FECHA

En memoria de Antonio Vargas Rivas
arton1112-08763
Con profundo sentimiento, escribo estas líneas tras la reciente muerte, en febrero de 2009, de Antonio Vargas Rivas, un hombre, cuya vida ha sido, en gran parte, la del Movimiento Libertario Español y, por tanto, la de los sectores más combativos de la clase trabajadora de nuetro país. Tuve la suerte de conocerlo hace algunos años, al enterarme de que vivía en Adra, y allí acudí para entrevistar a una persona que desde el primer momento me recibió con los brazos abiertos.

El 25 de octubre de 1917 nació en esa ciudad almeriense, en el seno de una familia de pescadores, trabajando desde pequeño en el mar y también en una panadería. A veces he evocado ese trabajo infantil, que él narró en sus memorias, refiriéndose al niño que tenía que trabajar descalzo, llagados los pies por la arena y la sal.

La proclamación de la 2ª República contribuyó a que Antonio, como tantas personas, albergara esperanzas de que en España se produjera un gran cambio social y, en 1933, se unía a las nacientes Juventudes Libertarias, siendo encarcelado en 1934.

Al iniciarse la Guerra Civil contribuirá al aplastamiento del fascismo en las provincias de Almería y de Granada y, con otros trabajadores, pondrá en marcha la colectivización de la pesca en su ciudad. La decisión fue tomada en una asamblea a la que asistieron más de mil personas. Se inició, por tanto, una experiencia revolucionaria, la autogestión anhelada por los libertarios, que gozaba de un amplio apoyo popular, que dio extraordinarios frutos y que sigue siendo una alternativa de futuro para un mundo más justo, más humano y solidario. Además, se creó una escuela para los hijos de los pescadores. Hasta entonces, el 90% de ellos no podían acudir a la misma.

La derrota de 1939 hizo que, con otras personas, Antonio Vargas huyera en un barco de pesca a Orán. Acogidos solidariamente por la población, a los pocos meses, en cambio, las autoridades francesas los internaron en unos campos de concentración situados en el desierto de Argelia, donde fueron objeto de un trato inhumano. Liberado por el Ejército británico tras los desembarcos de noviembre de 1942 en el Magreb, Antonio Vargas se unió a sus filas para seguir combatiendo al fascismo.

Tras la guerra mundial se estableció en Londres, militando siempre en la CNT, organización a la que perteneció hasta el final de sus días, y desde ese exilio tomaría parte en innumerables actividades de solidaridad con la lucha antifranquista que se desarrollaba en el interior de España. La desaparición del dictador posibilitó que pudiera establecerse de nuevo en su Adra natal. Hace poco, en 2007, publicó sus memorias, tituladas Guerra, Revolución y Exilio de un Anarcosindicalista, un libro interesantísimo para quien desee conocer mejor nuestra historia, y que había presentado en algunas ciudades. Cariñoso, luchador, solidario Antonio : descansa en paz, querido amigo.


José María Azuaga, historiador

Scroll al inicio