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Homenaje al último superviviente de Mauthausen
calvo y juan romero

Juan Romero ha recibido más homenajes por parte de Francia que por su país de nacimiento. La vicepresidenta, Carmen Calvo, le ha entregado su “diploma” de represaliado por el franquismo. Es el único superviviente español de Mauthausen. Llega tarde, no????


España homenajeará por primera vez al último superviviente de Mauthausen


https://www.eldiario.es/sociedad/espana-homenajeara-primera-vez-ultimo-superviviente-mauthausen_1_6172346.html


Carlos Hernández

  • La vicepresidenta Calvo visitará este sábado en la localidad francesa de Ay a Juan Romero, un cordobés de 101 años que pasó cuatro años en el campo de concentración nazi, en un tributo tardío que llega poco antes de que el Gobierno presente la nueva Ley de Memoria Histórica

Juan Romero (con gorra blanca) en uno de los muchos homenajes que le han brindado en Francia.

Juan Romero Romero lleva 75 años esperando este momento. Él y el resto de los supervivientes españoles de los campos de concentración nazis vieron en 1945 cómo sus compañeros de cautiverio franceses, belgas o británicos eran tratados como héroes en sus respectivas naciones. Ellos, en cambio, ni siquiera pudieron regresar a su patria porque los Aliados permitieron que Franco, el último dictador fascista que quedaba en Europa, se mantuviera en el poder. Tres décadas de exilio después murió el tirano y los españoles y españolas del pijama a rayas creyeron que, por fin, había llegado su hora. Volvieron a equivocarse. Llegó la democracia, sí, pero llegó con una amnesia diseñada para garantizar la impunidad de los verdugos, consolidar el relato histórico manipulado y prolongar el olvido y la humillación de las víctimas de la dictadura.

Juan Romero contempló el paso de los años en su exilio francés, desde la localidad de Ay. Mientras recibía del Estado galo las más altas condecoraciones, entre ellas la Legión de Honor, se resignaba a que

su país siguiera pagándole con la mayor de las indiferencias

. Vio, a través de la televisión, pasar gobiernos por el Palacio de la Moncloa y fue asistiendo al entierro de sus compañeros de deportación. Uno a uno sus camaradas fueron desapareciendo hasta que se quedó solo. A sus 101 años, este cordobés de Torrecampo es el último superviviente de los

más de 9.300 españoles y españoles que conocieron de primera mano el horror de los campos de la muerte de Hitler

.

Cuadro que conserva en su domicilio Juan Romero como recuerdo de su paso por Mauthausen.

Su última decepción con su querida España la vivió a finales del pasado mes de julio. El Gobierno, por fin, le organizó un homenaje junto al ya fallecido miembro de La Nueve Rafael Gómez Nieto, pero lo hizo en París. Los 150 kilómetros que separan su domicilio de la capital francesa constituyen una distancia insalvable para quien supera el siglo de vida en plena era de la COVID-19. “Mi padre está muy decepcionado porque quería que se hiciera en Ay para poder asistir”, confesaba entonces su hijo Bernard. El acto, que iba a presidir Carmen Calvo, se devaluó aún más cuando la vicepresidenta primera tuvo que cancelar su asistencia.


A sus 101 años dice estar “cansado, pero feliz”

Este sábado España va a pagar al menos una pequeña parte de la deuda que tenía con Juan. Al reprogramar su frustrado viaje a París, en el que se reunirá con la alcaldesa de la ciudad y con el primer ministro francés, Carmen Calvo ha querido incluir una visita a Ay para homenajear personalmente al último español de Mauthausen. La vicepresidenta le dedicará unas palabras y le entregará, en nombre del Gobierno, la declaración de reparación personal. “Su trayectoria está marcada por la lucha por la libertad y la democracia en España y también en Europa”, aseguran fuentes muy próximas a Carmen Calvo para explicar la oportunidad y la necesidad del acto. “Un reconocimiento que, aunque tardío, él puede recibir en vida por todos aquellos compatriotas que no han podido; nosotros les debemos el recuerdo y el reconocimiento”, remarcan dichas fuentes.

El homenaje comenzará a las once de la mañana en el Ayuntamiento de Ay. Su alcalde hará de anfitrión e intervendrá junto a la vicepresidenta para recordar no solo a Juan, sino a la veintena de supervivientes españoles de los campos de concentración nazis que se instalaron en esa localidad francesa tras la Segunda Guerra Mundial. Al último español de Mauthausen le acompañarán sus hijos y nietos, además de los descendientes del resto de deportados que rehicieron su vida en esa localidad.

El homenaje español será el primero que le ofrecerá su país, aunque Francia le ha otorgado la Legión de Honor.

“Estoy cansado, pero feliz”, confiesa Juan Romero. En conversación telefónica con elDiario.es se muestra ilusionado y orgulloso porque, por fin, le vaya a llegar el reconocimiento de su patria. Más que por él mismo, se alegra porque cree que es un homenaje a todos y cada uno de sus compañeros y compañeras… a todos los españoles que, como él,

acabaron en los campos de concentración nazis por orden de Franco y de Hitler

. El viejo luchador cordobés también recibirá, próximamente, una nueva alegría. Su pueblo, Torrecampo, ha decidido declararle hijo predilecto de la villa.

Juan Romero pasó cuatro años en Mauthausen. Allí estuvo a punto de ser asesinado en varias ocasiones y sufrió hambre, trabajo esclavo, malos tratos, humillaciones y enfermedades. Destinado por los SS al llamado

kommando

de la desinfección, tuvo que encargarse de recoger la ropa y las pertenencias de cientos de hombres, mujeres y niños que entraban en la cámara de gas. Un hecho traumático que

75 años después le sigue provocando pesadillas

.

Grupo de españoles supervivientes de los campos nazis que se establecieron en la localidad francesa de Ay; Juan Romero está de pie, el quinto por la izquierda.


Pendientes de la nueva Ley de Memoria Histórica

El acto de este sábado supondrá un nuevo paso para el reconocimiento de las víctimas españolas del nazismo. En 2019 el Gobierno declaró el 5 de mayo, jornada en que se conmemora el aniversario de la liberación de Mauthausen, como Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas del nazismo. En enero de 2020 el Ejecutivo inauguró el primer monumento de carácter nacional a los deportados españoles.

Estos gestos son valorados positivamente por las asociaciones memorialistas que, sin embargo, todavía desconfían del compromiso real del Ejecutivo con este tema. La clave estará en el contenido de la nueva Ley de Memoria Histórica que el Consejo de Ministros piensa aprobar en el mes de septiembre.

Juan Romero con sus hijos Bernard y Jeannine y su nieta Eva.

A Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), el proceso le recuerda a lo ocurrido con la anterior –y, a su juicio, muy insuficiente– ley de 2007: “En aquel momento se dejó pasar el tiempo sin hacer nada y lo que hace falta para ayudar a las víctimas del franquismo, sobre todo, es voluntad política. Si la hubiera, mañana mismo podrían empezar a trabajar los forenses, los archiveros del Estado, los institutos toxicológicos que hacen pruebas de ADN, las universidades que investigan… y se podría crear en 24 horas una oficina que atienda las familias”, defiende.

Desde la Vicepresidencia Primera se afirma, sin embargo, que “el compromiso del Gobierno es situar la Memoria Democrática como una de las políticas fundamentales de Estado”. Fuentes próximas a Carmen Calvo afirman que la ley no se quedará a medias y que defenderá la Memoria Democrática porque eso “supone defender la justicia, la paz, el perdón y, en definitiva, la democracia”.

Calvo anuncia una ley para saldar la “deuda” con los exiliados en el homenaje al último superviviente de Mauthausen

En 101 años, los ojos de Juan Romero han visto más cosas de las que su memoria ha podido guardar el trazo. Pero nada ha olvidado de su paso por el campo de concentración nazi de Mauthausen, pese a que el tiempo le ha dejado como el último testigo español de aquella tragedia.

“No se puede olvidar todo aquello”, afirma Romero, quien este sábado ha recibido un homenaje del Gobierno español en Aÿ Champagne, la localidad en la que rehizo su vida tras escapar de aquel infierno, y hasta la que se ha trasladado la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo. La número dos del Ejecutivo ha puesto la vida de Romero como espejo en el que debe mirarse la democracia española, “el hilo conductor que supone el exilio para recordar el rumbo que hay que mantener”.

Citando a María Zambrano, Calvo ha asegurado que muchos españoles perdieron en Mauthausen y en el resto de los campos de concentración la vida, pero otros, como Romero, perdieron el lugar. “Para todos ellos, los demás tenemos la obligación de mantener la memoria (…) que es el único elemento que permite a una sociedad sana reconocer su rumbo”, ha indicado.

La vicepresidenta ha anunciado que España saldará su “deuda pendiente” con los españoles exiliados con una ley que presentará en pocos días, informa Europa Press. “La democracia española tiene una deuda pendiente con el exilio que se va a saldar en una futura ley de inminente presentación en el Congreso de los Diputados”, ha revelado Carmen Calvo durante su comparecencia en este homenaje a Juan Romero

Mirándole a los ojos, paisanos ambos de Córdoba, Calvo ha asegurado al centenario: “Tu vida es de las pocas que tienen pleno sentido. Has tenido el valor de saber cuál era tu lugar en el mundo y con eso nos has ofrecido a los demás un reguero de horizonte y de orientación importantísimo. Eres un ejemplo admirable para muchos españoles que hoy nos miramos en ti”.

Abrumado, Romero ha asistido algo perplejo a un reconocimiento que ha agradecido, pero que ha reconocido que no se esperaba. El anciano parece más cómodo en la intimidad de su pequeña casa de una planta, rodeado de sus cosas, de sus hijos, de la modestia del trabajador del champán en lo que se convirtió tras la guerra.

Allí habla mezcla del español con el francés, que sale más fluido y repasa los recovecos de su memoria donde ha quedado rastro, que son muchos, vivos, de su infancia en Córdoba, su trabajo como peón en un cortijo donde le sorprendió la guerra, su alistamiento en las filas republicanas y las penurias por los frentes de Guadarrama, Brunete, Guadalajara y Teruel. “Teruel fue lo más terrible”, ha rememorado.

“No quería que Franco me atrapara”, recuerda ahora cuando habla de su paso a Francia, donde se alistó en la Legión Extranjera, que le llevó a Argelia, donde de nuevo le persiguió el fantasma de la guerra, esta vez la Mundial. Y de nuevo el compromiso y el combate contra el fascismo, esta vez con la bandera gamada que acabó por apresándole y llevarle a otro calvario.

Salvó la vida en prisión gracias a un soldado alsaciano que convenció a los captores nazis que no había sido él quien había dibujado una hoz y un martillo en los baños, pese a que su pasado de republicano español le convertía en el principal sospechoso.

Pero no le libró del campo de Mauthausen, donde fue destinado al servicio de acogida de los nuevos arrestados. “Yo veía a toda la gente que entraba en las cámaras de gas”, recuerda Romero. Algunos pasaban primero por el campo de concentración, pero otros les llevaban a las duchas directamente desde el tren.

Es el caso de una niña cuya mirada inocente no se ha borrado nunca de la memoria de Romero. “Me sonrió, la pobre, no sabía dónde iba. Yo tenía ganas de abrazarla, de besarla, pero sabía que si lo hacía, yo iba con ella a la cámara de gas. Eran criminales”. Con los ojos llorosos, asegura que “ese recuerdo le ha perseguido toda la vida”.

Romero sobrevivió a la masacre y tras la liberación del campo se instaló en Francia. Como muchos otros compatriotas, encontró una vida en la Champaña, donde conoció a su esposa y donde trabajó para una de las grandes casas del conocido espumoso. Allí se refugiaron otros republicanos españoles, hasta el punto de formar una nutrida comunidad que, poco a poco, se ha ido diezmando. “He ido perdiendo a los amigos españoles, me quedo el último”, asegura Romero.

Ahora se siente tan francés como español, aunque no ha vuelto a su país de origen desde la muerte de Franco. “Mis hermanas y mis sobrinos venían aquí, no tenía la necesidad de ir”, afirma el centenario, que reconoce que echa de menos su país natal. “Sobre todo Andalucía”.

Pese a su edad, Romero mantiene una relativa buena salud. El oído le falla, pero la mirada atenta lo compensa y nada le hace perder el buen humor. Ni siquiera la visita inesperada de la enfermera que acude a ponerle su tratamiento contra la diabetes y que se lleva un piropo del anciano. Romero cuida su físico y cada día da unas pedaladas en una bicicleta estática que tiene en el pasillo de su casa. “Yo iba a trabajar en bici y pedalear me mantiene en forma”.

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