A los 87 años nos deja el compañero García Calvo, quien sostuvo una prolífica carrera que le condujo a cultivar distintos géneros literarios. Su fructuosa obra se vio recompensada con, entre otras cosas, tres premios literarios por sus obras
Hablando de lo que habla
,
La Baraja del rey don Pedro
, y por el conjunto de su obra como traductor.
Luchador incansable contra el Poder y la Realidad, huyó de modas y convencionalismos en una vida coherente y convencida de sus principios politicos. Esta postura irrevocable, llevó al catedrático a ser perseguido por el Régimen franquista, y al retiro de su cátedra por parte de éste tras manifestar su apoyo a las revueltas estudiantiles de 1965. Para García Calvo, el Estado y el Capital son las dos caras de una misma moneda llamada Democracia burguesa a la que hay que combatir desde “lo que quede del pueblo”, mientras que los regímenes más autoritarios, tales como los comunistas o los de algunos paises musulmanes, no hacen sino legitimar este sistema despótico que es la Democracia.
También deja constancia de su inconformismo y su compromiso coherente en los numerosos artículos que escribió en los que se dibuja su enfrentamiento a las deidades, tales como Diós o el Dinero, o su manifiesta antipatía por los nacionalismos, que fueron en el pensamiento del compañero, una idea venida desde arriba para manejar al pueblo.
En el día de hoy, sentimos su pérdida de la misma manera que nos queda el consuelo de saber que su recuerdo seguirá vivo en sus palabras y sus ideas. Hemos tenido la suerte de ser contemporaneos de este militante del 15M y de poder aprender y apreciar su pensamiento. Como el diría
Libre te queremos
.
Salud y que la tierra te sea leve.
Confederación General del Trabajo
Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
Agustín García Calvo