El 13 de octubre de 1909 fue fusilado acusado, falsamente, de organizar la Semana Trágica de Barcelona. Pero su legado quedó impregnado en la sociedad
Documental sobre Ferrer i Guardia – Viva la escuela moderna
Ferrer Guardia: ejecución de un libertino anarquista
La Vanguardia/Teresa Amiguet
El consejo de guerra celebrado en la cárcel Modelo le condenó a muerte en una sesión de cinco horas sin consultar siquiera el código de justicia militar. A falta de pruebas condenatorias reales, se consideró su proyecto educativo al frente de la Escuela Moderna como instigación de la Semana Trágica.
La opinión pública aceptó como bueno su fusilamiento. Europa se soliviantó por la injusticia de la condena
Francisco Ferrer i Guardia desciende del coche celular camino de la Audiencia (Propias)
Barcelona, Castillo de Montjuïc, celda del reo Francisco Ferrer Guardia. Condenado a muerte, permanece impertérrito, mantiene su pose elegante y rechaza con frialdad a los numerosos clérigos que, presurosos, acuden a auxiliar a tan insigne pecador en un último intento de redimirle de su pecaminoso anticlericalismo.
Hijo de agricultores acomodados, se convirtió pronto en un rebelde con causa: luchar contra el orden establecido. Trabajador temprano, ejerció como revisor de ferrocarril entre Francia y España, aprovechando su cargo para operar en pro de militares republicanos.
Lo tienen difícil. Francisco es duro de roer, cuenta 50 años y sus convicciones son firmes. Su singular trayectoria vital le ha curtido y marca sus pasos.Hijo de agricultores acomodados, se convirtió pronto en un rebelde con causa: luchar contra el orden establecido. Trabajador temprano, ejerció como revisor de ferrocarril entre Francia y España, aprovechando su cargo para operar en pro de militares republicanos.Muy joven, se casó con Teresa Sanmartí, con la que tuvo siete hijos. El matrimonio fracasó rotundamente, acabando con un tiroteo callejero en París del que Ferrer salió milagrosamente ileso.
Tras el suceso decidió afincarse en París. Ferrer es un hombre inquieto, tiene 26 años y empieza a deslizarse por la senda del anarquismo, dejando de lado en España a su amigo Lerroux. Merecedor de ser sujeto de seguimiento de las policías española y francesa lanza en 1892 ‘A los 300’, una proclama revolucionaria en la que llama a la colaboración a cuantos revolucionarios se adhieran a su ideología a fin de ‘jugarse la vida para hacer rodar las cabezas de la ‘Familia real y los ministros’ (máxima que diecisiete años después, en Montjuïc le haría un flaco favor). Ferrer no ceja en su empeño revolucionario y entra en la masonería y financia al anarquista que intenta asesinar al general Martínez Campos. En 1897
se traslada a Francia
donde trabaja como profesor. La pedagogía irrumpe en su vida. Francisco es un intelectual laico, un pedagogo revolucionario, y tiene unas ideas muy claras.
Sus convicciones le hacen atractivo, y seduce a una de sus discípulas, una dama soltera y católica varios años mayor que él, Ernestina Meunier, quien le cede un sustancioso legado en pro de ‘la causa’. A su anticlericalismo se suma su solvencia económica.
Ferrer rompe su relación con Leopoldina y se empareja con la joven navarra Soledad Villafranca, su compañera hasta el fin de sus días.
En 1906 Mateo Morral atenta contra Alfonso XIII el día de su boda: el atentado se salda con 23 muertos y más de cien heridos. Mateo se suicida tras el suceso. Ferrer lo había empleado como bibliotecario en la Escuela Moderna. Se sabe que Mateo pretendía a Soledad, la amante de Ferrer, por lo que pudo tratarse pues de una reyerta amorosa.
Francisco es tachado de libertino: un matrimonio infortunado, tres parejas y fruto de tan libertinas
relaciones matrimoniales
y extraconyugales, un hijo bastardo. Mientras su vida privada se complica, los acontecimientos públicos se disparan: el lunes 18 de julio de 1909 estalla la tensión en Barcelona durante el embarque de soldados para la guerra de Marruecos. Aquel día Ferrer está en Barcelona por motivos profesionales, relacionados con la editorial que regenta y rápidamente se pone en contacto con líderes radicales al estallar la protesta. El miércoles va a Premià e intenta convencer al alcalde de que proclame la República.
Poco después Ferrer Guardia es detenido.
El ejército se hace cargo de la instrucción de su proceso, que pertenece a la jurisdicción civil, y cambia un delito de sedición castigado con cárcel por otro de rebelión que acarrea pena de muerte.
El revolucionario pedagogo es acusado de dirigir la revuelta popular de la Semana Trágica. Una insurrección que entre el lunes 26 de julio y el 2 de agosto de 1909 le cuesta la vida a 104 ciudadanos, ocho guardias heridos y 80 edificios religiosos incendiados.
Su pedagogía libertaria le compromete en varios frentes. Ferrer tiene tras él a la iglesia por su preconización de la educación laica, al ejército por el contenido antimilitarista de sus textos periodísticos y educacionales al frente de su Escuela Moderna y, también, al catalanismo en alza, ya que su pedagogía internacionalista prefiere enseñar el esperanto al catalán. ‘Racionalismo, antiautoritarismo, educación interclasista, laicidad e higiene’ son sus máximas. O en dos palabras: ‘Formación integral’.
Juicio de Ferrer i Guàrdia en Montjuïc (Propias)