La lista, de los compañeros fallecidos con los que compartí las vicisitudes de la lucha contra el franquismo, en los años sesenta, continúa alargándose. El tiempo – lo sabemos – es inexorable. No obstante, no es fácil resignarse a ello, pese a que no nos queda otra alternativa. Salvo la de recordar los tiempos de esa lucha y de valorar lo que fue aquella entrega para todos nosotros. No sólo porque era la expresión de una afinidad ideológica sino también de la voluntad de manifestar nuestra solidaridad con cuantos luchaban contra la dictadura franquista. Particularmente con los que lo hacían en España para que el pueblo español pudiera recuperar la libertad y que por ello eran objeto de una represión brutal desde la victoria franquista en 1939.
Efectivamente, fue esa voluntad de manifestar tal solidaridad la que nos reunió para hacerlo en común tras la decisión del Movimiento Libertario Español de crear, en 1961, el DI para relanzar la lucha antifranquista. De ahí que lo más importante no sea recordar la parte anecdótica de las acciones de esa lucha sino el aspecto profundamente humano del compromiso en ella. De una lucha que no ofrecía otra recompensa que la satisfacción moral de ser consecuente con uno de los valores – la solidaridad- que nos definían como libertarios. Pues sabíamos y sabemos que la insolidaridad es lo que hace posible la existencia del Poder y las tiranías, como lo pudimos comprobar una vez más en aquellos momentos. No sólo por las dificultades que encontramos entonces para llevar adelante la lucha contra el franquismo como por la insolidaridad de gran parte del “antifranquismo” que permitió a Franco continuar matando hasta 1975 y “dejar todo atado y bien atado” para que la “Transición” fuera lo que fue y estemos como hoy estamos.
Es pues de este compromiso, con la lucha de aquellos años, que Paul Denais (1), Antonio Martín (2) y Moisés Martín (3) fueron un ejemplo de entrega, valor y perseverancia; pues cada uno lo hizo en las condiciones que la evolución de su historia personal lo permitió entonces e inclusive después. De ahí la importancia de recordar su memoria. Tanto por lo que hicieron en aquellos años de lucha activa – en los que no sólo se arriesgaba la libertad sino también la vida – como por lo que hicieron después, mientras las energías vitales se lo permitieron.
Recordar, sobre todo, de Paul Denais, fallecido en los primeros días de julio, y Antonio Martín, fallecido el 17 de agosto, la voluntad de testimoniar la solidaridad en todo momento y circunstancia; pues fue ésta la que les llevó, cinco décadas después de haber hecho explosionar una bomba en la Basílica del Valle de los Caídos, a ponerse a disposición de Francisco Sánchez Ruano, acusado entonces por la acción hecho por ellos, para pedir la anulación de la sentencia franquista que le condenó a 28 años de cárcel en 1962.
Y de Moisés Martín, además de su permanente predisposición para asegurar el secreto de las acciones que se preparaban en la región de Cahors contra Franco, su también permanente predisposición para mantener la unidad del MLE, como para hacer posible la continuidad orgánica de la FIJL cuando ésta fue puesta fuera de la Ley en Francia en 1963.
Para los tres este testimonio de fraternal reconocimiento de su entrega a nuestro común ideal emancipador.
Octavio Alberola
(1)
http://www.alternativelibertaire.org/?Un-medecin-revolutionnaire
(2)
http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/32245
(3) Nacido en San Sebastián el 28 de marzo de 1927 y fallecido el 10 de junio de 2014 en Cahors. Su padre eran militante de la CNT de Pasajes. Cuando las tropas franquistas ocuparon el país vasco, Moisés pasó con su familia a Cataluña y luego a Francia, en la retirada del 39 . Su padre estuvo en el campo de Argelés. Desde el comienzo del DI, Moisés colaboró activamente desde Cahors: tanto para asegurar depósitos de armas como de lugares para la preparación de acciones. Militó en la CNT y en la FIJL, y en tanto que trabajador en Francia, también participó en las luchas del sindicalismo francés.