona la plaza con su mujer, hasta el siguiente sábado. Varios de ellos cuentan a Andalucesdiario.es la importancia de estos encuentros en la Gavidia, que hoy más que nunca en estos cinco años, se ha convertido en la particular Plaza de Mayo de Andalucía.
CECILIO GORDILLO: Vernos en un sitio para hablar de estos temas surge como una necesidad imperiosa. Por un lado, porque en Andalucía no existía ningún tipo de apoyo a la exhumación y pruebas relacionadas con los restos de las fosas. Y decidimos, desde algunas asociaciones, plantear ante el Gobierno andaluz que existía esta demanda social, que no era el antojo de alguien que se veía reflejado en algún medio de comunicación, como en algunas ocasiones se solía decir. Ah, estos son cuatro pirados que están intentando poner entre la espada y la pared la modélica transición. Pues no. Simplemente queríamos hacer hincapié en esa necesidad. Había una necesidad de verse, de encontrarse, de romper el tabú, porque había mucha gente que tenía ese problema. Y el problema era que nunca se había hablado con los demás de ese problema. Esto nos sirvió para romper la intimidad o el sufrimiento personal que había dentro de la casa, compartiéndolo con otros que tenían ese mismo problema. Había que ponerlo en común y que saltara a la calle. Esto no era un descubrimiento. Lo habían hecho las abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina.
PAQUI MAQUEDA: Aquí no importa quién convoca, sino a quiénes se convoca. La información es poder y aquí se da información. Hemos conseguido que esta reunión sea un núcleo donde se pueda hablar, valorar lo que se ha hecho y tomar decisiones entre todos. Aquí los familiares nos sentimos como en un grupo de terapia. Tenemos un hueco donde podemos vernos cara a cara, donde podemos hablar de las historias que después de 75 años nadie ha querido escuchar en nuestro país. Hasta ahora en Argentina.
CECILIO: Hemos aprendido una hartá, hemos aprendido a ser más tolerantes, a afinar el oído, a escuchar los problemas de los demás con mucho respeto.
PAQUI: Ha habido gente que ha venido preguntando por un familiar en concreto y, como aquí vienen historiadores, como Paco Espinosa, Fernando Romero, José Luis Gutiérrez, José María García Márquez…, pues se le ha dado información para poner en marcha su proceso de búsqueda.
MAYI AGUILAR: Yo he visto desde niña llorar a mi abuela, mi madre, mis tíos. He escuchado esas pequeñas historias que se escuchan en la mesa camilla, que son ciertas, que son reales, como el caso de las mujeres del Aguaucho y las mujeres rapadas de Fuentes de Andalucía. Eso se comentaba en mi casa. Y la primera vez que yo leí esa historia en el periódico me emocioné, porque llegué a pensar que era una historia que se contaba en mi familia por ese odio natural que se tenía que tener a la persona que había matado a mi abuelo, de manera totalmente injusta. Pero cuando vi que esas historias eran ciertas, para mí fue muy fuerte. Yo empecé a venir aquí porque aquí escucho lo que no se escucha en ningún lado.
SANTIAGO FERNÁNDEZ: Efectivamente es una terapia, porque podríamos cruzarnos correos, pero es importante tener esa socialización, vernos y tomarnos algo luego, contarnos cosas sobre lo que hacemos cada uno. Yo vengo porque es una forma de sumarte a un movimiento que te da más cosas de las que das. Mi familia tenía el anhelo de encontrar a familiares que están en la cuneta y mi padre, que es el que ha tirado del carro, los ha encontrado gracias a Cecilio y a unos arqueólogos que vinieron sin cobrar nada… Te sumas porque es de justicia dar aunque sea un grano de arena, incomparable a la montaña que a mí me vino.
MANUEL CAMACHO: Yo encuentro en esta plaza el foro de personas que te permiten afrontar situaciones que, en muchas ocasiones, son un trauma familiar. Yo reclamo la memoria de mi familia y, sobre todo, de mi abuelo, en un proceso de búsqueda en el que me estoy encontrando muchas dificultades no sólo a nivel social sino familiar. Porque hay miedo, hay ocultación de la información, hay cosas que no se quieren remover, muy dolorosas. Muy complicado.
NOELIA RODRÍGUEZ: Yo empecé a venir para reivindicar que la Junta de Andalucía se pringara más. Por eso se eligió también este sitio, donde antes estaba la Consejería de Justicia. Aquí hemos ido viendo los pasitos que se han ido dando, desde lo de Garzón hasta ahora, un momento en el que estábamos totalmente abandonados.
MARÍA LUISA LÓPEZ: De esta reunión es también importante la simbología del espacio público. No estamos en un sitio cerrado, en la Universidad o en la Casa de la Provincia. Estamos en la calle, para que la gente lo visualice. Yo he observado desde cómo unos padres que pasaban por aquí con su hijo le explicaban el significado de la bandera republicana hasta gente que nos insulta.
CECILIO: Al final la Plaza de la Gavidia se ha convertido en una referencia. Ha venido gente de Órgiva, en Granada, de Chiclana, en Cádiz, de Castuera, en Badajoz… y de muchos pueblos de la provincia de Sevilla. Además, ocurre que desde el ámbito de la izquierda, al que pertenecemos todos, no estaban acostumbrados a que se criticara la inactividad de la propia izquierda. Y eso a más de uno lo ha dejado fuera de juego. Antes, cuando gobernaba el PSOE y ahora con PSOE e IU. Aquí hay mucha falta de formación política de gobierno y de oposición y de sociedad. Si gobiernas, tienes que cargar con todas las consecuencias, seas quien seas. No es fácil que la izquierda se manifieste contra la izquierda cuando está gobernando y en muchos casos se paga una factura por atreverse a hacer eso. Mucha gente se dará cuenta de la importancia que ha tenido este proceso.
NOELIA: También es importante el tema de las fotos, que traigamos las fotos de nuestros familiares desaparecidos y las pongamos en la calle. Que se vean. Porque son desaparecidos, asesinados.
SANTI: No se puede comprender el presente sin comprender el pasado. Muchas cosas de las que pasan son consecuencia de lo que ocurrió en España antes, consecuencia de la exterminación y genocidio de la izquierda en España. La izquierda quedó muy debilitada y parte de la izquierda que sobrevivió está asustada para el resto de su existencia. Aquí se han hecho trágalas en eso que llaman transición y se siguen haciendo por un miedo congénito de la izquierda a lo que pasó. Ocurren cosas que en el resto del planeta serían inconcebibles, como que un dictador fascista tenga un mausoleo pagado con dinero público. En la práctica hay cuestiones políticas que aquí la derecha se atreve a hacer porque en su constitución fundacional como grupo de presión dejaron claro lo que pasaba si no se hacía lo que ellos querían.
CECILIO: Si la memoria es una parte más de todos los problemas que tenemos, estupendo. Nadie está pidiendo que esto sea la principal preocupación. Los medios también tienen mucha culpa, que establecen una escala de preferencias y el que no baile esa escala que se vaya olvidando de salir en la prensa. Hace tres años la memoria estaba en la parte alta de las escalas de preferencia y desde hace año y medio, a lo mejor coincidiendo con que el PP ganó, ha bajado en esa escalera. Ojo, que mucha gente de izquierda ha respirado también… El tema de las hipotecas es tan importante y cruel… Pero eso no quiere decir que tengas que aparcar este otro problema. Al revés, vamos aumentando.
PAQUI: Suelen decirte que con la crisis es normal que este tema baje. Pero es que los hombres y las mujeres que están en las cunetas formaron parte hace 75 años de un movimiento ciudadano de lucha. Ellos están ahí porque los echaron por reivindicar un modelo de sociedad igualitario, de reparto de riqueza, laico, y ahora es lo que nos está pasando a nosotros. Nosotros estamos en las calles también con las mareas, la marea verde, la marea naranja… reivindicando lo mismo que ellos reivindicaron en cuanto a derechos, derechos que ellos no tuvieron y que ahora nos quieren quitar. Ellos dieron su vida o se la quitaron por su lucha por un modelo de sociedad justo. Por lo tanto, el movimiento de memoria, que hace diez años que nació, tiene como bandera un mensaje muy actual. Hay que estar en las plazas, en las calles, con los nuestros.
SANTI: No hay que convencer a nadie ni hacer análisis con gráficos estadísticos. A la memoria histórica le han dado 0 euros este año y a la FAES 600.000. Dinero hay, pero va donde los que mandan quieren que vaya. La fundación del PSOE, también. Y la Izquierda Unida y la de Convergencia… Es que si nos ponemos, no es una cuestión económica. Hay cosas que son menos necesarias. Hay otros movimientos que son discutibles y no se les deja a cero. Y ahí hay una intencionalidad política clara que solo no se ve si no se quiere ver.
RAFAEL FERNÁNDEZ: Aparte, para las personas que no son militantes me parece vital el cumplimiento de derechos humanos fundamentales, tan sencillo como eso. No somos cuatro locos que queremos desenterrar a nuestros muertos, queremos justicia de verdad desde el reconocimiento a la justicia y a los derechos humanos fundamentales.
LUISA: Ocupar estos espacios y recuperar la memoria es recordar a las instituciones que están en el poder que tienen una asignatura pendiente, que es la de la condena del fascismo. En Alemania se condenó, en Italia también. Y aquí en España esa no condena nos ha traído muchas consecuencias. Hay gente que se permite llamarte rojo, revolucionario, como un insulto. No, mire usted, aquí está la condena que se aprobó tal día… Pero no se ha aprobado nada.
SANTI: Es que sobre el propio término memoria histórica hay un debate. Yo opino que está bien para que se nos conozca como movimiento, pero esto no es memoria histórica, es historia, una historia que se nos ha contado que es mentira y ahora hay que hacer historiografía de verdad. Eso no se hace en los despachos escribiendo papeles o en los archivos, que también, sino abriendo una fosa. Mire, aquí había una fosa. Mire, estos son los nombres. Vamos a hacer historia en este país, pero vamos a hacer historia contando la verdad. Yo comparto un doble interés en este movimiento, el personal y político, porque a mí me duele como militante de la izquierda que soy desde que tengo 15 años que a la gente que pensaba igual que yo hace 70 los hayan laminado por eso. Pero también tengo el interés científico. En la universidad estoy empezando a hacer cosas encaminadas hacia esto porque creo que es una necesidad. Hay libros que leo que cierro indignado. Cómo se ha podido creer la gente esto. Hay quien no sabe lo que es pisar un archivo, tener polvo en las manos de una ficha de hace 60 años y escribe libros que la gente lee porque tal expresidente del Gobierno dice que se lo va a leer en verano. Y le hace vender 50.000 ejemplares. La gente termina creyendo una realidad que no está deformada, sino que simplemente es una realidad que se ha conformado con mentiras y que se ha conformado con mentiras sabiendo lo que se hace. No es memoria histórica, vamos a contar la historia de este país de verdad de una puñetera vez.
CECILIO: El grupo que creamos en el 98 se llamaba memoria de la historia social porque había una historia que no se divulgaba. La gente se identifica con lo que contiene de práctica un término. Si el término ese conlleva que hay que hacer la historia local para aclarar muchos conceptos que se han metido en la historia general pues yo estoy a favor de eso. Si no importa sólo el número sino los nombres de las víctimas, estoy a favor. Si además de decir que hay 640 fosas, se dice que la primera está en tal sitio y está compuesta por tantas personas, yo estoy de acuerdo. Pero no estoy de acuerdo con hacer el análisis sencillo de decir lo que ha dicho el anterior.
PAQUI: Es importante también la evolución que ha tenido este movimiento. Hemos pasado de coger una pala y un pico y abrir las fosas nosotros mismos entendiendo que son nuestros familiares y que había que sacarlos y enterrarlos dignamente a entender que este discurso entronca con una cuestión de derecho internacional, que es conocer la verdad, que se repare a las víctimas y que se dignifiquen. Es un proceso muy hermoso. Y otro mensaje: ningún gobierno de este país, ni de izquierda ni de derecha, se ha atrevido afrontar este tema de memoria por una sencilla razón: porque aquí todo el mundo está implicado. Cuando la transición, se aceptó como moneda de cambio la bandera monárquica y se dejó la republicana como un proyecto de estado democrático que hubo en el país. Se aceptó el papel preponderante de la iglesia, se aceptó la monarquía y, sobre todo, se aceptó como moneda de cambio imperdonable que las víctimas siguieran en la cuneta.
LUISA: El olvido.
PAQUI: Y que aquí no pasaba nada. P’alante con esas más de 100.000 personas en las cunetas. Nadie pensó en este país que los nietos, que las nietas, que los bisnietos protestáramos. ¿Perdona? A mí me han enseñado en esta democracia, entre comillas, a que yo tengo que reivindicar y preguntar y puedo decir que esto no es así. Eso es lo que tiene peso en la memoria histórica, y si ustedes aceptaron la transición, que es la transacción, nosotros no. Y vamos a ir paso a paso y poco a poco reivindicando el abanico, empezando por la eliminación de símbolos fascistas. Que es muy importante que yo pase por una plaza pública y que mis hijos, que saben la historia de mis familiares, no tengan que ver una estatua a Varela, como en Cádiz. Toda esta simbología que indica que el pasado no es pasado, sino que está presente todavía. Que en los libros de texto esté clara y contundentemente explicado lo que fue el proyecto de la segunda república. La Ley de Memoria Histórica no responde ni al 90% de las reivindicaciones del movimiento memorialista. La hicieron sin articular los decretos que hacían posible llevarla a cabo. No por dinero, sino porque no quisieron.
SANTI: Cuando ya nos ponemos en este plan, a tirar de lo profundo de la conciencia, salen mil temas. El año pasado nos reunieron a los profesores y nos dijeron que en Andalucía era el año de la Pepa. Yo levanté la mano y dije, mire usted: en 2006 era el 75 aniversario de una constitución que le daba un papel a las mujeres que nunca habían tenido, que hacía el estado laico… ¿Por qué no hicimos nada? ¿75 años es mucho tiempo y 200 no? Esa es la realidad de este país.
PAQUI: Nos han negado que es una causa de derechos humanos y de justicia. Y aquí hay gente que no tiene familiares represaliados, como Luisa. A esa realidad me refiero. Ellos nunca pensaron que nosotros íbamos a coger esa bandera y que les exigiríamos que dijeran toda la verdad. Porque nosotros hablamos de nuestros familiares, que son víctimas, pero es que también hablamos de verdugos. Y como dice Cecilio, de las empresas que se beneficiaron del trabajo esclavo en tantos campos de concentración como hubo y hablamos de los colaboracionistas policías, jueces, políticos… que escondieron la cabeza y cambiaron de chaqueta cuando llegó la transición. Esta no me vale, me pongo esta. Y nosotros estamos señalando eso y lo sabemos. Porque aquí seremos pocos o pocas pero nos somos tontos. Con el movimiento de sacar de las fosas a los familiares no estamos haciendo solo eso, estamos señalando un estado de impunidad, una ausencia de responsabilidades y una situación de violación de derechos humanos.
CECILIO: Mira, es que la última vez que se le pegó dos tortas a un tío por llevar una bandera republicana fue en las elecciones en las que salió ganador Zapatero. En los actos públicos hasta hace poco no se podía exhibir una bandera republicana. Todavía hay ayuntamientos que están destruyendo fosas comunes en sus cementerios. Hay un deseo irrefrenable de ir acabando con esta historia porque afecta a las arcas que administran. Muchos ayuntamientos instaron al Gobierno a cambiar la ley sobre los registros y luego el ayuntamiento no cumple lo que acordó.
SANTI: Como el callejero. El modo de incumplir la ley.
LUISA: Nada es inocente.
SANTI: En el 15-M al principio se dijo que no había banderas. En una asamblea se sentó allí un señor con su bandera republicana y un chavalote le dijo que no, que la bandera no. Yo le dije que la bandera se quedaba, que él llevaba dos meses moviéndose y que ese hombre había visto su vida puteada por esa bandera. 120.000 notas tirados en fosas comunes.
LUISA: Y ya se acepta.
CECILIO: Con la boca chica alguna gente.
Clara, una joven de 19 años, se aproxima hasta su madre, Mayi, y comienza a llorar. Todavía se emociona escuchando estas historias. “Si no fuese por personas como vosotros, las esperanzas de encontrar un día a mi abuelo serían nulas. Yo no hubiese dado el paso sin vuestro apoyo y asesoramiento para llevar a Argentina mi caso”, explica Mayi. “Cada fosa que conseguís que se abra hace que yo (y mi familia) estemos un paso más cerca de mi abuelo”. Paqui consuela a Clara. Es hora de comer. El camarero toma nota: unas tapas de ensaladilla, unos pimientos asados y un salpicón. También un par de cafés.