FECHA

72 años después del cierre del Campo de Concentración de Miranda
1578659042081campo-concentracion-mirandadn


Burgos Noticias

En este campo de concentración estuvo Félix Padin, un anarcosindicalista que llevó hasta Argentina la denuncia de los trabajos esclavos de los presos del franquismo


https://www.burgosnoticias.com/actualidad/provincia/025041/72-anos-despues-del-cierre-del-campo-de-concentracion-de-miranda?fbclid=IwAR2laWvlFywUe4aZCEAfmqc3ourd6gjkWPJV-hHu1NhlXs1kXCyZ9AiZyqs

campo-concentracion-miranda

Un día como el lunes, hace 72 años, dejó de estar en activo el campo de concentración con el periodo de vida más extenso de todos los que se construyeron en el territorio nacional.

13 de enero de 1947. El campo de concentración de Miranda de Ebro cerró sus instalaciones tras diez años desde su habilitación. Y es que después de esa fecha, y hasta 1952, fueron utilizadas como campamento para la instrucción de reclutas.

En su interior estuvieron recluidas miles de personas, llegando a tener una población media de 3.700 reclusos, que fueron de unas 60 nacionalidades diferentes. En total, unas 65.000 personas pasaron por allí.

Hoy son pocos los restos que quedan de aquellas instalaciones (que fueron destruidas por la construcción de un complejo fabril) a excepción del depósito elevado de agua, lavadero, base de torre de vigilancia, restos del muro de cierre perimetral y un pequeño edificio (caseta de guardias).

Esto es lo que se conserva del antiguo Campo de Concentración de Miranda, junto con algunos objetos, escritos, etc. que se exponen en el Centro de Interpretación del Campo de Concentración que el Ayuntamiento de Miranda de Ebro puso en marcha en memoria de los prisioneros.

El Gobierno de Franco dio la orden de construir este campo el 5 de julio de 1937 para que albergase a los numerosos prisioneros de guerra que procedían de la toma de Bilbao. Ubicado en unos terrenos junto al río Bayas y a la línea férrea Castejón-Bilbao, ocupó una superficie de unos 42.000 metros cuadrados.

Sus barracones iniciales se construyeron con los materiales pertenecientes al Circo Corzana, que estaban almacenados en Miranda de Ebro desde el inicio de la Guerra Civil Española.

Pasó por tres etapas:

  1. 1937-1944: con prisioneros republicanos y miembros de las Brigadas Internacionales.
  2. 1940-1945: extranjeros de los países aliados que entraban a España huyendo del avance alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
  3. 1944-1947: destaca este periodo porque en él se instalaron oficiales y soldados alemanes que escapaban del hundimiento del Tercer Reich.

En la actualidad, 72 años después, son pocos los restos que se pueden observar, pero que el Ayuntamiento de Miranda conserva y están incluidos entre los bienes protegidos del Plan General de Ordenación Urbana, “para que recordar a los prisioneros, para tener presente que esta es una parte de la historia que nunca debería haberse producido y que no debe volver a ocurrir”, señala la concejala de Memoria Histórica,

Begoña González

.

Asimismo, destaca en este aniversario la puesta en marcha por parte del Ayuntamiento del Centro de Interpretación del antiguo Campo de Concentración de Miranda de Ebro, ubicado en el Centro Cívico Raimundo Porres y que está a disposición de todas las personas que lo quieran visitar.

“En estos meses desde que se ha puesto en marcha ha recibido muchas visitas. Especialmente en verano han acudido hasta más de cien personas en agosto, y algunas llegadas de fuera, del territorio nacional y también extranjeros”, concreta la concejala.

Félix Padín, el anarcosindicalista que luchó contra la impunidad

https://www.publico.es/politica/felix-padin-anarcosindicalista-lucho-impunidad.html

La Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo (FAL) publica las memorias del histórico militante de CNT, fallecido en octubre de 2014. Justo antes de morir consiguió declarar ante los tribunales. Su testimonio forma parte de la querella que se tramita en Argentina.

Félix Padín, el anarcosindicalista que luchó contra la impunidad.

Un poema. Un testamento. O una mezcla de los dos. “Quiero morir consciente y libre, en medio de frescas rosas, lleno de aire y de luz, mirando al sol”. Así se despidió Félix Padín en el otoño de 2014, cuando aún podía escribir. En su último escrito, el histórico militante de CNT desbordaba, paradójicamente, vida. “(…) Si algo en mí no muere, si algo al rojo fuego escapa, sea yo fragancia, polen, ritmo, idea libertaria”.

A pocos meses de que se cumpla el tercer aniversario de su muerte,

las memorias de este anarcosindicalista vasco ya están en la calle

. Si los libros hablasen, estas hojas serían un grito contra la impunidad. Un grito limpio, claro y atronador.

Hasta el último día de su vida, Padín (quien

falleció el 7 de octubre de 2014 a los 98 años de edad

) libró una encendida batalla contra el franquismo. Su pelea llegó hasta los juzgados de Buenos Aires, donde la jueza María Servini de Cubría tramita la querella contra los crímenes de la dictadura española. Algunos meses antes de su muerte, el ex miliciano se entrevistó con la magistrada en el hospital de Miranda de Ebro. Luego lo hizo

frente a un juez de esa localidad burgalesa, a petición de la justicia argentina

. Fue su último servicio a la causa.

Con su desgarrador testimonio, Félix describió a la perfección

las atrocidades cometidas por los franquistas en el campo de concentración de Miranda de Ebro, donde estuvo recluido tras ser capturado en Basauri (Bizkaia)

. Su periplo por el horror incluyó también la cárcel de Vitoria y el seminario de Murguia (Araba), donde las misas habían dejado lugar a las torturas. También formó parte de los “batallones de trabajadores”, eufemismo empleado por la dictadura para referirse a los prisioneros que eran utilizados como esclavos.

Tal como se plasma en sus memorias, Padín

fue obligado a arrastrar piedras para levantar una capilla

en el campo de concentración de Miranda, tuvo que trabajar en la reforma de un chalet de un jefe franquista en Cercedilla, participó en los trabajos de reconstrucción de la carretera de Vidangoz (Navarra)…

Félix Padín, el anarcosindicalista que luchó contra la impunidad.

Cuando el militante anarcosindicalista recordaba aquel periodo, solía utilizar tres palabras que describían lo vivido a la perfección:

enfermedades, sufrimiento y hambre

. “Entonces me planteaba si no hubiese sido más fácil que me mataran el primer día”, relató hace algunos años.

“República, guerra y campos de concentración. Memorias de un anarquista bilbaíno” (editado por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo) recoge todas esas vivencias. “En una primera etapa nos relata sus peripecias en el seno de las Juventudes Libertarias, en un grupo de acción y en la CNT. Luego, durante la guerra civil, rememora su paso por las milicias libertarias en el Frente de Ochandiano y, posteriormente, por los batallones confederales Isaac Puente y Durruti”, puede leerse en el texto de presentación.

Memorias completas


“Se había pensado publicar este libro en vida, pero la muerte le sobrevino antes”,

explicó a

Público

el investigador y militante cenetista José Ignacio Orejas, coautor de esta obra junto a Miguel Iñiguez, otro historiador (además de veterano militante de CNT) que ha dedicado varios años de su vida a realizar trabajos de documentación sobre el anarquismo en el Estado español.

Según explicó Orejas, este libro “consiste fundamentalmente en las memorias de Félix”, a lo que se ha añadido “notas a pie de página y biografías de personas que son citadas en su testimonio”. “Hemos complementado lo que él decía, citando cifras de la represión o aportando otros datos sobre determinados sucesos”, señaló.

Del mismo modo, esta obra abarca un periodo de la vida de Padín que no había sido incluido en sus primeros escritos. “Se trata de lo que vivió a partir de 1943 (apuntó el coautor), cuando terminó de realizar la mili ordenada por Franco, que en realidad era un campo de concentración”.

Si los verdugos creían que habían podido doblegarle, se equivocaban: así lo demostró en

la huelga general del 1 de mayo de 1947

, en la que participó activamente. Aquello significó una nueva detención y, por consiguiente, un nuevo apaleamiento. No valió de nada: Félix siguió peleando hasta el último instante.

Scroll al inicio