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Francisco Ascaso cayó luchando junto con el pueblo
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Anarquismos

El 20 de julio de 1936 resultó muerto el compañero Ascaso tras horas de lucha para atajar el levantamiento militar


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Francisco Ascaso Abadía

El 20 de julio de 1936 muere luchando en Barcelona (Cataluña) el combatiente anarquista y anarcosindicalista de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) Francisco Ascaso Abadía. Había nacido el 1 de abril de 1901 en Almudébar (Huesca, Aragón, España). Era el miembro más joven de una familia confederal y vivió en Zaragoza desde 1913. Pronto se inició en las luchas sociales zaragozanas, interviniendo en numerosos conflictos entre 1917 y 1920. En 1919, como miembro del grupo Voluntad, fue detenido por incitación a la rebelión de un cuartel y al año siguiente, como miembro de Los Justicieros, es encarcelado acusado de la muerte de un periodista zaragozano, liberando -después de una gran presión con motivo de la Conferencia de 1922. Se junta al grupo Crisol (Durruti, Suberviola, Campos y Torres) y marcha a Barcelona, ​​ciudad donde trabajará de camarero y se integrará en Los Solidarios, será un elemento prominente, y también encabeza el comité de relaciones anarquistas salido de la Conferencia anarquista catalana convocada por el grupo. Participa en las acciones contra Soldevila (junto con Torres Escartín), Martínez Anido y Laguía (1923) y es de nuevo encarcelado. Huido de la cárcel con la ayuda de Buenacasa (8 de noviembre de 1923) pasa a Francia, con Durruti, por Barcelona, ​​con la misión de crear un subcomité revolucionario y una editorial de apoyo (enero de 1924). Desde 1922 su vida corre paralela la de Durruti, amigos inseparables. Vive en París como trabajador de la industria del plomo, participa en la fracasada incursión en Vera de Bidasoa y con el dinero de las expropiaciones abren la Librería Internacional de París. En diciembre de 1924 marcha con Durruti en América: Nueva York, Cuba (donde hará trabajo de estibador y cortador de caña, y donde eliminaron un patrón actuando bajo el nombre de Los Errantes), México (donde en marzo se junta con Alejandro Ascaso y Jover y asaltan una fábrica en Tucumán para financiar una escuela racionalista y la prensa de la CGT), de nuevo Cuba, Chile, Buenos Aires (agosto) con numerosas acciones expropiadores. En abril de 1926 Ascaso y Durruti vuelven a Europa y, utilizando el seudónimo de Salvador Arévalo, Ascaso se instala en París, donde interviene en la preparación del atentado contra Alfonso XIII y soporta las represalias: encarcelamiento el 25 de junio de 1926, expulsión en Bélgica (23 de julio de 1927, donde Ascaso y Durruti fueron acogidos por Hemos Day) y vuelta a Francia (París, Joigny, Lyon). En enero de 1928 la pareja se reúne en París con Cortés, Sanz y G. Vivancos; de nuevo tomados en abril, pasan clandestinamente en Berlín en octubre y posteriormente en Bélgica, desde donde participaron en el complot de Sánchez Guerra (enero de 1929) y en proyectos editoriales. Volverá clandestinamente a Francia y se unirá con Berthe Fabert. Devuelve con la República y desde abril se encontrará en Barcelona. Sin olvidar la tarea expropiante, en Barcelona se entrega a una febril actividad: innumerables mítines (en Almudévar y Huesca en diciembre de 1932, Zaragoza en enero de 1936), asambleas, manifestaciones, participación en los levantamientos de Fígols y del Ebro, deportación en África en febrero de 1932, enfrentamientos con los treintistas, secretario de la CNT catalana (tarea criticada por asturianos, ya que fue el autor de una nota contra en octubre asturiano) entre 1934 y 1935, redactor de Solidaridad Obrera , asistente al Congreso de 1936, mítines con Ortíz en Sant Boi y Sallent (1936), y todo ello con continuas escapadas, destierros y encarcelamientos. Cuando comenzó el levantamiento fascista en Barcelona combatió en primera línea, siendo el encargado de la coordinación y las comunicaciones, y murió inesperadamente de un disparo al asedio del cuartel de las Atarazanas el 20 de julio de 1936. De sus escasos escritos – fue administrador del periódico Crisol y escribió artículos en Cultura y Acción, de Zaragoza (1922-1923), Solidaridad y Solidaridad Obrera – se deduce la desconfianza en las vanguardias clarividentes y que su discutido anarcobolxevisme era más una estrategia de circunstancias que de creencias.

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