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Centenares de brigadistas internacionales murieron en la Navidad del 36 durante la batalla de Lopera (Jaén). Ingleses, franceses y alemanes llegaron voluntarios para luchar contra el fascismo. “Fue una auténtica sangría. El ejército republicano traía escasa artillería y preparación. Los nacionales acabaron con ellos en pocos días”, cuenta el historiador jienense Antonio Marín.
Entre aquellas milicias, se encontraban intelectuales ingleses de la talla de John Cornford, bisnieto del célebre naturalista Charles Darwin y poeta revolucionario en la Inglaterra de principios del siglo XX. Junto a la zona conocida como barranco del Setal, en el pueblo de Lopera, pervive enterrada en una olvidada fosa la memoria de los jóvenes brigadistas. Los restos de John Cornford se hallan también en algún punto de estos campos de Jaén que sufrieron pocos la ferocidad de la contienda.
Cornford moriría en la batalla de Lopera el 28 de diciembre del 36. El historiador Antonio Marín señala que “fue herido por una ráfaga de ametralladora y enterrado junto al resto de víctimas en la supuesta fosa de la que aún no se conoce ubicación”. Cecilio Gordillo, del grupo de Memoria Histórica de la CGT de Andalucía, reconoce que “no se trata de una fosa de la represión, como a las que estamos acostumbrados, ya que ésta fue una fosa creada en los años de la guerra, lo que le da un carácter más especial”. Sin haber determinado la zona de enterramiento, se calcula que la fosa puede albergar unos 300 cuerpos de brigadistas extranjeros.
CUERPOS QUEMADOS CON GASOLINA
El pasado mes de mayo, el Ayuntamiento de Lopera, gobernado por el PSOE, inició junto a la zona del barranco del Setal excavaciones arqueológicas con una financiación de 1.600 euros, recibida de la Dirección General de Memoria Histórica de la Junta de Andalucía. Marín ha apuntado que los testimonios de la época señalan que “muchos los cuerpos fueron apilados y posteriormente quemados con gasolina por lo que no hay restos de todos los huesos”.
La incesante búsqueda permitió acotar una zona a más de 1,70 metros de profundidad. El estudio fue erróneo y no se hallaron huellas de la fosa, conocida, sin embargo, por muchos ancianos del pueblo. No obstante, el Ayuntamiento de Lopera no descarta la posibilidad de continuar las exploraciones por la zona cercana a lo que fue el campo de batalla. Además ha previsto la creación de un futuro “museo en esa misma zona sobre la batalla de Lopera”, según ha destacado el historiador Marín.
En este municipio jienense, la historia de Cornford nunca ha resultado indiferente. Tampoco para la prensa inglesa, que se ha hecho eco de la biografía heroica de Cornford en aquellos días previos a su muerte. La periodista inglesa Carol Rumens escribiría para el periódico The Guardian sobre la trágica historia de este poeta que murió un día antes de cumplir los 21 años. “Cornford se alistaría a la Unión de Jóvenes Comunistas con tan solo 18 años”, detalla. Graduado en Historia por la Universidad de Cambridge, Rumens señala que a pesar de que tenía un futuro prometedor y de venir de una importante estirpe (por ser bisnieto de Darwin), “se marchó a España a luchar a favor de la causa republicana”.
UN MILITANTE DEL POUM
Sin papeles en regla y con un corazón lleno de sueños, se alistaría en el POUM para poder formar parte del ejército republicano, lo que le permitiría en poco tiempo poder disparar como miliciano en la batalla de Aragón. Antonio Marín apunta que volvería a Inglaterra “en septiembre de 1936 para traer más compatriotas suyos a luchar con la República, y consiguió convencer a algunos de ellos”
En aquel frío invierno visitaría varios frentes, como el de Madrid, donde fue herido en la cabeza. Tras una pronta recuperación se alistaría de nuevo en el 12 Batallón de la XIV Brigada Internacional, con la que participaría en la batalla de Lopera.
No se sabe si sus restos fueron incinerados o si sus huesos se encuentran en medio de aquella fosa indeterminada y cavada por el ejército de Franco. La historia de Cornford y la muerte trágica de los brigadistas seguirán aún entre sombras hasta que definitivamente tenga lugar el hallazgo de la fosa en donde -tal vez, solo tal vez- yacen sus restos.