Su vida como militante fue intachable. Ético y austero, casi místico, sufrió por la defensa de las ideas libertarias cárcel, persecución, clandestinidad, miseria. Un atentado contra su vida que casi se saldó con su muerte supuso, por su repercusión en todos los medios políticos, sociales, culturales e internacionales, el final del terror estatal de los pistoleros de Arlegui y Martínez Anido, que habían asesinado a decenas de Confederales. No voy a desgranar aquí las polémicas entre Pestaña y la FAI, su expulsión tras firmar el manifiesto de los 30, las críticas recibidas tras crear el Partido Sindicalista… No es el sitio ni el momento, si bien considero que merecen un estudio en mayor profundidad más allá del dogmatismo y el sectarismo.
Pestaña no está en el Panteón Oficial del anarquismo por derecho propio. Porque no debería haberlo. No voy a hacer una hagiografía suya al estilo de las que existen de otros libertarios tan al gusto de anarquistas estéticos pero poco éticos. Los heteredoxos como Pestaña simplemente pasan a ser el demonio como en las religiones y catecismos oficiales.
El olvido, a veces, esta lleno de memoria. Y en mi memoria está Pestaña. Desde aquí simplemente pretendo recordarle. Para reivindicarle siempre habrá tiempo. Y otros foros. Y otros medios.
Heriberto Tella González
Sindicato del Metal de CGT Madrid