Desde que el movimiento de la sociedad civil de recuperación de la memoria histórica surgió en nuestro país, muchos han sido los actos para reivindicar la actuación de personas ya desaparecidas, pero que en aquellos días de barbarie constituyeron un ejemplo de dignidad y de defensa de sus ideas. A menudo en estos actos, la distancia que en cualquier conferencia o acto público separa a los miembros de la mesa del público asistente desaparece gracias a un sencillo fenómeno de emoción. En el acto de Homenaje a Melchor Rodríguez García – presidido por un cartel con la foto de Melchor y una de sus frases más célebres : “Se puede morir por las ideas, nunca matar por ellas”, que tuvo lugar en el Ateneo de Madrid el día16 de septiembre, esta premisa se dio con generosidad. Se sabe que la presencia de los estrados impone, separa, abre espacios entre el público y los oficiantes, consagra huecos y distancias, abre brechas de formalidad muchas veces difíciles de saltar.
Homenaje a Melchor Rodríguez : Crónica de una emoción