In memoriam Gloria Aguado Ortuño

Nos dejó tu cuerpo y no podremos volver a abrazarte pero nos quedamos tus versos, tu fuerza, tu lucha, tu alegría, tu sonrisa, tus ganas, tus enseñanzas, tu sentido de la justicia y sobre todo tu amor.

Hasta siempre compañera.

Esto escribió unas semanas antes de morir:

«No le temo al día que el ángel de la muerte venga a buscarme, porque yo ya no estaré aquí, para sentir mi pérdida. No le temo porque me llené de amor a raudales.

Porque amé y me amaron…

Porque sentí mis pies recorriendo la arena de la playa, porque los sumergí entre su espumoso oleaje.

No le temo, nunca le temí, pues que yo seré polvo, ese mismo polvo del que formo parte ahora, una parte ínfima e infinita, de este gran todo que hoy acompaña mis pasos.

Gocé infinitamente de esos radiantes amaneceres, gocé de mi Fuente la Reina, amada, allí están mis pasos junto a los pasos de los míos. Gocé de los días de lluvia, de mi arce blanco, amigo que escuchó atento mis cuitas… Gocé del sol en mi rostro, del arte, la música, la belleza…

Gocé de mis seres amados…

El dolor ajeno fue también mi dolor.

Luché con uñas y dientes, grité no a la injusticia, grité a esa gran zarpa, que pretende manejarlo y dirigirlo todo, a costa de la muerte de seres inocentes, contra esa gran zarpa que mueve, planea y pone en marcha las guerras, sin apenas rozarse, salpicarse con la sangre ajena, solo dirigiendo y decidiendo por nosotros a quién odiar, a quién matar, hacia qué pueblo o país han de dirigir su metralla, sus bombas de masacre, únicamente para su beneficio.

No, no tengo miedo a dejar este mundo, solamente a no dejar huella, «no lamento» en los corazones de los seres que tanto amé y me amaron. A no ver a mi pueblo, pueblo nuestro, revolverse y ponerse en pie… solo al silencio, cómplice de toda masacre. Esos que callan y bajan la cabeza, porque creen que a ellos no les toca, pobres ignorantes que no comprenden que también su vida acomodada y la de sus hijos tiene fecha de caducidad.

Temo dejar a mis hijos, a mis nietos, a los seres que tanto amo, en un mundo cruel y desierto, sin amor, sin esa paz ansiada… Sin conocer esta amable y hermosa naturaleza.

Sólo temo que el odio y la intolerancia crezcan, como las ramificaciones de un cáncer sobre la tierra.

No temo marchar, aunque mi deseo sea quedarme en este mundo revuelto. Seguir empapándome de paisajes y amaneceres, de cielos y mares revueltos y espumosos. De amor para entregar, este amor que no cesa y crece día a día como un sol radiante.

Sueño… Con esa utopía de la paz mundial, aún sería posible si seguimos embarcados en esa empresa conjunta del pueblo, de la lucha y el cambio. Esa lucha de nuestros poetas que siguen reivindicando, difundiendo… Si cada vez conseguimos un ser más que logre abrir los ojos y ponerse en marcha… comprender que esta es una empresa común, que todos somos necesarios, que a todas nos toca, o nos tocará algún día…

Tu comodidad de hoy es el desahucio, el dolor y la muerte de otros. Tu comodidad de hoy, más pronto que tarde, te rozará a ti y a tus hijos.

No me importa que el ángel de la muerte venga a buscarme, yo ya no estaré aquí para echarme de menos.

Porque yo amé mucho y me amaron, porque amé la vida, aún con sus malos tragos. Amé mi intenso caminar, con todo… Mis rodillas rasgadas, con el asombro, con mi alegría, con mi coraje y el de los que me acompañaron y lucharon conmigo.

Con el dolor, el desamor, la nostalgia y el abandono…

Con todo… Soñé y luché por esa utopía de la paz .

Sólo temo no dejar impreso en los corazones de l@s que amé, este amor que floreció por y para ell@s».

Gloria Aguado Ortuño

Octubre 2023