La Tercera
Desde el Gobierno se ha asegurado que se reconocerá legalmente la muerte de miles republicanos que murieron en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Las vidas de los
4.435 españoles que murieron el campo de concentración de Mauthausen
(Austria), víctimas del Holocausto nazi, han permanecido más de seis décadas olvidadas en un rincón de un archivo del que el Gobierno ha decidido sacarlas para inscribir sus defunciones en el Registro Civil como una forma de reconocimiento y reparación moral.
Sus nombres y apellidos, junto al lugar de donde procedían, fueron recogidos en 10 tomos elaborados por la Oficina Notarial del Estado Francés para Deportados entre 1950 y 1951 -tras la liberación del campo- y enviados a España un año después.
Funcionarios de departamento de la Memoria Histórica del gobierno afirman que los nombres de los 4.435 ciudadanos españoles que murieron en Mauthasen en Austria serán
registrados
, y que se concederá a sus descendientes, muchos de los cuales viven en Francia, la
doble ciudadanía
. El Ministerio de Justicia añade que
se erigirá un monumento
en Madrid a los que murieron.
La Subsecretaria de Justicia
Cristina Latorre
, que dirige el departamento de la Memoria Histórica, anunció que el registro de las víctimas era una ‘reparación moral’ por parte del gobierno. Los archivos de los exiliados que habían combatido el Franquismo y víctimas en campos de concentración y exterminio nazi fueron entregados a España entre 1950 a 1951. Hace unos meses, el Ministerio de Justicia inició estos trámites para el registro de estos exiliados que se trasladaron a Francia, pero que más tarde fueron detenidos por la Alemania nazi y enviados a campos de concentración, cuando las fuerzas de Hitler ocuparon ese país. Por supuesto, la dictadura franquista se negó a reconocer como “españoles” a estos exiliados, lo que se traduce en que, según esa “legalidad”, murieron sin estado.
Las tropas estadounidenses liberaron
Mauthausen
el 5 de mayo de 1945. Los supervivientes republicanos españoles, bien rganizados en ese campo, dieron la bienvenida a los soldados con una ya célebre pancarta que decía: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”. Sin embargo, muchos de esos republicanos no pudieron regresar a España, e incluso tuvieron que permanecer en ese campo de concentración durante otro mes tras esta liberación. Algunos de ellos empezaron a trabajar para las tropas estadounidenses como traductores, conductores o limpiando las instalaciones. Más tarde, muchos fueron expulsados de estos puestos bajo la premisa de que “eran comunistas”.
Así, primero el sanguinario general Franco les negó la nacionalidad española, después, el ejército aliado les traicionó al renunciar a derrocar la dictadura al finalizar la II Guerra Mundial y, por último, la España post-transición, tras el llamado
pacto de silencio
, nunca les otorgó reconociminto alguno como luchadores por la democracia y combatientes antifascistas, condenándolos al olvido.