El Salto/Chema Álvarez Rodríguez
La reforma de la Ley Orgánica de Educación que entra en vigor con el inicio de este año deja de lado la laicidad en la escuela y sigue dando protagonismo a la religión. Sin embargo, la escuela laica existe en Extremadura desde finales del siglo XIX, muy ligada a masones y anarquistas.
Joan Puig i Elías1, de quien da noticia Ferrán Sánchez Agustí en su libro El maquis anarquista. De Toulouse a Barcelona por los Pirineos, fue un maestro racionalista nacido en Sallent de Llobregat en 1898 que se educó en los primeros años del novecientos en el Centro Sallentino de Enseñanza Laica “la escuela de los sindiós”, donde los niños y niñas daban los buenos días de forma unísona cuando entraba el profesor con un “¡NO HAY DIOS!”, a lo que el docente contestaba: “¡NUNCA LO HA HABIDO!”.
El último tercio del siglo XIX asiste a la aparición de las primeras escuelas laicas, inspiradas por el proceso de laicización que se da en Francia entre 1880 y 1905. Estas escuelas tuvieron un claro precedente (anterior incluso a la creación de la Internacional española en 1869) en las escuelas obreras de carácter anarquista, tal y como señaló Clara E. Lida en su artículo “Educación anarquista en la España del ochocientos” (Revista de Occidente, Nº 97, abril de 1971).
La primera escuela laica de la que se tiene noticia en Extremadura es la que hubo en Mérida a partir de junio de 1889 y cuya referencia encontramos en los estudios del profesor Francisco López Casimiro sobre masonería en Extremadura, en concreto en su artículo Enseñanza Laica y Masonería en Badajoz durante la Restauración (Universidad de Granada). Previamente a esta escuela hubo otros intentos para fundar escuelas laicas en diversas localidades de Extremadura, sobre todo en Badajoz, siempre animados por personas muy ligadas al republicanismo y la masonería, si bien ninguno de ellos cuajó, salvo el de Mérida. Cabe destacar la participación en este tesón del matrimonio formado por Miguel Pimentel y Walda Lucenqui Garrote, ambos maestros de Badajoz. Walda, Regente de la Escuela Práctica Normal de Maestras de Badajoz a partir de 1883, participó en los congresos pedagógicos de la época y encabezó el comité nacional que exigía la equiparación de sueldos entre maestros y maestras2.
La primera escuela laica de la que se tiene noticia en Extremadura es la que hubo en Mérida a partir de junio de 1889
El fracaso de tales intentos se debió tanto a la falta de medios para encontrar un local, asumir el alquiler y pagar a un maestro como al recalcitrante rechazo por parte de elementos ligados a la Iglesia Católica y la misma Iglesia, traducido en furibundos ataques a través de la prensa de la época, entre la que destacó el diario El avisador de Badajoz, semanario Católico, que calificaba a estos centros como “escuelas del diablo y lazo de perdición”. No en vano este mismo periódico, en noviembre de 1891, se refirió al matrimonio de Juan Antonio Codes, fundador del Partido Republicano en Montijo y miembro del triángulo masónico local “La Lealtad Masónica”, como “matrimonio perruno”, por el hecho de haberse casado mediante una ceremonia civil con su prima, Fernanda Codes, lo cual motivó que Codes, que firmaba en la prensa republicana con el seudónimo de Pericles, llevara a los tribunales al periódico, por injurias3. Juan Antonio Codes sería uno de los impulsores en Montijo del centro obrero “La Defensa”, en 1901, y del Círculo Recreativo Republicano en esta localidad, en 1933. Capturado por los sublevados franquistas, murió en la cárcel de Badajoz el 20 de mayo de 1939.
Gracias a López Casimiro sabemos que el primer maestro con el que contó la escuela laica de Mérida en 1889 fue D. Jaime Martí Miquel, catalán del que se burlaría también El Avisador por su acento, publicando que dicho maestro “no sabe castellano”. Tampoco sabemos hasta qué fecha duró dicha escuela, aunque debió de ser breve. En La Crónica de Badajoz del 28 de diciembre de 1890 aparecía un suelto en el que se dirigían diversas alabanzas a la escuela laica de Mérida, con motivo de los exámenes finales del trimestre, hechos el día 21 anterior: “Los alumnos”, dice el suelto, “estaban tan adelantados que muchos daban las asignaturas de Geografía e Historia por la parte extensa de los textos que se estudian en el Instituto”. La noticia también añadía que “había varios niños que, no llevando más que cuatro meses de escuela, leían tan bien como otros que llevan años y años en las escuelas no laicas rezando y cantando”.
La noticia también añadía que “había varios niños que, no llevando más que cuatro meses de escuela, leían tan bien como otros que llevan años y años en las escuelas no laicas rezando y cantando
Desaparecida esta escuela de Mérida, de inspiración masónica y republicana, no volvemos encontrar una nueva escuela laica en Extremadura hasta 1902.
La idea de crear una escuela laica partió de la Federación Local de La Germinal Obrera de Badajoz, sociedad de resistencia de carácter anarquista. Esta Federación, a través de una suscripción popular, trajo a Badajoz a Belén Sárraga, la ilustre conferenciante que recorría España con su discurso revolucionario de carácter feminista e igualitario. Sárraga ofreció un mitin en el local de La Germinal en la noche del 1 de noviembre de 1902, después de haber dado otro en el local del Fomento de las Artes. Según consta en La Región Extremeña del 5 de noviembre de ese año, Belén Sárraga aconsejó a los obreros y obreras “que se instruyeran a semejanza de lo que hacen los de Cataluña, quienes tienen escuelas laicas y magníficas bibliotecas”. Dijo que “mientras los obreros no se instruyan, contentándose con pedir aumento de jornal y reducción de las horas de trabajo, el triunfo será de las otras clases, porque saben más”.
Por las páginas de El Obrero, Publicación de Sociología, Ciencias y Artes, periódico de La Germinal, sabemos que esta sociedad de resistencia recibía prensa libertaria del resto del país, principalmente La Revista Blanca, a la que estaba suscrita, creada por Teresa Mañé y Juan Montseny, cuyo sumario incluía numerosos artículos sobre laicidad y educación integral, aparte de ofrecer en su primera página y en su contraportada un elenco de publicaciones, libros y revistas de carácter sociológico, político, religioso, educativo, etc. Poco antes, en el año 1898 y a sugerencia de Piotr Kropotkin, se creó un comité internacional en pro de la enseñanza anarquista y en contra de la enseñanza religiosa y burguesa. Dicho comité estuvo formado por el mismo Kropotkin, Elisée Reclus, Charles Malato, Leon Tolstoi, Louise Michel y Jean Grave. Todos los libros de estos pensadores y activistas libertarios estaban a disposición de quien desease adquirirlos a través de la Biblioteca de La Revista Blanca. Como consecuencia de dicho comité o paralelamente al mismo, surgió la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, inaugurada el 8 de octubre de 1901 en la calle Bailén, 70, de Barcelona, donde colaboraron los autores y autoras citados y que contaría, además, con la participación de otros anarquistas españoles, como Odón de Buen y Anselmo Lorenzo.
En el año 1898 y a sugerencia de Piotr Kropotkin, se creó un comité internacional en pro de la enseñanza anarquista y en contra de la enseñanza religiosa y burguesa. Dicho comité estuvo formado por el mismo Kropotkin, Elisée Reclus, Charles Malato, Leon Tolstoi, Louise Michel y Jean Grave
Cabe pensar que los obreros y obreras que frecuentaban el local de La Germinal en Badajoz, en la calle Chapín, número 10, tenían conocimiento de experiencias como La Escuela Moderna de Ferrer y Guardia, que había iniciado su andadura en 1901 y editaba dos publicaciones señeras: el Boletín de la Escuela Moderna y el periódico La Huelga General.
En el libro de Ferrer sobre la Escuela Moderna se distingue entre escuela laica y escuela racionalista, haciendo hincapié en que la educación laica que se persigue no es la que se da en Francia, donde se ha sustituido la fe en la Iglesia por la fe en el Estado. A la enseñanza religiosa y política, nos dice Ferrer, es necesario oponer la racional y científica, encargada de “persuadir a los futuros hombres y mujeres que no han de esperar nada de ningún ser privilegiado (ficticio o real), y que pueden esperar todo lo racional de sí mismos y de la solidaridad libremente organizada y aceptada”3. El proyecto innovador de esta escuela se fundamentaba en los diez puntos siguientes: 1) Coeducación de sexos. 2) Coeducación de clases sociales. 3) Higiene, tanto de la escuela como del alumno. 4) Contacto habitual con la naturaleza. 5) Educación a través del juego. 6) Práctica de trabajos manuales. 7) Laicismo, antiautoritarismo y antimilitarismo. 8) Estudio de las ciencias, la astronomía, la filosofía y la historia. 9) Responsabilidad compartida de alumnos, tutores y maestros. 10) Ni premios, ni castigos4.
En el libro de Ferrer sobre la Escuela Moderna se distingue entre escuela laica y escuela racionalista, haciendo hincapié en que la educación laica que se persigue no es la que se da en Francia, donde se ha sustituido la fe en la Iglesia por la fe en el Estado
En 1900 la provincia de Badajoz contaba con un porcentaje del 61% de analfabetismo en personas mayores de seis años, con un total de 175 escuelas católicas5. La tasa general de analfabetismo en Extremadura era de un 74%, con mayor incidencia en las mujeres. Entre las causas de este elevado índice destacan la escasez de escuelas y el absentismo generalizado, dándose una relación directa (como ya señalaron diversos autores) entre latifundio y analfabetismo. En Badajoz capital existían ocho escuelas públicas (de las cuales dos eran agregadas a las escuelas normales, luego Magisterio) y al menos tres escuelas privadas. La educación religiosa era común a todas.
Para entender el movimiento obrero de Badajoz que participaba en La Germinal en 1900 hay que ir más allá de la interpretación meramente política y laboral. Como acontecía en el resto del Estado español, en el conjunto de los individuos y familias ligados a la Idea ácrata, los obreros de La Germinal compartían aficiones culturales e intereses de emancipación individual y social a través de la instrucción. Profesaban un convencido anticlericalismo que se traducía en ceremonias de vida y muerte, patentes tanto en uniones como en entierros civiles. En la edición de El Obrero del 15 de abril de 1901, en su última página, se hacía una declaración de principios de La Germinal con las siguientes palabras:
“A las preguntas que dirige a la prensa radical sobre las órdenes religiosas les diremos que nosotros combatimos contra todos los fanatismos, que somos enemigos irreconciliables de todas las religiones, pero de todas, por lo que estamos conformes con el colega mientras que llegue la hora de la liquidación total de todas las religiones positivas”.
Como acontecía en el resto del Estado español, en el conjunto de los individuos y familias ligados a la Idea ácrata, los obreros de La Germinal compartían aficiones culturales e intereses de emancipación individual y social a través de la instrucció
La Región Extremeña del 31 de mayo de 1901, en su página 2, daba noticia del entierro civil del obrero Manuel Gilo Pineda, al que acudieron 1.500 obreros, en su mayoría “socios de La Germinal, que concurrieron a aquel acto guardando durante él un admirable silencio”. Por último, en abril de 1902, un conjunto de mujeres ligadas a La Germinal fundaron La Unión Femenina, con mujeres que participaron en el movimiento anticlerical y con sede en la Calle Doblados.
El Obrero, periódico anarquista, en su edición del 27 de enero de 1902, incluye en su última página un Manifiesto que dirige la Comisión organizadora de las Escuelas Laicas “a los obreros sevillanos en particular y a los amantes del progreso en general”. En dicho artículo, que comienza con el tradicional SALUD, se llama a las organizaciones obreras a crear escuelas laicas, como un bien necesario para la Humanidad, pues “de la educación de la infancia depende el grado potente de fuerzas que pueden adquirir los ejércitos proletarios, para que giren dentro del avance del progreso”. Todo ello con un doble objetivo: primero “porque disminuirá la inconsciencia y aumentará en los corazones del paria los gérmenes de libertad y redención”; y segundo, “porque arrancaremos de las garras de estúpido fanatismo falsas creencias e imbéciles preocupaciones, al tierno niño, a la inocente niña, y no dudarlo; estos y estas, serán padres y madres en el mañana, y no podrá ser por menos que, congeladas en un ambiente puro, saneado; puras y saneadas serán las enseñanzas de los que ellos dependan”.
Un poco más adelante, en ese mismo número de El Obrero, aparece un llamamiento claro: “Con el fin de establecer una escuela laica en la Federación Local Germinal, les suplicamos a los compañeros que las tengan ya planteadas, manden a la misma Germinal los datos y formas como la tienen constituida, así como los libros de textos de los mejores autores y más económicos sean”.
A partir de esa fecha, finales de enero de 1902 y con plazo de hasta el 15 de marzo, La Germinal publicará en La Región Extremeña, diario republicano, diversos avisos anunciando que ha acordado abrir una “escuela laica para niños y adultos”, por lo que hace un llamamiento para que “todo el que desee desempeñar la plaza de profesor de dicha escuela” presente la solicitud en la secretaría de la sociedad.
La reacción en Badajoz no se hizo esperar. Poco antes de abrirse la escuela laica el Nuevo Diario de Badajoz arremetió contra ella con un duro artículo en su primera página del viernes 14 de marzo de 1902, en el que se asegura que con dicha escuela lo que se pretende es formar “conciencias poco o nada escrupulosas, que no detendrán las manos que empuñen el puñal para cortar una existencia, o la bomba que extermine una colectividad”.
Al llamamiento de La Germinal acudiría el maestro racionalista Francisco Pérez Vilaplana, que ya había dirigido otra escuela de niños desde 1890, situada en la calle Gobernador, nº 41. Cuando Pérez Vilaplana se hizo cargo de esta nueva escuela laica, auspiciada por una sociedad libertaria, tenía la edad de 51 años. Fallecería en Badajoz entre el 13 y el 16 de marzo de 1909, a causa de una estenosis, a la edad de 58 años5.
La escuela laica de Badajoz, sufragada por el movimiento obrero de esta ciudad, se estableció en la calle Castillo, nº 2, justo enfrente de la torre de Espantaperros. El edificio, tal y como lo describiría el mismo maestro, era amplio y contaba con bastante ventilación, con su fachada dando al norte y con un balcón con dos grandes ventanales, uno a cada lado. En poco tiempo su presencia se haría notar en la ciudad pacense.
A diferencia del alumnado de las otras escuelas, que solía desfilar en las procesiones con motivo de las festividades religiosas, los niños y niñas de la escuela laica de Badajoz encabezaron la manifestación del 1º de Mayo de ese año, 1902, en la que participaron más de dos mil personas y que recorrieron durante la tarde la ciudad, con un estandarte en el que se reivindicaba la jornada laboral de las 8 horas.
Los niños y niñas de la escuela laica de Badajoz encabezaron la manifestación del 1º de Mayo de ese año, 1902, en la que participaron más de dos mil personas y que recorrieron durante la tarde la ciudad, con un estandarte en el que se reivindicaba la jornada laboral de las 8 horas
Al día siguiente de esa manifestación del 1º de mayo, el Correo de Extremadura arremetía contra la escuela laica criticando que al maestro se le hiciera trabajar más de las 8 horas (hacía 9) y llamando la atención sobre la dejadez en el vestir tanto del alumnado como del profesor.
Este ataque motivó una respuesta directa de Francisco Pérez Vilaplana, publicada en La Región Extremeña del 11 de mayo de 1902, en la que elogiaba la idoneidad del local destinado a escuela y sufragado por la Sociedad Obrera La Germinal, que le pagaba un sueldo de dos pesetas cincuenta céntimos, que podía cobrar por quincenas o a mes vencido, sin perjuicio de que pudiera pedir un anticipo si así lo precisara. Hasta 1901 no se incluye la dotación de los maestros y maestras de la escuela pública en los Presupuestos Generales del Estado (hasta entonces les pagaban los ayuntamientos), si bien en un principio el Estado solo abonaba dos tercios de su sueldo, quedando el tercero a cargo de los padres. Hacia 1910 un maestro de educación primaria cobraba un sueldo de unas 1000 pesetas anuales, bastante exiguo para la época.
En cuanto a su horario, Francisco Pérez aclaraba a la reacción de Badajoz que, “al revisar el profesor que suscribe el pliego de condiciones, a voluntad propia del citado profesor se da una hora más de clase por la mañana fuera del reglamento, por creerlo conveniente, pues con eso se evita el que algunos niños con las travesuras propias de su edad, puedan causar algún daño, acarreando con esto disgusto a los padres y quejas al profesor, pues siempre el niño está mejor en el colegio que fuera de él”.
En lo referente a la vestimenta, criticada por El Correo, decía que “verdad es que todo hombre, cualquiera que sea su profesión, debe presentarse en sociedad decentemente vestido, sin que para ello se precise lujo que muchas veces suele acarrear grandes disgustos, procurando en todo caso atender antes a las necesidades propias de la vida, y empleando siempre el tiempo sobrante en aprender cosas favorables, que son la mayor riqueza y el lujo más digno que puede llevar”.
Por la Región Extremeña del 19 de abril de 1902 sabemos que uno de los libros de texto con el que estudiaban los niños y niñas de la escuela laica era El Catecismo Moral, de Cazalla, organizado en preguntas y respuestas sobre cuestiones éticas. En la página 46, ya hacia el final del Catecismo, se pregunta: “¿Cuál es el deber más sagrado que tenemos como ciudadanos?”, a lo que se responde: “El de oponernos, aun con riesgo de nuestra vida, a todo lo que signifique un atentado a los derechos individuales”.
Otros libros eran los facilitados por La Germinal obrera y que le habrían llegado tras su llamamiento de finales de enero, acordes con la educación libertaria y en buena parte surtidos por la Biblioteca de la Escuela Moderna. Estos libros fueron duramente criticados por sus contenidos, ajenos a la moral de la época en la que se ensalzaba la patria, la religión y el rey. Algunos eran la Cartilla filológica española, libro de aprendizaje de lectura y escritura, publicado en 1903 por la Escuela Moderna, donde se definía a Dios como “Concepción pueril del espantajo todopoderoso”, Las aventuras de Nono, de Jean Grave y también publicado por la Escuela Moderna, las aventuras de un niño de nueve años en Autonomía, un país donde no había ladrones, ni ricos, ni pobres, y en Argirocracia (la sociedad actual), donde se llama a los magistrados buitres con cara de mochuelo, lechuza y aguilucho, y donde se definía a la bandera de la Patria como “tres metros de algodón puestos en el extremo de un palo”.
Tras los sucesos de junio de 1902 en Badajoz , en los que se ejerció una fuerte represión gubernamental contra La Germinal, la afluencia a la escuela laica (con La Germinal y la Unión Femenina disueltas por orden gubernativa) debió de mermar bastante. Si bien sabemos que en un principio se daban clases por la mañana y por la noche (por la mañana acudían los hijos e hijas de obreros, que pagaban una matrícula en función de sus escasos jornales, sufragándose también la escuela con aportaciones de La Germinal), en pocos años la escuela laica pasó a dar únicamente clases nocturnas, así como a abandonar el local en la calle Castillo, número 2, y pasar a establecer sus aulas en la calle Chapín, número 10.
Por la mañana acudían los hijos e hijas de obreros, que pagaban una matrícula en función de sus escasos jornales, sufragándose también la escuela con aportaciones de La Germinal
La Región Extremeña del 2 de septiembre de 1906 publicó en su segunda página un aviso en el que se anunciaba que “queda abierta la matrícula para los obreros que deseen asistir a la escuela laica nocturna, situada en el Casino Republicano (Chapín, 10)”. Los solicitantes que deseasen hacer dicha matrícula debían justificar tener un oficio y ser mayores de 10 años, siendo preferidos los hijos de los socios del Casino y los alumnos del curso anterior. Las clases darían comienzo el 10 de septiembre a partir de las 8 de la tarde.
Pero aquel fue el último curso de la escuela laica de Badajoz. El 5 de julio de 1907 La Región Extremeña daba a conocer en su primera página, bajo el título Dos palabras, una respuesta a una carta publicada por Antonio Sendras en Las Dominicales, periódico en el que alababan la labor de los maestros dedicados a la escuela laica de Badajoz. En esta respuesta, firmada por F.M.A., reflejo del desánimo y de las ilusiones vencidas por una nueva educación, se comunicaba el cierre definitivo de la escuela laica debido a falta de sostenimiento económico. Entre las causas estaban “el desprecio de sabios e ignorantes, Gobiernos y particulares” hacia este tipo de enseñanza, a la par que se argumentaba que “los intelectuales republicanos de aquí (Badajoz) son pobres y el elemento obrero está desorganizado, sin una sola sociedad de resistencia”.
Reflejo del desánimo y de las ilusiones vencidas por una nueva educación, se comunicaba el cierre definitivo de la escuela laica debido a falta de sostenimiento económico. Entre las causas estaban “el desprecio de sabios e ignorantes, Gobiernos y particulares” hacia este tipo de enseñanza
El texto concluía: “En suma, que no somos capaces, pecuniariamente hablando, de sostener una escuela laica diurna. Y si se ha sostenido hasta aquí la nocturna, es debido al sacrificio de algunos miembros de la Juventud Republicana que por hoy, con gran pesar suyo, no pueden dedicarse a ella”.
No fue la única escuela laica que se vio obligada a cerrar sus aulas, asfixiadas por la falta de alumnos y de ingresos. Hubo otras de las que se tuvo noticia también durante esos años, como la que hubo en Montijo, cuyos alumnos y alumnas encabezaron la manifestación en esta localidad del 1º de Mayo de 1905, “siguiéndoles los desheredados de la fortuna”, o como la que se cerró en Jaraicejo8.
Todas ellas y muchas más, de carácter laico y racionalista ─de las que no quedó constancia─ abrieron el camino que haría de la enseñanza un ejercicio de la profesión digno, ajeno al oscurantismo de la Iglesia y al engaño de la Patria mal entendida, preludio de lo que apenas unos años después sucedería en Barcelona con la Escuela Moderna y con su fundador. De todo aquello quedó una simiente que volvería a germinar durante la República y, como nos recuerda Ferran Aisa, también una cancioncilla catalana de los años treinta que decía:
A la torre de Montjuïc
hi ha una bandera negra
amb unes lletres que diuen
Visca L´Escola Moderna!
1 Gloria Campoy y Jean Marc Azorín, Joan Puig Elias. Creador de un mundo nuevo. Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 2018. / Valeria Giacomoni, Joan Puig Elias. Anarquismo, pedagogía y coherencia. Descontrol, Barcelona, 2017.
2 El Magisterio Español, Periódico de Instrucción Pública, Madrid, 25-05-1883.
3 Crónica de Badajoz, 13-11-1891, página 2.
4 Francisco Ferrer i Guardia, La Escuela Moderna, Ed. Zero, Madrid, 1976, página 101; reeditado en La Malatesta, Madrid, 2013. Disponible para descargar gratis
5 Fuente: Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Estadística Escolar de España en 1908.
6 La Región Extremeña, 17-03-1909.
7 La Región Extremeña, 12-05-1905.
8 El Regional, 11-12-1907.