La Vanguardia/Eusebio Val
El exilio republicano es uno de los crímenes denunciados en la querella argentina
Uno de los crímenes denunciados en la querella argentina es el exilio forzoso de la población fiel a la II República que tuvo que sufrir campos de concentración, deportación a campos nazis y muchas de aquellas personas exiliadas nunca pudieron volver a su tierra
Las imágenes son extraídas del libro ’40 ans d’exil’ (2020), publicado por la oficina francesa de protección de refugiados y apátridas
Imágenes extraídas del “40 ans d’exil” (2020) publicado por la Oficina francesa de protección de refugiados y apátridas (sin derechos de reproducción)
OFPRA)
La visita de Pedro Sánchez y Emmanuel Macron a la tumba de Manuel Azaña en el cementerio urbano de Montauban, el pasado 15 de marzo, no fue un mero gesto simbólico. Entre los acuerdos de la cumbre bilateral se incluyó un ambicioso proyecto para preservar los valiosos archivos sobre los refugiados republi-canos después de la guerra civil. Existe un material impresionante, una mina aún muy explotable para los historiadores, papeles que documentan miles de dramas anónimos y las peripecias de líderes políticos forzados al exilio.
Imágenes extraídas del libro “40 ans d’exil” (2020) publicado por la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas
El objetivo más inmediato de esta cooperación francoespañola es la digitalización de los 150.000 expedientes de españoles que se conservan en la Oficina Francesa de Protección de Personas Refugiadas y Apátridas (OFPRA), cerca de París. Casi el 40% de las fichas que guarda esta agencia estatal son de españoles. Muchas de estas personas participaron en la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos los componentes de la mítica compañía La Nueve –de la II División Blindada del general Leclerc–, que liberó París en agosto de 1944.
Imágenes extraídas del libro “40 ans d’exil” (2020) publicado por la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas
Un certificado póstumo para la viuda de Companys
En 1969, la viuda de Lluís Companys, Carme Ballester Llasat, que residía en París, acudió a la Oficina de los Refugiados para obtener un certificado póstumo que le permitiera cobrar una pensión de las autoridades alemanas como víctima del nazismo. Habían pasado 29 años desde que su marido fue detenido por la Gestapo en Francia y entregado a España, donde sería fusilado el 15 de octubre de 1940 en el castillo de Montjuïc. Los certificados póstumos fueron habituales por motivos parecidos al de la viuda del presidente de la Generalitat. Una mujer lo pidió para reclamar una pensión a Alemania en 1979. Poco antes había visto el nombre de su marido, al que creía desaparecido, en un monumento de un pueblo francés. Había sido fusilado por las SS hitlerianas en mayo de 1944.
Después de los años de Mariano Rajoy en la Moncloa, que frenaron el rescate de la memoria de la Guerra Civil, el actual Gobierno le dio un nuevo impulso. Es un ámbito que depende de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien es a la vez ministra de Memoria Democrática. En Francia se ha encontrado a un interlocutor sensible. Macron se interesa por la “verdad histórica”, aunque sea dolorosa. Por eso acaba de abrir los archivos sobre la colonización y la guerra de Argelia.
Seres anónimos y líderes
El objetivo inmediato es digitalizar 150.000 expedientes de refugiados españoles
En las fichas de la Ofpra se leen respuestas escuetas, en simples formularios, que son mucho más que fríos trámites burocráticos. Resumen los sufrimientos y penalidades, pero también el idealismo, de una generación muy castigada.
–“¿Por qué razones vino a Francia?
–Porque no me interesa el régimen que hoy rige en España–, contestó un solicitante de asilo.
Un buen interlocutor
Macron es sensible al ejercicio de “verdad histórica” y lo hace también con Argelia
–¿Tiene razones para no volver a España?
–Yo no puedo ir a España por la sola razón de ser republicano”.
Juan Belver Quilés, nacido en Almería en 1902 y que cruzó la frontera en Prats de Molló el 29 de febrero de 1939, daba este motivo para seguir en Toulouse, donde trabajaba como peluquero, y no regresar a su país: “Por temor a las represalias por haber combatido por unas instituciones legales en defensa de la República y la libertad del pueblo español”. Otro aspirante a refugiado no se extendió en explicaciones. “No quiero volver a España con el régimen franquista: ni él me quiere ni yo le quiero”, escribió.
El embajador albares
“Los exiliados nos entroncan con la mejor historia de la construcción europea”
A la Ofpra se acudía para reconocer matrimonios civiles, obtener pensiones y otras solicitudes. Entre las fichas están las de dirigentes como Josep Tarradellas, el socialista Rodolfo Llopis, la anarquista Federica Montseny, el lehendakari José Antonio Aguirre y muchos otros. Los expedientes permiten conocer las peripecias de los guerrilleros antifranquistas, en su inmensa mayoría comunistas, que se infiltraron en España después de 1939 y hasta principios de los 50. A algunos no les resultó fácil obtener el estatus de refugiado porque ya había estallado la guerra fría y París normalizó sus relaciones con Madrid. Hubo el caso de un guerrillero al que se le puso en la disyuntiva de ser devuelto a España o alistarse en la Legión Extranjera para ser enviado a Indochina. En 1979, con España ya democrática, se eliminó el estatuto de refugiado para los españoles.
Imágenes extraídas del libro “40 ans d’exil” (2020) publicado por la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y
Para el secretario de Estado de Memoria Histórica, Fernando Martínez, “nuestro exilio republicano construye, junto con los resistentes franceses y otros luchadores por la libertad, la memoria democrática europea”. Martínez observa que en los archivos de la Ofpra hay un filón muy interesante para investigar, el papel de las mujeres en el universo de los refugiados.
El embajador de España en París, José Manuel Albares, coincide en que preservar la memoria del exilio español es esencial “porque, como decía Jorge Semprún, ellos fueron europeos antes de que existiera Europa”. “Nos entroncan con la mejor historia de Europa y de la construcción europea”, subraya Albares. Es fundamental, según él, que el papel de los resistentes españoles se conozca mejor en Francia “porque hay monolitos en muchos pueblos pero aún no están en el corazón de la memoria francesa”.