La Confederación Territorial de Madrid, Castilla la Mancha y Extremadura presentará los libros recientemente editados por esta Confederación en la Biblioteca Joaquín Leguina de la Calle Ramírez de Prado, 3 el próximo día 7 de abril a las 18.00 horas.
Cartel de la presentación
El camino del bien respuesta a un mundo deshumanizado (Heleno Saña)
P- ¿Si el capitalismo es un antihumanismo, en qué nos convertimos cuando vivimos bajo él ?
R.- Este es precisamente el problema que me planteo en mi nuevo libro El camino del bien. Respuesta a un mundo deshumanizado. Una sociedad como la de nuestros días, que no conoce otra ley que la de la competitividad y la caza del éxito a toda costa, está condenada a engendrar un tipo de convivencia basada en la guerra inmisericorde de todos contra todos anunciada por Hobbes, el primer teórico de la sociedad burguesa. El prójimo no es el compañero, el amigo o el hermano, sino el rival o el enemigo que hay que combatir porque el imperativo de sobrevivir al brutal struggle for life asi lo exige. No otra quería decir Sartre al afirmar que el “infierno son los otros”. La moral competitiva ensalzada por el discurso dominante como la virtud máxima conduce en línea recta a la voluntad de poder tanto en sentido personal como colectivo, y donde predomina esta actitud, surge una vida en común determinada inevitablemente por la discordia, la hostilidad y la agresividad que vemos hoy por todas partes. Platón sabía por qué llamo a la plutocracia el peor de todos los sistemas de gobierno.
Tiempos de Plomo. Grupos de acción y defensa confederal (Juan Alcalde)
Las asociaciones obreras y, en especial las libertarias, dispusieron siempre de esas estructuras de autodefensa no paramilitares que se nutrian de los numerosos grupos de afinidad que existían en las mismas. La historia de los grupos de autodefensa del anarcosindicalismo es tan antigua como la historia del asociacinismo del movimiento obrero. Los militantes que los integraban no eran profesiones de la pistola ni de la revolución. Sus miembros no eran profesionales de la violencia. Eran, simple y llanamente, Obreros. Eran trabajadores manuales o intelectuales anónimos, en la mayoría de los casos. Los nombres de la mayoría de sus componentes no han transcendido, sólo aquellos en los que recayó la responsabilidad del cargo. Sus herramientas de combate, más que la pistola o la dinamita, fueron la solidaridad y el apoyo mutuo.