La revolución rusa no ha dado los resultados que podía dar, pero esto no significa que no ha conseguido nada y que no haya dejado nada útil a la humanidad. El mundo, gracias a la revolución rusa, ha vivido y sobrevivido toda una época de esperanzas y ha recogido una enseñanza imperecedera. Se ha demostrado que mientras exista la coerción y la violencia e imperen la explotación y el Estado, no se puede reorganizar la vida social radicalmente. Se han confirmado las previsiones anarquistas de que, para que la libertad y el bienestar imperen, es imprescindible que desaparezcan el Estado y el capitalismo al mismo tiempo.