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El ángel rojo se instala en el Polígono Norte
Correo de Andalucía /Sevilla/ C. Rengel/ 16 Agosto 2008 El Polígono Norte recordará para siempre a Melchor Rodríguez García, el ángel rojo, un trianero anarquista que se convirtió en uno de los principales líderes de la Confederación General del Trabajo (CNT) en la guerra civil y la postguerra. Tras años de pelea por parte de sus sucesores en el sindicato, el Ayuntamiento de Sevilla propuso el 30 de julio bautizar con su nombre una calle en la barriada San Cayetano, entre la carretera de Brenes y el canal del valle inferior del Guadalquivir. A su lado, hasta que quiera el callejero, estará también la nueva calle Sindicatos.

La CGT quería que el nombre de Rodríguez luciera en un barrio obrero, de trabajadores. “No ha podido ser en Triana, su cuna, pero tampoco es ésta mala solución”, reconoce Cecilio Gordillo, de CGT Andalucía. Según fuentes municipales, es posible que la rotulación de la calle esté lista en otoño.

Sevilla ha sido más rauda que Madrid a la hora de hacer justicia con el “ángel rojo”, ya que el Consistorio de Alberto Ruiz Gallardón aún se está pensando si le concede una calle y, más aún, si le otorga el título de alcalde honorífico, que la CGT exige por ser el hombre que se vio forzado a entregar la capital a los nacionales, el último edil republicano de la ciudad.

La figura de Rodríguez concilia el reconocimiento de la izquierda y la derecha. Nacido en Triana en 1893, hijo de maquinista del puerto y de cigarrera sevillana, a los 13 años, al morir su padre, comenzó a trabajar de calderero. Afiliado a la CNT desde 1920, en la sección de Madera, compaginó su oficio con los toros hasta los 25 años. Trasladado a Madrid con los felices 20, fue un “agresivo anticomunista, orador fogoso, partidario del anarquismo pacifista y muy humanista”, como lo pinta Alfonso Domingo, periodista que prepara un documental con su historia.

Se convirtió en Director de Prisiones de la II República y con su “dignísimo” comportamiento evitó el linchamiento de los reclusos de derechas, eliminando incluso las sacas indiscriminadas de presos. De ahí que los nacionales le llamaran el “ángel rojo”. Tras la contienda, fue detenido y condenado a 20 años por un delito de adhesión a la rebelión, de los que cumplió cuatro por el apoyo de muchos derechistas. En toda su vida lo detuvieron 34 veces y en una ocasión lo condenaron a muerte, porque, pese al favor de los de Franco, siempre mantuvo en la clandestinidad su lucha obrera. Cuando murió, en 1972, “unos rezaron un padrenuestro y otros cantaron A las barricadas”. Su entierro fue el único acto de la dictadura que unió a los dos bandos antes de la democracia.

Un buen recuerdo hecho libro.

Instituciones Penitenciarias va a publicar este otoño un libro facsímil con documentos y cartas que pertenecieron a Melchor Rodríguez. Con él, los funcionarios de prisiones de entonces le agradecieron su trato deferente y su arriesgada defensa de presos franquistas, evitado algunos linchamientos.

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