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Hoy se cumplen 45 años de un golpe de estado que devolvió la libertad al pueblo portugués
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Domingo Abrantes: “Se derrota al fascismo recordando los crímenes que se cometieron en su nombre”
El expreso político de la dictadura de Salazar recuerda sus años encarcelado en la temida Fortaleza de Peniche
Se cumplen 45 años de la Revolución de los Claveles en Portugal / PATRICIA DE MELO MOREIRA (GETTY IMAGES
Entre 1934 y 1974 más de 30.000 portugueses fueron torturados y encarcelados por la PIDE, la temida policía secreta de la dictadura ultra tradicionalista del Estado Novo en Portugal. Quienes eran considerados “amenazas serias” para el régimen de António de Oliveira Salazar eran enviados a la Fortaleza de Peniche, el centro penitenciario más terrible del país vecino. En total, 2.500 presos políticos pasaron por la fortaleza del siglo XVI, una cárcel de máxima seguridad situada en una pequeña península sobre el Atlántico, un agujero negro en el que el salazarismo encerraba a todo quien pretendía silenciar.
Durante nueve años –de 1960 a 1961, y de nuevo entre 1965 y 1973– Domingo Abrantes (Vila Franca de Xira, 1936) estuvo encarcelado en Peniche. Por aquel entonces el ribatejano era un joven agente clandestino del Partido Comunista de Portugal (PCP), formación a la que se afilió porque “era la única que seguía en pie –todas las otras habían sido disueltas en 1933– y la única que mantenía la lucha en contra del fascismo”.
“Mi trabajo consistía en desafiar a los censores del régimen e informar al pueblo sobre lo que realmente estaba aconteciendo dentro y fuera del país”, explica el octogenario. “Repartía periódicos prohibidos, organizaba mítines secretos, y colaboraba con quienes luchaban contra el franquismo en España”.
Abrantes pasó un total de 11 años en distintas cárceles portuguesas. Fue torturado durante el año que estuvo encarcelado en la Prisión de Aljube, en el centro de Lisboa, y luego pasó una época en la Prisión de Caxias, de la que consiguió escapar robando el carro blindado que Hitler le había regalado a Salazar. Los peores años de su vida, sin embargo, fueron los que pasó encerrado en la Fortaleza de Peniche.
“Era un sitio terrible. El jefe de los guardias era un veterano de la Guerra Civil española, un miembro de los Viriatos [el grupo de voluntario portugueses que lucharon en el bando nacional durante el conflicto] que presumía de haber fusilado a gente en España. Pasé casi todo el rato en una celda de aislamiento solitario, fría, oscura y húmida. Al igual que los otros presos, los guardias me pegaron palizas, y en más de una ocasión me dejaron sin comer durante varios días”.
El triunfo de la Revolución
Aunque las condiciones eran míseras, Abrantes recuerda que cuando se filtró la noticia del fallecimiento del Salazar en julio de 1970, él y los otros reclusos recuperaron la esperanza. “Supimos en ese momento que el final del régimen se acercaba, pues por mucho que Marcelo Caetano [el sucesor del dictador] intentase mantener el pulso, la cosa había cambiado. De alguna manera se sentía que todo el sistema estaba en vías de extinción”.
Ese final tan esperado llegaría el 25 de abril de 1974, con el golpe de Estado que pasó a ser conocido como la Revolución de los Claveles, un levantamiento militar que puso fin a cuatro décadas de dictadura en Portugal. Una de las primeras medidas llevadas a cabo por el Gobierno Provisional fue la liberación de los presos políticos en las distintas prisiones lusas, entre ellos los que seguían en la Fortaleza de Peniche.
“El 25 de abril fue la mayor expresión alegría de la historia de nuestro pueblo”, recuerda Abrantes. “Los días inmediatamente después del golpe los vivimos con cierto nerviosismo, pero cuando realmente se notó que la Revolución había triunfado fue la semana siguiente, cuando celebramos el primero de mayo por todo lo alto. Por primera vez los obreros, los demócratas –¡todos los portugueses!– pudieron tomar las calles para celebrar la reconquista de la libertad”.
“¡Fascismo nunca más!”
En vísperas del 45º aniversario de la Revolución, Abrantes –que en democracia fue diputado durante 20 años, y que actualmente es miembro del Consejo de Estado de la República– afirma que hay motivos de sobra para celebrar, pero también para preocuparse.
“En Portugal tenemos la suerte de seguir viviendo en democracia, con una población que aprecia la libertad y los valores del 25 de abril. En el resto de Europa, sin embargo, vemos como el fascismo vuelve a despertar. Ningún demócrata puede ver el auge de ciertos partidos en países como España sin alarmarse: tenemos que mantenernos unidos ante esas fuerzas que amenazan la libertad de todos”.
Abrantes afirma que para evitar el retorno del fascismo es esencial mantener viva la memoria de quienes sufrieron bajo su tiranía. Por ese motivo, el ex agente clandestino celebra la inauguración del nuevo
Museo de la Resistencia y la Libertad en la Fortaleza de Peniche
, donde visitantes podrán conocer la historia de la represión de la dictadura de Salazar recorriendo las celdas donde él y miles de otros presos políticos estuvieron encarcelados.
“Se derrota el fascismo recordando todos los crímenes que se cometieron en su nombre, y lo mal que se vivía bajo la dictadura. Es importante tener museos que sirvan para recordar esa represión, y es igualmente esencial acabar con los monumentos que hacen apología del fascismo, sitios como el Valle de los Caídos, cuya existencia es un insulto al pueblo español y a quienes murieron luchando por la libertad de todos”.
“Nunca podemos olvidar lo ocurrido”, sentencia Abrantes. “Si mantenemos viva la memoria, podremos confiar en que las futuras generaciones sigan coreando el lema que gritamos hace 45 años, en el 25 de abril:
¡Fascismo nunca más!
”.