Cuarto Poder/Sara Montero
El pasado 23 de noviembre se realizó un acto de presentación de la web
https://carceldeventas.madrid.es/
que se ha conseguido llevar a cabo con la colaboración de vecinos e historiadores y el ayuntamiento de Madrid. Con esta web se quiere recoger la historia de esta mítica cárcel para uienes lucharon contra el franquismo
El rincón de internet donde aún suenan las voces de las mujeres de la cárcel de Ventas
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Este penal madrileño fue uno de los grandes proyectos de la republicana Victoria Kent, que encargó una cárcel moderna, luminosa y más acorde con el siglo XX
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Sin embargo, tras la Guerra Civil se convirtió en un ‘almacén de reclusas’, donde imperaba el hacinamiento, las malas condiciones higiénicas y la represión
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Es la cárcel donde dormían las ’13 rosas’ antes de su fusilamiento, el 5 de agosto de 1939. Sus compañeras se encargaron de que su historia no se perdiera
Cárcel de Ventas,
hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay
ni camas ni comida.
En los infiernos
Se está mucho mejor.
(Canción escrita por las presas de la cárcel de Ventas)
Acabada la Guerra Civil,
María del Carmen Cuesta
dormía junto a
Victoria Muñoz
en la cárcel de Ventas. Ambas eran miembros de la Juventud Socialista Unificada. “Victorita”, como ella la llamaba, era una de las jóvenes que formaban el grupo de las 13 ‘rosas’, a las que el régimen franquista fusiló el 5 de agosto de 1939 en el Cementerio del Este de Madrid junto a otros 43 hombres, los 43 ‘claveles’. Cuesta murió en 2010, pero el recuerdo de esa noche permanece nítido: «Ella se metió el vestido enseguida, rápidamente, se agarró a mi cuello y me dijo “Mari, que me matan”». Siete años después de su desaparición, su voz entrecortada continúa viva y puede escucharse en el
Fondo Documental Web de la cárcel de Ventas
, donde se recopila documentación, fotos y entrevistas de algunas de las reclusas que pasaron por este penal.
Esta prisión, que se encontraba en el actual distrito de Salamanca, nació en 1931 como uno de los proyectos de modernización de
Victoria Kent
, primera directora general de Prisiones. Las reclusas solían derivarse hasta el momento a “galeras” gestionadas por órdenes religiosas. A estos recintos iban a parar también mujeres acusadas de “delitos cometidos contra los preceptos morales”, como las prostitutas, llamadas “quincenarias”, porque eran encarceladas por periodos de quince días a cambio de una multa.
Kent intentó adaptar el sistema penitenciario también a las necesidades de las reclusas. El mandato de la política al arquitecto
Manuel Sainz de Vicuña
fue claro, hacer “una casa como la que quisiera uno para vivir.
Luz por todas partes
”. Se inauguró en 1933, pero se truncó pronto esa primera intención de construir una cárcel “modelo” para mujeres. Con
la irrupción de la Guerra Civil
, en 1936 se vació de mujeres para meter a hombres. Después, con la victoria del bando franquista en 1939, se convertiría en todo lo contrario a lo que planeó Kent: un
“almacén de reclusas”
. “Llegó a tener unas 5.000 presas, a pesar de que estaba pensada para unas 400”, explica
Fernando Hernández
, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y responsable de contenidos del proyecto.
En los primeros años de posguerra, se llenó de presas políticas. Las condiciones eran insalubres y la cárcel estaba saturada. “La primera noche que dormí allí éramos siete”,
recuerda en una entrevista
Trinidad Gallego
, que fue detenida junto con su madre y su abuela, que contaba 87 años. “No era raro que detuvieran a varios miembros de una familia a la vez. No era una ventaja, sino una mayor angustia. Se preguntaban si una mujer octogenaria iba a aguantar esas condiciones”, matiza el experto. En el libro ‘Testimonios de Mujeres en las cárceles franquistas’,
Tomasa Cuevas
recopila las experiencias de las presas franquistas, incluidas las de la cárcel de Ventas: “Como había tanta sarna, tantos piojos y chinches en Ventas le dije a mi madre que me pasara Zotal y Barachol”, cuenta
Petra Cuevas
en el capítulo ‘La sindicalista’.
Cuando detenían a un matrimonio y el hijo era menor de tres años, se lo quedaba la madre. En un entorno de hacinamiento, con una mala alimentación y con una higiene deplorable, los niños eran la máxima preocupación de sus progenitoras. “Hubo una epidemia de disentería en la cárcel. Morían todos los días. Yo he visto tres ataúdes blancos y juntos. Eso lo pasaba la madre.
Estaba meses y meses viendo morir a su hijo
. Luego a los padres les decían que se habían muerto”, explica
Ángeles Ortega
,
en un audio colgado en el porta
l, sobre cómo los bebés fallecían en sus brazos mientras ellas no podían hacer nada. “Incluso, a los niños cuyos padres habían sido fusilados se les educaba en la desmemoria y en la estigmatización”, explica Hernández.
Muchas de estas mujeres tenían cualificación y experiencia, como
María Lacrampe
, enfermera y puericultora, que se puso al frente de una “
enfermería de niños
” constituida en una de las salas de la prisión.
Ventas, “la escuela de presas”
Mucho antes de que la palabra sororidad se pusiera de moda, estas mujeres dieron un ejemplo de cooperación. Fueron capaces de tejer una memoria que trascendería más allá del franquismo. Las
jóvenes aprendían de las veteranas
y se ayudaban a sobrevivir. Se habían formado en la República, habían estado marcadas por acontecimientos como la Revolución de Asturias de 1934 y, tras la guerra, se preocuparon de reconstruir las estructuras comunistas, libertarias o socialistas. La ‘oficina de penadas’, que surgió a iniciativa de
Matilde Landa,
fue un hito. Ayudaba a las presas analfabetas o que tenían dudas a tramitar “indultos y peticiones de aval”. La dirigente comunista a la que
el escritor
Miguel Hernández
dedicaría el poema ‘A Matilde’ se suicidó en la cárcel de Mallorca. Las autoridades le prometieron que darían más comida a los malnutridos hijos de las presas si accedía a bautizarse. En 1942 se lanzó desde una ventana.
Otro de los búnkeres de la memoria que construyeron estas mujeres desde sus celdas fue el relato del asesinato de ‘las 13 rosas’, perpetrado en agosto del 39. “El fusilamiento de estas 13 jóvenes
se convirtió en un relato identitario, de resistencia
, se lo iban contando unas a otras según entraban las nuevas”, asegura Hernández. A costa de tejer palabras, recuerdos y detalles, estas presas consiguieron el propósito que la joven fusilada
Julia Conesa
expresó en su última carta: “
Que mi nombre no se borre de
la
historia
”. El investigador califica Ventas como una “escuela de presas” gracias a su nivel de organización para seguir formándose, boicoteando algunos talleres o distribuyendo información tanto en el interior como en el exterior.
A pesar de las enfermedades y la miseria con la que convivían las presas defendieron, parafraseando al poeta
Mario Benedetti
, como una auténtica trinchera. Organizaban talleres y clases, cantaban y declamaban poesías.
María del Carmen Cuesta
recuerda cómo durante la fiesta de la Merced recitó delante de la directora
Carmen Castro
y del inspector director de prisiones,
Amancio Tomé
, unos versos del poeta mexicano
Juan de Dios Peza
nada inocentes: “
Ese nido es un hogar, / no lo rompas, no lo hieras / sé bueno y deja a las fieras, / el vil placer de matar”
, terminaba
.
Venta y desaparición en los 70
En los años 50 fue bajando el número de presas políticas y las comunes se convirtieron en mayoría. Aquellas que habían sido encarceladas por robar, prostituirse o practicar abortos no gozaban de unas condiciones mejores, aunque su relato tuviera menos épica.
En los 60, llegó una nueva hornada de reclusas a Ventas
tras el aumento de la conflictividad obrera, cuyo ejemplo más sonado fue la huelga minera de Asturias de 1962, y las revueltas estudiantiles. Sin embargo, estas mujeres se encontraron una cárcel muy deteriorada, que se vaciaría en el 69 y se demolería cuatro años después.
Hoy en lugar de una cárcel hay un inmueble de viviendas y un parque municipal. El
terreno se subastó 1973 y fue
adquirido por una sociedad bancaria
por 300 millones de pesetas, según cuenta Hernández: “Antes esta parcela estaba a las afueras de Madrid, donde su valor era mínimo, y en el 71 ya se había revalorizado. Probablemente fuera concedida a una promotora afín al régimen, pero aún lo estamos investigando”.
A falta de un colosal edificio de ladrillo que recuerde que esta prisión existió hay una pequeña placa conmemorativa. Por eso, esta web se ha convertido en
un museo virtual donde guardar audios, fotos
y documentos sobre lo que sucedió en este penal de mujeres.