El Salto/Félix Población
Algunas de las asesinadas eran militantes de la CNT y familiares de perseguidos por el franquismo.
Ahora su historia ha quedado grabada en un documental “Historia de Les Candases”
Pertenecían a la industria conservera de Candás y algunas fueron torturadas por el grupo de falangistas que acabó
con su vidas en 1938 por ser familiares de varios republicanos “afectos al Frente Popular”.
El pasado sábado se presentó en la localidad asturiana de Candás el documental Historia olvidada de Les Candases,
de J. K. Álvarez, un film encargado por el Ayuntamiento de Carreño para reivindicar la memoria de ocho mujeres
que el 2 de junio de 1938 fueron fusiladas por los falangistas de Franco en la Guerra de España y arrojadas al mar
desde el cabo de Peñas junto a otros cinco vecinos. Pasados tantos años de aquel asesinato múltiple, el director
asturiano reconoce que no fue tarea fácil llevar adelante este trabajo por el gran hermetismo que todavía existe
para investigar esos hechos. La periodista Marta Rogía prepara un libro sobre Les Candases.
J. K. Álvarez tuvo conocimiento del episodio a través de la alcaldesa de Carreño y la búsqueda de la documentación correspondiente
fue iniciada hace tres años por Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) a instancias de los familiares
descendientes de las víctimas. Para ello se requirió una consulta exhaustiva en los registros civiles y en los archivos históricos,
eclesiásticos y militares, el trabajo de hasta diez investigadores y también los siempre inestimables testimonios de la memoria oral.
Se da la circunstancia, según David Artime (Nortes), de que Joaquín Aramendi (Juaco’l Cho), falangista en su juventud y amigo
de uno de los asesinados, ofrece en el documental su propio testimonio. Solo él y su mujer, Julia Álvarez, son los únicos protagonistas
del reportaje que vivían en aquellos años. No se cuenta para el film con la presencia de Rosaura Rodríguez, nieta de Rosaura Muñiz y
abuela de Artime, que tenía doce años cuando se produjo el asesinato y recuerda con nitidez que acompañó a su madre, Tomasa, al
centro de detención para interesarse por su abuela cuando ya se la habían llevado en un camión al Cabo Peñas a las cinco de la mañana.
Según los datos aportados por la ARMH, a fin de explicar la redada que tuvo lugar el 1 de junio de 1938 y acabó con la detención de
las víctimas, debemos remontarnos al mes anterior, cuando el negociado de orden público del Ayuntamiento de Carreño elaboró una
relación de “los individuos que han huido, y que han cometido crímenes y delitos, que han formado parte de las diferentes directivas
de los partidos de izquierdas afectos al Frente Popular”. Ese mismo día, se recibe otra carta con una relación de los “individuos que
han formado parte de los diferentes concejos durante todo el período rojo, que hubieran podido huir a Francia o poblaciones de Levante”,
en la que aparece un total de 23 personas de Carreño. Como el negociado tiene la sospecha de que no todos los fugados están en esa lista,
el 10 de mayo se inicia su búsqueda. Todo desembocará en la redada perpetrada el 1 de junio con la detención de ocho mujeres, cuyo nombre
para la memoria democrática de este país será siempre el de Les Candases. Todas, menos María Fernández Menéndez, fueron detenidas
por su relación directa con tres de los huidos.
Acusado Anselmo de esa muerte, la venganza no se dirigió sólo contra él sino contra sus dos hermanos, su madre y una vecina, Rita Fernández
Suárez “La Camuña”. Todos fueron detenidos, también Anselmo, en el centro de la Brigada de Investigación y Vigilancia, que se encontraba donde
hoy está el Ayuntamiento de Carreño. Rosaura Muñiz González, esposa de Anselmo, llamó asesinos a los falangistas, al tener conocimiento de las
torturas infringidas a los detenidos, y esa misma noche también fue arrestada. Fue precisamente un biznieto de Rosaura, José Carlos Álvarez,
el primero en hacer público el relato de los hechos en una crómica que publicó en Candás Marinero en 2016.
Ángel López Artime, conocido como Ángel el de Aurea, era otros de los huidos. Trabajaba en la fábrica de conservas Alfageme y
era líder sindical de la CNT en Candás. Como medida de presión para dar con su paradero, los falangistas detuvieron a su madre y
a sus hermanas: Áurea Artime García, Balbina y Plácida López Artime. Al enterarse de ello, Ángel pidió ayuda al cura de Piedeloro
para entregarse en Gijón, pero el sacerdote lo denunció antes, acabando también detenido junto a su madre y sus hermanas.
Al amanecer del 2 de junio de 1938 un camión partió de Candás en dirección al Cabo Peñas, uno de los lugares de la costa asturiana
que más impresiona a los visitantes por el abismal espectáculo de sus escarpados acantilados y la impresionante contemplación marina
del horizonte. En el vehículo iban ocho mujeres y cinco hombres que serán fusilados y arrojados al mar desde lo alto del promontorio.
El mar devolverá los cadáveres de las víctimas a las playas y pedreros del entorno en los días siguientes. La conmoción que esto causa
hace que el párroco de Luanco dé cuenta del malestar del vecindario a los responsable de Falange, por lo que -según leemos en la investigación
de la ARMH- se pasará del cabo de Peñas al cerro de San Antonio para similar y siniestra ejecutoria.
“La Comandancia Militar de Marina de Gijón ordenó instruir un sumario. Varios médicos, bajo supervisión del juez instructor, presenciaron las
exhumaciones y realizaron las autopsias: de las mujeres enterradas en Bañugues, que volverán a ser inhumadas en el mismo lugar así como
de la mujer encontrada en Moniello, que posteriormente será enterrada en el cementerio de Luanco. Nada concluyó de estos trabajos. Nada trascendió
públicamente sobre aquellas mujeres enterradas sin funerales, sin despedidas, sin nombres”.
La filiación que tenemos de Les Candases es esta: Secunda Rodríguez Fernández. Nació en Candás el 22 de Febrero de 1878.
Madre del núcleo conocido como “Los Rondones”. Casada con Emilio Álvarez Rodríguez vivía con este, sus tres hijos Anselmo,
José Aser y Guillermo, una hermana, Águeda. Rita Fernández Suárez “Rita la Camuña”. Nació en Candás el 7 de Junio de 1917.
Residía en una vivienda familiar sita en la Calle Paraguay, con sus padres y hermanas. Trabajaba como obrera conservera y
durante la guerra, junto a José Aser “el Rondón”, se encargó de llevar el Socorro Rojo Internacional a Candás. Rosaura Muñiz
González. Nacida en Candás en el año 1880. Vivía en la calle Carlos Albo y trabajaba como obrera en Conservas Alfageme.
Estaba casada con Lino Rodríguez Fernández, con quien tuvo seis hijos: Juan, Joaquín, Rosaura, Consuelo, Clementa y Ángeles.
Las cuatro hijas militaban en el sindicato CNT y fueron evacuadas antes de caer el frente. Clementa y Consuelo estaban casadas
con José Antonio y Anselmo, de la familia de “Los Rondones”. Aurea Artime García. Nacida en Candás en el año 1862.
Viuda de Victoriano López, con quien tuvo seis hijos. Madre de Ángel López Artime “Ángel de Áurea”, obrero de Conservas
Alfageme y militante del sindicato CNT, fugado y escondido en los montes cercanos a Piedeloro. Balbina López Artime.
Nacida en Candás el 2 de Julio de 1903. Hija de Áurea Artime García. Trabajaba como obrera en Conservas Alfagme y
militaba en el sindicato CNT. Plácida López Artime. Nacida en Candás el 6 de Mayo de 1905. Hija de Áurea Artime García.
Trabajaba como obrera en Conservas Alfagme y militaba en el sindicato CNT. Daría González Pelayo. Nacida en Candás el 1 de
Noviembre de 1875. Viuda de Rufino Menéndez con quien tenía tres hijos: Félix, María y Rufino. Sus dos hijos desempeñaron
cargos de importancia dentro de la célula local del Partido Comunista. María y Rufino lograron escapar a Cataluña. Félix se
encontraba escondido en el momento de la detención de su madre. María Fernández Menéndez “La Papona”. Nacida en
Candás el 6 de Octubre de 1891. Mantenía una relación con José Villayón García, con quien tuvo una hija, llamada María del Carmen.
Trabajaba como encargada de la fábrica de Conservas Albo y formaba parte del comité de empresa, en representación de UGT.
Desde el otoño de 2018 y a fin de que “Les Candases” contaran con un reconocimiento a su memoria, Aurea, Balbina, Daría,
María, Plácida, Rosaura, Rita y Secunda tienen en la ladera de San Antonio una placa con el nombre por el que fueron conocidas,
ilustrada con un versos de Miguel Hernández traducidos al asturiano. También debería figurar alguna referencia como recuerdo trágico
de su muerte en el Cabo Peñas, junto al del resto de las víctimas, el lugar donde me contaron hace bastantes años su historia cuando
sobre la memoria democrática de este país se cernía la noche del miedo y el silencio.