Chris Ealham

20 de noviembre de 1936 murió Buenaventura Durruti en el Hotel Ritz de Madrid, en aquel entonces un hospital de guerra. (La administración del hotel no le ha puesto una placa conmemorativa todavía.)

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Un par de semanas antes, el 4 de noviembre, en su famoso discurso en Bujaraloz, Durruti criticó duramente la entrada de anarquistas en el Gobierno de Madrid y las autoridades republicanas. José Peirats se describía las palabras de Durruti como «una diatriba contra las derivaciones burocráticas de la revolución» (Acracia, 6-11-1936).

Dos días después apareció la versión «oficial» del discurso de Durruti en Solidaridad Obrera (6-11-1936), una versión manipulada y mutilada por la Oficina de propaganda de la CNT-FAI, que puso el acento en la guerra y el frentepopulismo. Allí aparece el lema “Renunciamos a todo menos la victoria”, palabras que, según Peirats, que siguió el discurso en la radio, Durruti nunca pronunció.

Una vez muerto, los líderes de la CNT y sus aliados republicanos intentaron canonizar a Durruti – llegaron a renombrar la Via Laietana barcelonesa “Via Durruti”. Pero fue imposible domesticar su mensaje y manejar su legado.

Unos meses después nació La Agrupación de los Amigos de Durruti, una alternativa revolucionaria a la burocracia de la CNT-FAI y su frentepopulismo.

Para los Amigos, “la CNT estaba huérfana de teoría revolucionaria. No teníamos un programa correcto. No sabíamos adonde íbamos. Mucho lirismo pero, en resumen de cuentas, no supimos qué hacer con aquellas masas enormes de trabajadores; no supimos dar plasticidad a aquel oleaje popular que se volcaba en nuestras organizaciones…”

Para confirmarlo, los comités superiores de la CNT-FAI tardaron poco en desautorizar a los Amigos y su periódico, El Amigo del Pueblo.