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La memoria histórica pierde a dos de sus grandes colaboradores,Luis Ortiz Alfau y Vicente Lacasia Ayerra, esclavos del franquismo
Permanecieron en silencio durante más de cuarenta años y, en cuanto pudieron hablar, se convirtieron en infatigables defensores de la memoria histórica antes de que sus voces se apagaran para siempre: la de Vicente Lacasia Ayerra, en Maule el pasado 19 de febrero, y este jueves en Bilbao, la de Luis Ortiz Alfau, dos de los últimos luchadores republicanos esclavos del franquismo. Sus testimonios han sido fundamentales para dar a conocer la verdad y dar luz a sus valores, al pasado oculto de su historia, la misma que la de miles de prisioneros del régimen fascista. Han participado en encuentros, colaborado con escritores, historiadores y periodistas llevando su realidad a cuantos foros han sido llamados.
De su Bilbao natal, Luis Ortiz, y de Maule, a donde se exilió el burguiarra Vicente Lacasia, acudían cada año en el mes de junio a Navarra al homenaje tributado por Memoriaren Bideak en el alto de Igal (Roncal), junto a la carretera abierta entre 1939 y 1941 por más de 2.400 prisioneros antifascistas, los antiguos esclavos del franquismo.
“Sentían y sabían que tenían el deber de colaborar y difundir su memoria porque eran los últimos de una realidad desconocida”, recuerda Fernando Mendiola, del colectivo. En el caso de Luis Ortiz, añade, “entendía que era su misión en los últimos años de su vida y quería morir con las botas puestas, lo que le llevaba a implicarse en muchas cosas”.
Luis Ortiz Alfau había nacido en Bilbao el 13 de octubre de 1916 y pasó desde muy joven por distintos frentes de guerra: Gernika, Elgeta, Huesca, Miranda de Ebro;fue prisionero en el campo de concentración de Gurs (Francia) y cautivo en Vidángoz en el Batallón de Trabajadores nº 38 de la carretera de Vidángoz.
Vicente Lacasia nació en Burgui (el 19 julio de 1919) y partió dos veces hacia el exilio. La primera a Francia para pasar a Cataluña y defender la II República. La segunda, para su exilio definitivo en Maule (Zuberoa). Realizó trabajos forzados en las islas Canarias y Marruecos en el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores (Penados) nº 91, en libertad condicional.
SIGNIFICADO Ambos de familias republicanas, encontraban un significado en el alto de Igal. Luis Ortiz había estado prisionero allí y tenía emotivos recuerdos de aquellos duros años, siempre menos duros para él que no fue prisionero de pico y pala. Sus conocimientos contables y de mecanografía le libraron del trabajo penoso, pero no de vivir en condiciones infrahumanas. Nombraba agradecido a la gente de Roncal, de aquel tiempo, y a Juantxo Garzía de Azilu, del colectivo, siempre en su recuerdo.
Para Vicente Lacasia, el sitio era volver a su pueblo y tener en el valle el reconocimiento que no había tenido nunca. Los dos veteranos desgranaban cada año sus recuerdos en esta cita a la que llegaban con la implicación de familiares y amigos. Vicente, con su hijo José Luis desde Maule, y Luis con sus amigos, Valentín Zabala y Mila Mendizabal. (El padre de Valentín, Marcelino, y Gabriel, tío de Mila, fueron también prisioneros en Vidángoz). Allí sentían el calor de otros represaliados en el ámbito de la memoria histórica y desde el año 2004 en el que Vicente descubrió el monolito, rompían el silencio entre familiares de prisioneros de distintas procedencias, como Valencia, Asturias, Catalunya o Bizkaia.
Cada mes de junio emitía Vicente con un hilo de voz sus sólidas convicciones republicanas del hombre que nunca perdió su confianza en la humanidad y en la democracia, a pesar del sufrimiento al que le sometieron los vencedores y el desprecio y humillación de sus propios vecinos. “La vuelta a su pueblo después de la guerra fue muy dura y se exilió a Maule y dijo que no volvería a Burgui mientras durara el régimen franquista y nunca regresó”, recuerda Ana Barrena, de Memoriaren Bideak.
Gran conocedor de cómo era Burgui durante la R epública, su colaboración fue fundamental en la obra del historiador y profesor Emilio Majuelo sobre el dirigente sindical Ricardo Zabalza, así como en el conocimiento de los campos de trabajo.
La mente clara y la memoria privilegiada de Luis Ortiz tejían otros relatos que describía con todo lujo de detalles y fechas, incluso con humor, y una vitalidad extraordinaria del hombre que hasta el final de sus días ha sido voluntario activo en el Banco de Alimentos de Bizkaia. Premio René Cassin de Derechos Humanos 2016 (concedido por el Gobierno Vasco), declaró ante la jueza María Servini de Cubría, en la querella vasco-argentina y colaboró con Josu Chueca, Ander Izagirre, Jordi Évole…
Lacasia y Ortiz, dos personas de buen corazón, republicano. Fuente fundamental de información de la Guerra Civil y sus terribles consecuencias que les marcaron y unieron para siempre. Goian Bego!