miciudadreal.es/Eusebio García del Castillo
Carretero lanza una ojeada al anarquismo desde lo más básico: decidir entre todos
José Luis Carretero, profesor, militante de diferentes movimientos sociales y miembro de Solidaridad Obrera, explicaba esta tarde, en el Centro Social Autogestionado La Purga, que la idea fundamental que transmite el anarquismo es que “entre todos tenemos que decidir”, sin que exista una autoridad externa que decida por la gente, ni en nombre de Dios, ni en nombre del estado, ni en nombre del capital.
“Anarquismo básico” era el título de la charla-coloquio que Carretero ha impartido en La Purga. Una presentación del anarquismo y de lo que podría ser como “alternativa real y factible” para el siglo XXI. “En una situación como la que estamos, de crisis global, en la que la devastación capitalista se ha extendido, en la que la gente no tiene para comer, algunos pensamos que existe la posibilidad de poner sobre la mesa alternativas reales”. Alternativas que se construirían partiendo de la idea de una democracia radical, “que es al fin y al cabo lo que siempre ha planteado el anarquismo”. Para ello, recalcaba, la gente tiene que poder decidir, directamente y desde la base. Carretero hablaba de diferentes tipos de democracia que el anarquismo lleva “en su adn”. Una democracia participativa en lo político, que se expresa en la idea de la democracia directa y de la asamblea como centro de decisión. También se refería a la democracia económica. “Porque tiene que llegar también a donde se produce la riqueza, tiene que alcanzar aquello que planteaban los anarquistas de toda la vida, la autogestión. Es decir, que sean los propios productores los que tomen las decisiones en cuanto a qué se produce, cómo se produce, cuándo se produce, para qué, etc., de forma que los trabajadores gestionen la vida productiva”. Junto a estas democracias, la política y la económica, este profesor incidía en que deberían plantearse otros tipos, que afecten incluso a la vida cotidiana.” Que la gente pueda decidir libremente cómo vivir y cómo disfrutar de la vida para que ésta tenga sentido”.
Esto, matizaba, implica que todos puedan acceder al conocimiento y que exista “un equilibrio en los elementos centrales que están fundamentando la crisis actual”. Es decir, explicaba, que vida no esté orientada a la acumulación de plusvalor, a la acumulación de dinero, sino que sea una vida construida en torno a la resolución de las necesidades humanas. “Manteniendo, además, un equilibrio real con el ecosistema que se acabe esta dinámica de crecimiento sin fin que implica el capitalismo y que entra en conflicto directo con las fuentes de la vida”.
Calificaba al sistema capitalista de “individualizante”, ya que “pretende que compitamos unos con otros y en servir de forma cada vez más productiva para generar plusvalor”. Frente a esto, señalaba la posibilidad de que las personas que van a producir puedan hablar, organizarse y establecer mecanismos de apoyo mutuo y una convivencia en torno a la cooperación y no en torno al mando. Una posibilidad, sugería José Luis Carretero, “esperanzadora”.